Serie Almas Gemelas: Ellos

Capítulo 6.

Daniel Williams.

Mi puño impacta una y otra vez contra el saco de boxeo, controlo mi respiración y ataco. Creo que es la única manera en la que puedo dominar mis pensamientos o eso, intento. A veces me pregunto cómo es que pienso tanto en alguien, que no tengo a mi lado; ¿Qué clase de magia es?... Pero dentro mío sé que está ahí afuera, esperándome o tal vez no. Uno puede soñar.

Hablo de mi alma gemela. Es... Ni encuentro la palabra exacta para definir la sensación que me produce, es un anhelo profundo. Es decir, sabemos que poseemos un alma, pero se siente realmente que la tenemos cuando la encontramos. Es sentirte completo, también puede destruirnos con un pequeño gesto o con unas palabras, incluso el simple hecho de no encontrar esa mitad nos juega en contra.

Ya pasó un tiempo en que deseaba con todas mis fuerzas que apareciera, llegue a no reconocerme. Sentía tanta desesperación y ansiedad, que no me di cuenta de que perdía las esperanzas poco a poco. Dejé de esperarla/o, rompí una promesa, pero fue por la impotencia. No me arrepiento de haber tenido un vinculó, sé que se vio mal. Fui juzgado, al ser Alfa tu imagen es muy importante, si no también eres como un ejemplo a seguir. Tuve una relación con una amiga de la infancia, ella estaba casi en la misma situación y creo que nos dejamos llevar por un tiempo no muy largo. Di un paso al costado yo, por el bien de ambos.

La besaba o tocaba, pero no sentía una explosión en mi corazón. Era más como llenar un vacío. Decidí quedarme solo el tiempo que fuera necesario para encontrarla, y sé que debo pedir perdón, por no haber tenido la fuerza necesaria para controlar mis pensamientos.

Lo que más me jode es que tengo miedo de estar poco tiempo con mi Alma gemela, hubo muchos ataques y la edad ya es otro tema para mí. Solo la Diosa Luna sabe cuándo vendrá a interrumpir mi vida y agitar mi corazón.

—¿Queres comer algo?

—No.

—¿Otra vez pensando en ella?

Dejó de golpear el saco y aprieto los labios antes de soltar cualquier mierda que lastime a Chris. Bufo y pasó la mano por mi cabello. Sé perfectamente que de los dos es él quien más sufre. Después de Linda no volvió a ser el mismo, soy su hermano y sé que cada día se culpa. Vive en un pozo donde él se hunde solito.

—¿Debería hacerte la misma pregunta? — contraataco.

—Sabes lo que opino.

—Lo sé. Veremos cuanto te dura esa mentira.

Oigo su gruñido molesto y la puerta ser azotada. Niego con la cabeza, ya regresará. Volverá hacer él mismo. Una hora más tarde, luego de entrenar y salir a correr por el bosque. Entró en la ducha y dejó que el agua se lleve todo el estrés de hoy.

—¿Daniel?

—¿Qué?

Giró la cabeza y veo a Lucas entrar al baño con una carta en la mano, apagó la ducha.

—¿Sucedió algo grave? — le pregunto con el ceño fruncido mientras paso una toalla por mi cintura.

—No. Son los Moon. Dicen que vendrán un poco tarde mañana para la reunión.

Asiento.

—¿Vas a venir hoy con nosotros o te vas a quedar a descansar?

—¿Hoy? ¿Qué obligación tenemos hoy?

Se cruza de brazos mirándome. Espero paciente por su respuesta. Porque claramente olvide sea lo que sea que teníamos que hacer hoy.

Suelta un suspiro exagerado.

—Quedamos en ir a cazar. Hoy es miércoles.

—Ah, cierto. Sí voy.

Claramente, no me arrepiento de ir, porque al fin de mucha espera ella llegó. Nunca he estado más feliz de haber ido a cazar como lo estoy en este día. He aguantado tanto, que es inevitable que algunas lágrimas caigan de mis ojos. No sabía que enamorarse era algo tan fulminante y rápido, me bastó con verla y sentirla.

No tengo experiencia en el ámbito del amor, muchos menos en sentir algo tan fuerte como ahora. Me siento como un niño pequeño, desearía que mis padres se encontrarán aquí para que puedan vernos, verla a ella. Que mi madre me aconseje como tratarla. Quiero ser un caballero, hacer que se sienta segura y amada.

Primero debemos conquistarla. La Diosa Luna nos bendijo, los tres estábamos vinculados. Nuestra Alma gemela no conoce nuestro mundo, pero estoy encantado de enseñarle cada cosa.

Ella es perfecta. Todavía no ha abierto los ojos, ni hablado y ya me tiene completamente a su merced. Su rostro... Dios es un ángel, su cara trasmite inocencia y su cuerpo es un templo que estoy dispuesto arrodillarme y pecar. La observo por varios minutos y aprieto mis labios. No lo hagas. Déjala descansar. Aún no puedo creer que la tengo aquí, en mi hogar.

En mi jodida casa.

—Mierda. Mierda.

Aprovechando que mis hermanos se encuentran chequeando unas cosas de la manada. Ingreso a la habitación, aspiro el aroma que desprende al aproximarme a ella, jodidamente mi favorito. Con cuidado de no despertarla, acerco mi mano hasta su pequeña cintura y la arrastro lentamente hasta que su pecho quede apretando el mío. Sonrió emocionado al verla buscarme con su cuerpo, reacciona ante mí, eso es un pequeño avance.

Estoy en el paraíso, con solo tenerla cerca, sintiéndola junto a mí. Me siento completo y no mentiré que excitado también.

Me estoy volviendo loco.

Coloco mi cabeza encima de la suya y respiro hondo.

Al fin. Jamás te dejaré irte.

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