Capítulo 26

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Enferma


Jude agradecía en su mente que las aulas en las que ella y Harley recibían clases las primeras horas por la mañana estuvieran tan cercanas, así él pudo ayudarla llevándola de un salón a otro, solo lamentaba que Riley no la hubiera visto hasta ese momento. "Le ahorraste una decisión que no quería tomar", comentó Harley en determinado momento como si hubiera podido leer su mente. "Sé que lo hiciste por él, pero... trata de que sea más por ti la próxima vez", agregó siendo muy impropio de sí mismo. Jude alzó la mirada para ver la expresión en su rostro, pero él la ignoró, dejó sus ojos turbios en el frente.
Cuando ingresó a su segunda clase y Harley la hubo dejado junto a una de las mesas más cercanas a la puerta, Jude notó a Ana en la otra esquina del aula. Se veía más delgada que la última vez que la había visto, lucía igual de pálida que ella y aunque se notaba que tenía varias capas de ropa encima, cualquiera podía darse cuenta de que era anoréxica. Su mirada la delataba, el vacío en sus ojos reflejaba miedo.

De pronto Ana la vio, Jude se estremeció y deseó con fuerza que el suelo la tragase cuando vio que ella se acercaba de prisa, casi con desesperación, como si fuera a arrebatarle algo.

—¡Jude, volviste! —Se reclinó en su mesa muy cerca de su rostro—. Tenemos que estar juntas a partir de ahora en adelante, por favor.

El labio inferior de Ana tembló, sus ojos se tornaron vidriosos, Jude pensaba que iba a llorar. Se preguntó de pronto dónde estaba Mia, pues hasta ese día nunca se había topado con solo una de ellas. Ana sin compañía parecía mucho más frágil, enferma y transparente.

—Ana, ¿qué te pasó? —susurró apenas Jude.

—Ahora entiendo por qué lo hiciste, Jude... —respondió con una voz temblorosa, de pronto tomó las manos de la joven—. Tenías razón todo este tiempo, es mejor morirse si no se puede lograr lo que uno quiere.

Lessin no supo qué decir, balbuceó sin lograr una palabra coherente. Entonces tuvo miedo de que algo malo le hubiera sucedido a Mia, o, al menos, que Ana lo hubiera provocado sin buenas intenciones.
El profesor de turno ingresó al aula y Ana se marchó corriendo hacia su carpeta al fondo de la habitación. La clase había dado inicio, agradeció que el maestro no hubiera realizado ningún tipo de mención respecto a su accidente o al hecho de que recién volvía a estudiar, ni siquiera había reparado en su silla de ruedas. Mas sabía que no sería así en todas sus asignaturas.

Cuando la clase terminó Ana volvió corriendo con su mochila en su espalda a donde estaba Jude, se ofreció a empujar su silla a su siguiente salón de clase, por lo que Jude no pudo negarse pues aún le dolían las heridas de las palmas de sus manos. Apenas salieron del aula y vieron a Riley de pie junto al umbral de la puerta esperando. Al verlo, la joven pelirroja se estremeció y le pidió a Ana que se detuviera.

—¡Riley, hola! —levantó la voz poco más de lo que hubiera querido.

—Hola, Jude —sonrió con ternura hacia la muchacha, luego fijó la vista al rostro huesudo de Ana y frunció el ceño—. Hola.

—¿Te puedo ayudar? —preguntó la esquelética muchacha alzando una ceja.

—Vine para llevar a Jude a su próxima clase —respondió tajante sin ningún ánimo de seguir intercambiando palabras con la joven y Jude se percató de ello.

—No te preocupes, yo la llevaré —acotó con una sonrisa forzada.

—Sí, me preocupo porque debe tomar algunas medicinas, su madre me entregó sus horarios y algunas píldoras que dejó en casa —intervino con rapidez y se puso de pie justo delante de la silla de Jude para evitar que siguiera avanzando.

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