Llegó a la recámara de mis padres para ver a Bastián jugando cartas con mi padre en la mesa que tienen aquí, ambos se me quedan viendo mientras busco a mi madre en su armario.

—¡Mamá!—gruño molesto.

—¿Qué necesitas, Cariño?—me doy la vuelta al escuchar su voz.

—¿Por qué mierda le dijiste a Natasha, qué tiene tres meses para estar embarazada?—su expresión cambia radicalmente.

—No le dije…

—¡No te metas en mi matrimonio!—jamás había discutido a este grado con mi madre—. Lo que haga o deje de hacer no es tu problema, mamá.

—Te dije desde un inicio que te divorciaras—me gruñe mi madre con el desprecio de siempre—. Te dije qué Natasha no es…

—¡No!—a este punto no me importa si estamos gritando verdades—. Lo que querías era que me casará con una de esas brujas de mierda con las que Bastián ha cogido muchas veces—mi hermano y padre guardan silencio—. No mamá, escogí casarme con Natasha porque me enamoré de ella y porque no quería ser infeliz como lo es mi padre contigo.

Mi madre mira a mi padre que está a mi espalda, no sé si espera que me regañe o que me diga algo por lo que acaba de soltar mi boca, pero me da igual. Hace mucho que estaba esperando decirle unas cuentas verdades a mi madrastra.

—Sam…

—Soy hijo del primer matrimonio de mi padre—le regreso lo que parece que olvidó—. Y solo eres la que llegó a ocupar el lugar de una reina no el de mi madre, así que deja de molestar a Natasha. Que no es broma, Meredith, ya estoy hasta la madre de soportar tus desplantes, yo no soy mi padre para eso.

Salgo de la habitación cerrando la puerta de un portazo, al hacerlo me topo con Natasha qué mantiene la cabeza abajo. La levanta al ya no escuchar mi discusión con Meredith, levanta la cabeza para darme una ligera sonrisa.

—Lo siento.

—Tú y yo necesitamos unas vacaciones—ríe despacio antes de que deje un beso en su frente—. O una noche para dos, pero lejos de este palacio aunque sea por una noche.

Me abraza y eso es lo que vale la pena, Natasha vale la pena.

Tengo el placer de amanecer con ella y de llamarla esposa, y espero que nunca sepa que estaba sobrio cuando nos casamos y que me embriague después de haber firmado el papel que nos unía como marido y mujer.

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El delicado sonido del piano me hace suspirar despacio, Natasha no quiso ir a ningún lado para ensayar lo que sea que Meredith la ha puesto ha hacer en estas semanas, por eso me pidió que la acompañará a esta sala, donde puede practicar en silencio con mi presencia a unos metros mientras leo un libro de los que me regaló en nuestros aniversario de dos meses.

Unos toques ligeros hacen que Natasha deje pasar a quien está del otro lado sin detener lo que sus dedos hacen en el instrumento que vive al ser tocado por mi esposa.

—Lamento interrumpir, altezas—Natasha ya se acostumbró a qué su propia madre la llamé alteza o majestad—. Pero la reina solicitó su presencia en el aviario.

—Dile a Meredith que estamos indispuestos—le respondo seco.

Natasha sigue tocando con esa gracia que la caracteriza. Raya bosteza y después acomoda sus patas para acomodar su cabeza sobre ellas.

Flojo.

Veo a mi esposa sonreír mientras sus dedos tocan el piano para darle vida.

—Me dijo que fueran—dice con un poco más de autoridad.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora