El mundo volvió a tambalearse sin sentido, la imagen se estabilizó y se deslizó entre la gente para detenerse sobre una chica rubia, elegante, con unas curvas marcadas.

«Cléa» pensó Marinette con amargura. Estaba mirando a alguien fijamente, no podía decirlo con certeza, pero apostaba a que era a Luka.

—Ella es nuestra diva, Cléa —anunció, su tono no era el jovial y cantarín con el que había estado presentando a todo el mundo. Soltó un suspiro—. Canta lírica, pero como en lo que vamos a hacer no hay voz usará su otro talento y tocará la viola.

Marinette se mordió el labio intentando refrenar los sentimientos negativos que habían regresado con fuerza al verla.

—A Cléa no le gusta que le hablen antes de una actuación, así que no le hablaremos.

Igual eran imaginaciones suyas, pero a Marinette le pareció que la realidad era que no quería hablar con ella.

El recorrido continuó y Marco recuperó aquel tono alegre que le recordaba a Rose. Volvió a reír con él hasta que le entregó la cámara a un tal Emmanuel para dirigirse con los demás al escenario.

La escena cambió al patio de butacas en el que los espectadores empezaban a tomar asiento, enfocaron durante unos segundos a Jagged, Penny y Máša sentados en la primera fila. La imagen estable ponía en evidencia que era una cámara profesional sobre un trípode y no un chaval correteando con una videocámara arriba y abajo. Enfocaron el telón de terciopelo rojo y las luces se apagaron.

Marinette contuvo la respiración, no sabía cómo sonaría aquel grupo de jóvenes trajeados, tampoco tenía claro lo que era un primer violín ni lo que debía de hacer. Lo único que deseaba era que todo saliese bien y Luka se luciera.

El telón se abrió las luces iluminaron a la orquesta. Ubicó a Luka sin dificultad, en pie sobre una pequeña tarima. La música empezó a sonar, pero Luka no tocó.

—¿Por qué no toca?

—Porque no es su turno —contestó Tikki.

El maestro Fu, que adoraba la música clásica, les hacía escuchar cientos de conciertos, por eso había reconocido la pieza.

Luka se acomodó el violín en el hombro y dejó descansar el arco con suavidad sobre las cuerdas, Marinette pudo ver con claridad como sus músculos se preparaban para la interpretación. Todos los instrumentos callaron, el violín lloró algunas notas para desatar una auténtica tormenta. Tal vez era porque la música clásica nunca le había llamado demasiado la atención, pero le sorprendió cada nota, como no se necesitaba de letra para entender lo que ocurría. Era un poco como las composiciones de Luka, llenas de potentes emociones. Se sintió abrumada, contuvo la respiración.

—Madre mía... —susurró.

º º º

En el Liberty sólo se oía el violín de Luka entonando todas aquellas notas veloces cargadas de emoción.

Adrien se sentía incómodo dándose cuenta de que eso era lo que su padre esperaba de él, que tocase de aquella manera impecable mientras transmitía unas emociones que no alcanzaba a comprender. No era que no supiera más que de sobras que le superaba con creces en aquel campo, pero verle sobresalir en un campo que, en principio era suyo, era como una maldita bofetada con la mano bien abierta.

Un sollozo de Rose rompió el silencio al tiempo que el resto de la sección de cuerda se añadía al llanto del violín. Juleka rodeó los hombros de su novia para consolarla. Por primera vez se dio cuenta de lo sensible que era Rose, también de que se plantease si, en realidad, entendía perfectamente las partituras de Luka y transformase en canciones alegres las más tristes y dolorosas.

Vivicia permanecía en un silencio extraño, incluso parecía estar conteniendo la respiración, estaba completamente inmóvil. Adrien se preguntó si era algún tipo de consecuencia de trabajar con Jagged, que tal vez cuando les mostraba una canción nueva cualquier interrupción fuese un pecado mortal. Al fin y al cabo, Jagged tenía un carácter impredecible, incluso la había despedido una vez por unos cereales.

Iván tenía los ojos cerrados y el ceño relajado. Parecía estar analizando con detenimiento cada nota del modo en el que lo hacían, Luka, Anarka o Jagged, aunque sabía que él no tenía oído absoluto. Esbozó una suave sonrisa al pensar, por un momento, que a lo mejor se había quedado dormido porque la clásica no era lo suyo.

Anarka, sentada con ellos, tenía una sonrisa llena de orgullo al ver a su hijo como protagonista indiscutible de la orquesta. No pudo evitar desear que su padre le mirase de aquel modo, con todo aquel orgullo desbordándose por cada poro de su piel. Luka y Juleka eran muy afortunados por tenerla.

Y entonces pensó en Marinette, en si estaría viéndolo desde casa, en cómo se sentiría de estar haciéndolo. Tenía que ser doloroso. Quizás debería enviarle un mensaje fuera del chat del grupo para ver cómo se encontraba, a parte de visitarle como Chat Noir no podía hacer mucho más.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Se acabó el pequeño parón no programado, volvemos a la normalidad. Sé que es más corto de lo deseado, pero he quitado muchas cosas porque la música no es parte de la trama y a veces se me olvida.
Marinette riendo de nuevo era algo que necesitábamos todos, aunque eso no significa que ya esté como nueva.
Nos leemos en unos días.

Sous le ciel de ParisWhere stories live. Discover now