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Segundo libro: El príncipe es embajador. 

Capítulo 19.


Una vez Feng Ming se deslizó silenciosamente de la sala del banquete, fue recibido por la oscuridad de la noche. Mientras se apresuraba a regresar a Rong Tian, ocasionalmente se encontraba con guardias haciendo patrulla. Cada uno de ellos llevaba una lanza, útil para proteger de cualquier atacante.

El cálido ambiente de la fiesta y la música animada fue aislado dentro de las paredes de la sala de banquetes.

El viento empezaba a arreciar y sus ráfagas atacaban la piel desnuda de Feng Ming. El príncipe se encogió de hombros y hundió su cabeza dentro del cuello con la esperanza de atrapar el calor que podía.

Las sospechas del Rey regente que había intentado desesperadamente de negar, eran ahora una dura realidad. Escuchar las acusaciones del rey hacia el oficial Xia era una cosa, pero comprobarlas lo dejaba helado.

Con una sonrisa engañosa, el Oficial Xia había intentado atraerlo a una trampa. Parecía que sin importar a dónde fuera, estaba rodeado de conspiraciones esperando para saltar sobre él, incluso en su propio patio trasero. Se estremeció ante la idea y un sentimiento de inquietud brotó de la boca del estómago.

Estaba horrorizado.

—Rong Tian... —Se ahogó al entrar al  dormitorio. La fachada tranquila que mantuvo durante el banquete se desmoronó. Se lanzó a los brazos de Rong Tian y susurró incoherentemente: —El Oficial Xia realmente... Él realmente...

Al encontrarse con su amante temblando, el corazón del Rey se derritió. El príncipe había buscado directamente sus brazos para mayor comodidad. Por lo que, sostuvo al joven en un firme abrazo. Con una voz tranqulizante, aseguró al príncipe: —Todo va a estar bien. Él no podrá lastimarte.

Feng Ming miró hacia arriba, con los ojos llorosos e inocente como un cervatillo recién nacido. La angustia de Feng Ming tiraba de las cuerdas del corazón del Rey. Plantó un suave beso en la oreja de Feng Ming. 

—Mientras yo esté aquí, nadie te hará daño. —Afirmó.

Feng Ming se vio envuelto en un momento de ternura, pero sus pensamientos vacilaron ante el recuerdo de Mei Ji. Los sentimientos amargos regresaron, gruñó y se movió fuera de los brazos  del Rey.

Se secó los ojos antes de informar con detalle la conversación que tuvo con el Oficial Xia.

Una vez que llegó a la historia de un joven que se ganó a la mujer más bella del mundo con sólo su mirada Rong Tian entendió por qué el joven estaba de mal humor.

El Rey se avergonzó cuando explicó torpemente: —Yo era un joven de sangre caliente, me enteré de esta belleza incomparable...

Feng Ming le interrumpió y le dirigió una mirada acusadora que tenía la intensidad de mil soles. —Aquí estaba yo asumiendo que era sólo una historia ridícula del Oficial Xia para convencerme.

El príncipe recordó la naturaleza coqueta del Rey, tal vez la monogamia no era su juego. Tal vez en cada país Rong Tian tenía escondida alguna belleza en aislamiento esperando el día en que se convertiría en Rey. Luego vendrían y todo, ''dispuestas a servirle como concubinas''.

Feng Ming pensó en los once países que estaban en desacuerdo. Eso era una gran suma. No podía dejar de dar rienda suelta a su frustración. Cogió las cortinas de la recámara, las apretó entre sus puños mientras corroía el material con sus dientes.

Feng Yu Jiu Tian [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora