OBJETIVO LOGRADO

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Cuando Nathalie llegó al apartamento notó que todo estaba en silencio, por lo que se aferró a su pequeña cartera de mano, donde estaba su arma, pero todas sus alarmas se apagaron cuando vió al hombre dormido en el sofá con un libro en su pecho, lo que la hizo sonreír. Sabía que era tarde y desde el principio se vió tentada a no ir, pero su deseo le ganó su pelea interna. ¿Qué le estaba haciendo el platinado?

Nathalie le quitó los lentes y el libro, para colocarlos en la mesa que estaba frente al sofá. Fue a buscar una cobija en el armario y cuando se volvió se encontró con el rostro del hombre, lo que la asustó.
—¿Qué buscas? —la miró fijamente.
—Algo para cubrirte —Nathalie le mostró la cobija.
Su mirada seria cambió, —no quiero dormir tan pronto.
—¿Seguro que estás de acuerdo? —cuestionó haciendo referencia a la relación—. No estoy tan disponible para este tipo de relaciones.
—¿Este tipo de relaciones? —cuestionó confundido.
—Sí, mis horarios son muy pesados para lo que sea que tengamos los dos.
Gabriel sonrió, —no tengo problema con tu horario Nathalie.
—¿Entonces?
El hombre se acercó y la besó, llevándola con él hasta su cama, quitándo el pequeño vestido y su propia ropa de dormir, —no me interesa lo que tenga que esperar para poder estar contigo.

Nathalie se levantó, el hombre no estaba en la cama, sus ojos se abrieron rápidamente para ver la hora, pero se dió cuenta que aún era temprano. Se levantó y se comenzó a vestir, sabía que lo mejor era irse, para no volver a llegar tarde.
—¿Te vas tan temprano?
Nathalie lo miró y asintió, —tengo que trabajar, no puedo llegar tarde.
—Hoy es domingo, ¿no hay descansos para ti?
—Un domingo cada dos semanas y obviamente este no es —le dijo buscando sus tacones.
—Entiendo, igualmente creo que te puedes quedar a comer algo.
Nathalie lo miró, contemplando su propuesta, —por más que esté tentada a aceptar voy a tener que decir que no.
Gabriel se acercó deteniendo los movimientos de la mujer, —está bien, por lo menos dame tu número.
—No sé si sea buena idea Gabriel.
—¿Por qué no?
—Yo realmente dudo de todo esto, es demasiado apasionante y satisfactorio para ser cierto, en gran medida creo que me estoy equivocando.
—¿Equivocando? Somos dos adultos que se sienten bien con la compañía del otro —dijo Gabriel colocando sus manos en las caderas de Nathalie.
—¿Qué pasará cuando uno de los dos quiera algo más que diversión?
El hombre sonrió, —¿eso es lo que te preocupa?
—Naturalmente.
Gabriel besó a la mujer, —no debes hacerlo, podemos intentar algo serio si tú lo deseas.
—¿Eres real Gabriel?
—¿Por qué lo dices?
—Porque siempre sabes que decir y eso me preocupa.
—Estás pensando demasiado, ¿tengo que ser igual a los demás?
—No, no tienes que serlo.
El hombre la guió hasta la pequeña cocina, indicándole que se sentará, —al menos toma un poco de café.
—Está bien, pero sólo será café.
—Como desees.
—¿Por qué haces todo esto?
—¿Hacer qué? —preguntó el platinado sirviéndole el café.
—¿Darme las llaves de tu apartamento? ¿Insistir en seguirme? ¿Celarme?
El guapo hombre peinó su cabello con su mano, algo que a Nathalie le pareció realmente atractivo, —ya te lo he dicho, no quiero simplemente sexo contigo, no soy ese tipo de hombres, aunque te parezca extraño soy un hombre chapado a la antigua.
—Yo no sé si puedo ofrecerte ese tipo de relación que tú quieres y no quiero se una interfe...
—Sólo dejemos que las cosas pasen querida, ¿no crees?
La pelinegra asintió, —creo que tienes la razón, pero en realidad espero no estar equivocandome.
—¿Crees que soy un mal hombre?
Nathalie lo miró fijamente, —no lo creo Gabe.
—Bien, entonces come conmigo.
Nathalie no pudo contener la risa, —está bien.

Después de todo, Nathalie terminó dándole el número de celular, algo que la mujer no tenía pensado, pero la insistencia del hombre la hizo acceder a dárselo.
—¿Jefa?
Los ojos de la mujer se fijaron en Kalet, —necesitamos hablar.
—¿Pasó algo?
—Oh claro que pasó algo agente Lacroix. ¿Me puedes explicar por qué le reclamó a Leroy sobre la relación que tiene conmigo?
—No hice un reclamo, sólo quería saber si tenía una relación con usted, no es un secreto que usted me gusta mucho jefa y...
—Detente Lacroix, sabes muy bien la naturaleza de nuestra relación, créeme que no estoy interesada en un subordinado.
—¿Tiene gustos más altos?
Los ojos de Nathalie se abrieron, —no sé que es lo que hay en tu cabeza, así que no aceptaré tus palabras, debo decir que lo mejor es que salga de mi oficina.
—Jefa yo no quiero ofenderla, simplemente...
—No voy a escuchar lo que obviamente no me interesa, tendré que desvincularte de mi equipo.
—No es necesario jefa.
Nathalie lo miró fijamente, —¿puedo confiar en que no harás otra cosa estúpida?
—Puede confiar jefa.
—Bien, ahora puede retirarte.
—Sí jefa.
La mujer vió al agente salir de su oficina y sólo pudo sentarse agotada en su silla, sin entender bien lo que pasaba por la mente del menor. Pero su teléfono la interrumpió, notando que era un número desconocido.
—Sancouer.
—¿Por qué tanto profesionalismo?
La voz se le hizo conocida de inmediato, —Gabriel.
—Sí, ¿cómo estás?
—¿Realmente me llamas para preguntarme cómo estoy?
—¿Estoy siendo muy intenso? —preguntó el mayor con una voz apenada.
—No, pero déjame recordarte que nos vimos esta mañana.
Una risa grave sonó al otro lado, —aún tengo ganas de ti.
Nathalie sintió que sus mejillas estaban calientes, —¿intentas avergonzarme Gabriel?
—No, simplemente te digo la verdad querida, además no tienes de qué avergonzarte cuando estás tan lejos de mí.
—Calla y dime cuál es el verdadero motivo de tú llamada.
—Bien, realmente quiero invitarte a comer, pronto es hora de almuerzo y quiero tener buena compañía.
—¿No hay nadie más por ahí que acepte tu invitación?
—No eres mi última opción Nathalie, pensé en ti cuando ví mi reloj.
—Ya veo —dijo sonriendo—. De todas maneras no tengo tiempo para salir hoy, tengo una reunión de carácter urgente y se me hace imposible.
—Está bien, por lo menos lo intenté —respondió el mayor con decepción.
—Aunque si quieres nos podemos ver esta noche —dijo dudosa, pensando en lo que el hombre podía imaginar de ella.
—Pensé que no te gustaba ir a mí apartamento.
—Esta vez sí me iré después de vernos, créeme.
—Eso lo veremos, te estaré esperando entonces.
—Está bien, nos vemos —dijo cuando vió la puerta de vidrio abrirse.
—¿A qué se debe esa sonrisa?
—¿Está prohibido sonreír?
—No, simplemente es extraño verte así de feliz —respondió Leroy.
—Estás exagerando un poquito.
—Oh vamos, creo que tienes los pómulos entumecidos.
—¿Dirás algo importante?
—Te vine a recordar la reunión de hoy, además quería saber si arreglaste todo con tu subordinado.
—Creo que sí, espero que no se vuelva a presentar una situación como esa.
—¿Realmente piensas que no volverá a insinuar algo?
—Sé que lo intentará, pero no pienso seguirle aguantando comportamientos de jovencito hormonal.
Leroy sonrió, —está bien, tienes razón querida Nathalie.
—Estoy hablando enserio Leroy.
—Bien, bien. Ahora deja todo así y vamos antes de que sea hora.
—Sí, tienes razón.

