¡ᴘᴜᴅɪɴ!

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𝐎𝐑𝐎 𝐘 𝐓𝐎𝐏𝐀𝐂𝐈𝐎
♡: ʸ ᵃ ᵗ ˢ ᵘ ᵐ ⁱ ʳ ᵒ _ ᶜ ʰ ᵃ ⁿ

𝐎𝐑𝐎 𝐘 𝐓𝐎𝐏𝐀𝐂𝐈𝐎♡: ʸ ᵃ ᵗ ˢ ᵘ ᵐ ⁱ ʳ ᵒ _ ᶜ ʰ ᵃ ⁿ

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Un algo acariciaba mis azules cabellos, aquel lo acariciaba com suma delicadeza y con mucho esmero. Una sensacion calida recorrió por mi cuerpo, no abrí mis ojos, estaba disfrutando aquellas caricias.

Pero la duda supero mi tranquilidad, ais que abri mis ojos, lo primero que divisé fue una camiseta negra. Alce mi vista, mi encontré con un rostro que no me esperaba para nada, Kozume Kenma. Me quedé mirándolo, el solo sonrió.

Tras analizar bien la situación, mis mejillas empezaron arder y mis nervios florecieron. El me estaba dando mimos como si yo fuera un gatito.

Levamte mi torso rápidamente, el alego su mano, por ende, me dejó de acariciar mis cabellos.

- ¿Ko-Kozume? - pregunte, mientras llevaba mi mano hacia donde mi acaraciaba.

- lo siento, no quería entrar a tu habitación sin permiso, pero tu madre me llamo para que te acompañara y me permitió entrar a tu habitación - explico entre susurros.

Baje mi mano al mismo tiempo que bajaba mi mirada a mis manos. Luego lo mira y sonrei de manera apenada, el solo desvío su mirada junto a unas mejillas levemente sonrojadas.

- n-no tenías porque hacerlo...Kozume.

- lo se...pero lo hice, porque eres alguien importante para mi, Yashiro.

Un silencio sepulcral se mantuvo por unos instantes. Kozume se levantó de mi silla, debido a que estaba sentado en esta, se dirigió a mi escritorio en busca de algo. Se dio media vuelta y escondió ese objeti detrás de su espalda, tenia una sonrisa y yo una cara de confusión.

Volvio a sentarse en la silla, me miraba fijamente y yo igual, tratando de descifrar que era lo que tenía. El sin dejar de sonreír me dijo:

- hice algo para ti, ya sabes...con mis propias manos, así que espero que te guste.

El revelo lo que tenia, no era nada más ni nada menos que...

- ¡pudin! - dije alegre, senti como me llenaba de felicidad.

El río me lo entregó junto a una cuchara. Al probarlo sonrei muy alegre, estaba deliciosa, el mejor pudin que he probado en toda mi vida. Empecé a llorar de la felicidad, nunca nadie se había preocupado tanto por mi. Empece a comerlo como si se tratara de mi último pudin y mis lágrimas cada vez aumentaban.

- ¿por qué lloras, Yashiro? - preguntó preocupado.

- K-Kozume, eres la mejor persona del mundo - zolloré felizmente, mientras sonreía con la boca llena de pudin, aunque sin mostrar mis dientes - gracias, muchas gracias, es el mejor regalo que me pudieron dar.

Deje el pudin a un lado, abracé a Kenma como si fuera un koala, sentandome en su regazo, enrollando mis piernas en sus caderas y rodeando su torso con mis brazos.

- Kozume, gracias - dije llorando más, apoyando mi cabeza en su hombro.

El río, rodeado mi cintura con su brazos. Empezo a acariciar mis cabellos nuevamente, con la misma delicadeza que al principio.

- no es nada, Yashiro - volvió a susurrar en mi oído - pareces una niña pequeña.

Me separé de el, volví a sentarme en mi cama, seguí comiendo mi pudin. Kuzume también se encontraba comiendo uno. Sentia como miles de lagrimas caían, estaba demasiado feliz, muy, muy, muy feliz. Se que solo es un pudin, pero es EL pudin.

- me alegra de que te haya gustado, Yashiro.

Asenti muchas veces, el tomo un pañuelos y empezó a limpiar mis lágrimas con sutileza, su mano estaba apoyada en mi mejillas.

Al terminar de comer, volví a acostarme, el me acurrucó. Para que necesito a otras personas si tengo a Kenma.

- estas ardiendo en fiebre - murmuró, mientras tocaba mi frente.

- tampoco es para tanto.

Ambos reimos, saco su mano de mi frente.

- ¿necesitas algo? - preguntó.

Negé, estaba bien con solo estar a su lado.

Por muy raro que parezca, empecé a llorar de nuevo, soy muy sensible si tengo fiebre, demasiado. Odio tener fiebre. Cambia mi actitud por completo.

- ¿ahora por qué lloras? - preguntó preocupado, de nuevo.

- solo que extraño a...olvídalo...

El suspiro.

- no te preocupes, todos extrañamos a alguien... - en sus ojos note tristeza y nostalgia, como si un amor hubiera desaparecido.

El me abrazo y acaricio mi cabello, de nuevo. Caí dormida en sus brazos, mi fiebre había aumentado.




























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𝐎𝐑𝐎 𝐘 𝐓𝐎𝐏𝐀𝐂𝐈𝐎 - 𝐊𝐞𝐧𝐦𝐚 𝐊𝐨𝐳𝐮𝐦𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora