Taza de té

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La forma en la que lo veían los soldados y sus compañeros era muy importante para él. En su opinión, la buena reputación era lo más importante que podía tener un hombre, y ahora la suya, estaba amenazada al haberle dicho semejante secreto a Petra. Eso le quitó el sueño por la noche. Sumado al frío que estaba empezando a hacer, hhabrá dormido tan sólo unas tres horas.
Cuando se despertó, antes del alba, le restó importancia al tema. Comprendió que había cosas más importantes de las que ocuparse ahora mismo antes que pensar en lo que Petra podría decir sobre sus preferencias románticas.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes en su puerta.
Reconoce los golpes de su amiga.
-Adelante, cuatro ojos.
-LEVI ¿Cómo supiste que era yo?
-Hasta tu forma de golpear puertas es insoportable.
Ella río acostumbrada a los comentarios cascarrabias de su compañero, y le deseó los buenos días, como era costumbre entre ellos.
-Te ves extraño ¿dormiste bien?
-¿Tánto se me nota? Bueno, da igual. Siempre tengo ojeras, Hange.
-No, no es eso, tu cara es más amargada que de costumbre. - dijo ella en tono curioso, siempre se preocupaba mucho por su amigo, a quien admiraba y apreciaba mucho.
-Anoche me sucedió algo inesperado. Nada más.
-CUENTAMEEE
-No. Se nos hace tarde, cuatro ojos.
-Apenas son las seis- dijo ella insistente.
Era dificíl, pero el capitán muy de vez en cuando expresaba sus sentimientos, y muy rara vez también, contaba lo que le pasaba, solo que lo hacía a su manera. Y sólo con determinadas personas. Aquellas personas eran Hange, y el comandante Erwin, por quienes estaba dispuesto a dar la vida.
Levi suspiró rendido, sentándose en la cama, e invitando a Hange que se sentara en uno de los pequeños sillones que acompañaban el cuarto.
Dedicó su vista a la ventana. Odiaba hablar sobre sus cosas mirando a la otra persona a los ojos. Lo hacía sentirse vulnerable, débil.
Vio los árboles agitarse con el viento. El verde de las ojas llenas de rocío le recordaron a los ojos húmedos de Petra.
-Anoche Petra irrumpió aquí y me confesó que está enamorada de mí.
-Levi... Eso es...
-Cállate.
Siguió.
-Le dije que no estoy interesado en ella, ni en ninguna mujer.
Dejó un segundo de ver hacia afuera para mirar a Hange, lo mataba de curiosidad saber que expresión ponía ella. Aunque no lo admitía, le importaba mucho lo que opinara ella.
Hange trató de no parecer sorprendida. Trató de tomarlo con normalidad. Aunque le parecía extraño que al mismísimo capitán Levi le gustaran los hombres, no quiso tener ninguna reacción demasiado extrema, ya que conocía muy bien al capitán, y sabía que eso podría llegar a afectarle.
-No veo el problema. - Respondió la mujer levantando los hombros y haciendo una media sonrisa para generarle confianza a su amigo. Sus ojos demostraban un sentimiento sincero de empatía.
El chasqueó la lengua, como siempre hacía, cuando algo lo impacientaba o le daba rabia.
-Sí que hay un problema. Era un secreto. Tuve que amenazarla para que no dijera nada, y esa no era mi idea. Pero bueno... Al fin y al cabo ahora te lo estoy diciendo a tí. - maldita sea-murmuró.
-Levi... Me sorprende de tí que te estés preocupando por semejante tontería... ¿No conoces a Petra? No le contará a nadie. Y por mí tampoco tienes que dudar, de lo unico que hablo es de titanes-dijo ella riéndose de su propio comentario y tratando así mismo de alivianar las preocupaciones de su compañero.
-Espero que tengas razón, cuatro ojos.
-¡POR SUPUESTO QUE TENGO RAZÓN! - Dijo ella tan feliz y enérgica como siempre.
El capitán tomó su capa, se la colocó e invitó con un gesto a Hange para que lo siguiera y así salir de la habitación.
A unos pocos metros, estaba la puerta de la habitación del comandante Erwin, Levi miró por unos segundos, como si fuera capaz de ver a través de la madera para saber si el comandante se encontraba en la habitación o no.
-Erwin durmió en su oficina anoche, se ve que tenía mucho trabajo que hacer.
Dijo Hange, como si hubiera podido leer los pensamientos de su amigo.
Siguieron por el pasillo encaminados hacia la sala principal, para tener el desayuno.
Ya sentados en la mesa junto con Mike, Moblit y algunos más, Levi comenzó a preocuparse ya que seguía sin haber señal alguna del comandante. Era extraño, pero no era tampoco algo poco común, ya alguna que otra vez había pasado que se quedaba dormido en su oficina de tánto trabajar. Pasadas ya las siete, Levi tomó una taza de té, un trozo de pan con queso y se dirigió a la oficina del comandante Erwin.
Cubría la parte superior de la taza con su mano, ya que temía que el té se enfriara, afuera estaba helado,y no quería hacerle llegar a Erwin un té frío,por nada del mundo.

todo por él (Levi&Erwin) en español EruriWhere stories live. Discover now