Cuando Nathalie abrió la puerta del apartamento de Gabriel se sorprendió al encontrar la mesa puesta y todo tenuemente iluminado.
—Bienvenida señorita.
—¿Qué es todo esto?
—Todo esto es para ti querida.
—No debiste haberte molestado.
—No es ninguna molestia, por el contrario, ¿acaso no te gusta? —cuestionó decepcionado.
—Sí me gusta, es que no lo esperaba.
—Entiendo —dijo el hombre mientras se acercaba para besarla, robándole el aliento, no podía entender cómo el hombre lograba volverla tan débil con tan poco.
—Gabriel... —soltó sin aliento la pelinegra apartando al platinado.
—¿Me excedí?
Nathalie se rió, —ya es demasiado tarde para hablar de eso.
Una sonrisa pícara se formó en los labios del hombre, —tienes razón.
—Me gusta todo lo que hiciste, realmente me gusta, nadie se había tomado la molestía de hacer todo esto.
—No es una molestia Nathalie, por el contrario, te mereces esto y espero que me dejes demostrarte más —dijo acariciando la mejilla de la pelinegra.
—¿Eres real Gabriel?
El mayor la miró confundido, —no entiendo por qué sales con eso Nath, pero si te hace sentir bien escucharme decirlo, sí soy real y me encanta haberte conocido.
—Bueno está bien —dijo mientras se sonrojaba, lo que hizo sonreír al hombre—. ¡No te rias Gabriel!
—No me burló de ti, sólo que eres muy tierna cuando te sonrojas.
Nathalie lo llevó consigo más cerca de la mesa, —comamos.
—Está bien, está bien.
Nathalie lo siguió hasta la mesa perfectamente puesta y ambientada, —¿cómo te fue hoy?
—Bien, nada importante pasó el día de hoy.
Gabriel sacó su silla, para ayudarla a sentarse, —¿eso es bueno no?
—No lo llamaría bueno realmente, no para mí.
—¿Por qué no?
—Pues porque necesito mostrar resultados.
—Entiendo, pero no crees que aún tienes tiempo para eso.
—No creo que tenga demasiado tiempo —dijo pensando en lo escurridizo que era Hawkmoth.
—¿Es muy díficil lograr lo que quieres?
Nathalie fijó su mirada en el rostro curioso del hombre, —digamos que sí.
Gabriel asintió, para luego sonreír, —bien, creo que es mejor dejar el trabajo a un lado y seguir con lo que nos corresponde.
—Sí, tienes razón —habló la mujer viéndolo buscar una botella de vino.
—Es muy vieja esta pequeña chica, la estaba guardando para una ocasión especial y creo que esta lo amerita.
La pelinegra sonrió, —siempre sabes que decir.
—Bueno es la verdad, ya verás cuando lo pruebes.
Nathalie se fijó en sus manos haciendo presión para abrir la botella, —¿puedo preguntar un poco sobre ti?
—Naturalmente, soy un libro abierto Nathalie, no tengo absolutamente nada que ocultar.
—¿A qué te dedicas?
—Pues en este momento estoy en el negocio de los bares, aún me falta mucho para poder hacer crecer el mío, pero creo que voy por el buen camino.
Nathalie asintió, —¿por eso estabas en ese bar?
—Sí, quiero conocer bien cómo funciona, es realmente increíble lo lleno que se la pasa.
Nathalie sabía perfectamente el por qué se la pasaba lleno y por qué era tan popular, pero no podía revelar nada, —entiendo.
—Sí, cuando quieras te puedo enseñar mí pequeño y humilde negocio.
—Eso me gustaría —dijo viendo el líquido turbio caer en su copa.
—Entonces no se diga más, ahora hablemos de lo que realmente importa Nathalie.
—¿Qué sería eso? —cuestionó confundida.
—Tú querida —respondió sentándose.
—¿Qué quieres saber?
—Todo de ti cariño, me interesa conocerte.
—Pues no tengo nada interesante que decir, soy de un pueblo del sur de Francia, soy la primera de tres hermanos y vine a París cuando tenía veinte años —respondió probando el vino.
—Eso es maravilloso.
—No lo es, es una historia común de una persona común.
Gabriel estiró su mano y tomó la de Nathalie, —no tiene que ser increíble y mágica para que sea maravillosa Nathalie.
—Eso creo.
—¿Por qué decidiste mudarte tan lejos de tu hogar?
Nathalie bajó la mirada, —necesitaba estudiar y trabajar, mis padres no tenían el dinero suficiente ya que papá apenas y podía llevar el sustento a la casa, así que decidí irme con unos ahorros.
—¿Ahorros?
Nathalie asintió, —trabajaba en una tienda en las tardes después de la escuela, me ayudaba con lo que necesitaba para la escuela y para ayudar un poco a mis padres.
—Eras una joven decidida Nathalie.
—Pues eso creo.
Gabriel escuchó un pitido, —esa es nuestra cena.
Nathalie lo vió levantarse y sacar lo que había preparado con unos guantes, —no sabía que cocinadas.
—Soy un hombre de muchos secretos.
—Eso veo —dijo sonriendo.

EN LOS BRAZOS DEL ENEMIGOWhere stories live. Discover now