2. SUSPIROS DESDE LA LEJANÍA

11 4 0
                                    

2 DE FEBRERO

HARRY

- ¡Simon suéltame! ¡Sácame de aquí si tienes huevos, hijo de puta! ¡Abre la jodida puerta maldito bastardo! - grito con todas fuerzas, mis cuerdas vocales suplican que pare, pero no puedo rendirme.

No sé qué puñetas hago aquí, esposado por los pies a una pared. Todo es oscuridad excepto por un pequeño hueco por donde se cuelan algunos rayos de sol. Gracias a ese pequeño boquete, he podido controlar el paso de los días. Según mis cálculos es dos de febrero. Ya tengo diecisiete años; y ya ha cruzado una luna desde que Louis se quedó en la cabaña del señor George.

Louis.

Te echo tanto de menos.

Quiero pensar que te encontraron y te salvaron. Que estás en el hospital, bien atendido y cuidado. Contándole a la policía lo sucedido para poder encontrarme a mi, como prometiste. Y ayudado por nuestros amigos y tu família.

No hay instante en el que no piense en ti y le llore a nuestra fatídica situación. ¡Es tan ridículo! Odiados por ser gais y para colmo por mi profesor de literatura. No tiene demasiado sentido, ¿qué narices le importa a él lo que nosotros, dos jóvenes, sintamos?

Algo muy curioso también, es que llevo un día entero sin ingerir absolutamente nada y mi estómago no ha reclamado la ingesta de alimentos, no entiendo por qué. No sé cuanto tiempo podré estar así, con el cuerpo sin alma. Pero lo que sí sé, es que lucharé. Lucharé con todo mi ser hasta mi último aliento con tal de sobrevivir, de salir y ser libre aunque solo sea durante unos segundos. Daría lo que fuera por tan solo unos minutos al lado de mi hermoso y feliz ojiazul, lo que fuera por tener sus caricias en libertad.

- Louis... - digo en un suspiro y algunas lágrimas se arremolinan en mis ojos.

***

- No... estará a salvo... pues él... no sabrá nada... por supuesto que no... son unos críos... - oigo una voz distorsionada no muy lejos.

Pero no consigo escuchar con quién está manteniendo la entrecortada conversación. Me pesan mucho los parpados, me cuesta mucho abrir los ojos y siento una presión sobre ellos.

Una venda.

Tengo la boca seca y pastosa pero no la tengo cubierta por nada. Almenos Simon o quién sea, ha tenido algo de piedad conmigo. Pero aunque quisiera hablar, no puedo. Mi garganta está maltrecha y aunque me esfuerce, solo estoy logrando emitir algunos sonidos guturales casi inaudibles. O eso creo yo, porque unas pisadas de botas se acercan a mi. Puedo sentir su pesada respiración detrás de mi oreja y eso me ha erizado la piel. Su perfume tiene un olor empalagoso que me empieza a dar dolor de cabeza.

Es un hombre, sin duda.

Y dicho individuo está... me está soltando las cuerdas que aparentemente anudan mis manos a la silla. Tenía las muñecas tan apretadas que no podía ni sentirlas. Sus manos son rudas y ásperas, al igual que sus movimientos. mas hábiles. Cuando escucho el sonido de las cuerdas tocar el suelo de madera, pongo mis manos con cuidado sobre mi regazo y me sobo las muñecas doloridas intentando que recuperen la sensibildad.

El hombre sigue detrás, pero no se mueve, puedo sentir su pesada respiración sobre mis rizos, me estaba observando. Y odio sentirme observado. Sobretodo cuando no puedo ver quién es el individuo que me devora con sus ojos de tal forma.

Ninguno de los dos dice absolutamente nada y el silencio que se cierne sobre nosotros es cada vez más denso y agobiante. Finalmente, siento sus manos sobre el nudo que mantenía la venda sobre mis ojos. La desata con impresionante suavidad y dulzura, muy diferente de como lo había hecho antes. Cuando la tela resbala de mis ojos, una brutal luminosidad me obliga a volver a cerrar mis verdes orbes. Unos instantes después, vuelvo a abrirlos con más cuidado. He pasado dos días con completa absencia de luz y eso me está pasando factura. Me froto los ojos como un niño pequeño escuchando crujir mis doloridas muñecas, cuando una voz me sorprende :

Te encontraré [CANTERBURY #2] [LARRY]Where stories live. Discover now