Capítulo uno.

47 4 3
                                    

El bullicio de la calle, característico y a la vez dispar en cada ciudad. Ese mismo bullicio, ese alboroto que se escucha de fondo, es el mismo que causa una distracción bastante efectiva sobre Neera, quien intentaba mantener su atención en la llamada que estaba atendiendo.
Aún siendo martes por la mañana, su mente le seguía llevando al domingo por la tarde, su día libre, su momento de descanso. Caminaba evitando a la gente, esforzándose en que el café recién hecho siguiera en su vaso.
"No debes involucrarte en esto, no insistas." Se escuchaba de aquella voz masculina, quien trataba de mantenerla fuera de peligro.
—Sabes que no puedo hacerlo, estoy a nada de terminar esto. — Encaraba la novata con un tono frustrante hacia su superior.
La conversación siguió durante todo el trayecto hasta que la joven tuvo delante suyo el edificio donde trabaja. Un edificio imponente, casi intimidante, se notaba que era de prestigio. Aún no se había acostumbrado a las escaleras blancas y anchas de la entrada, tampoco se ha habituado a mostrar su identificación en la puerta, teniendo que buscarla siempre en el bolso.
Con una sonrisa afable busca entre los distintos apartados del bolso por su cartera, sacando su identificación de empleada para mostrársela al recepcionista.

"Sigo diciendo que deberías quedarte al margen, Neera."

La paciencia de la muchacha se iba desvaneciendo lentamente, como de costumbre en este tipo de situaciones. Su andar había cambiado a un ritmo mayor, más rápido y más enérgico.
Poco tarda en llegar al ascensor y pulsar el botón que marcaba el sexto piso del inmueble. Una sonrisa agradable es la que les muestra al resto de compañeros y superiores que había con ella en el cubículo, por suerte o por desgracia algunos conocían su nombre.
Ya desde su primer día nuestra novata había hecho un pequeño desastre en el hall de la empresa. Un escalofrío recorre su cuerpo al recordar aquel incidente, la vergüenza se apoderaba de ella desde el momento en el que ese día llega a su mente.

— Espero que me hayas traído el informe —.Se escuchaba desde la entrada a su planta cuando las puertas del ascensor se abren. Su jefe la estaba esperando incluso antes de que saliera la caja metálica —. Anda, traes café y todo. Maravilloso.
Caminan juntos hasta la oficina Blythe. Como el caballero que es, el señor Blythe deja paso a su menor, cerrando la puerta con rapidez una vez han ingresado en el lugar. La oficina del señor Blythe era elegante, mezclando elementos marrones, aunque tenía una estética limpia con el color blanco como principal. Cada mueble está perfectamente colocado para que sea lo más eficiente posible. Otra característica de su oficina es que siempre está limpia ya que el señor Blythe no es capaz de trabajar en una estancia desordenada o mínimamente sucia.
Un gran escritorio blanco en forma de L era el centro de atención en aquella habitación, era limpio y minimalista, además se encontraba en una pequeña plataforma que le hacía verse más alto, que poco le hacía falta al rubio.

— Está bien, hasta ahora hemos llevado todo esto genial.- El color esmeralda oscuro de sus ojos se clava en los de su compañera, de forma seria, pero amable —.Ahora es cuando necesito que te eches atrás, que des un paso lento y veas todo desde un punto de vista tranquilo, ¿entiendes?

La mujer mira con fastidio al rubio, expresando de manera clara con su expresión facial lo irritante que le parecía hacer lo que le estaba pidiendo.

— Sé que no llevo más de dos meses aquí, pero ambos sabemos que tengo la habilidad suficiente para terminar esto de una vez por todas, y que lo único que estáis intentando hacer, que es dejarme a un lado, hará que todo se retrase y acabe incluso peor.

Un suspiro se escuchaba salir de la anatomía del más alto,  quien mientras tanto caminaba hasta la silla de su escritorio para tomar asiento y mirar la pantalla de su ordenador.
Pasaron unos minutos en los que el silencio era lo predominante. La novata se había sentado al lado contrario del escritorio, delante del señor Blythe, mientras esperaba por su respuesta.

LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora