14. El fallo en el plan.

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Ver a Alexandret entre tanto hielo, con los labios morados y peligrosamente pálido, hizo que Lee se estremeciera

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Ver a Alexandret entre tanto hielo, con los labios morados y peligrosamente pálido, hizo que Lee se estremeciera. No le gustaba para nada ese plan y la idea de buscar los fragmentos de la piedra de Cumbria sonaba descabellada y peligrosa. Sin embargo, aún más descabellado sería que ella dejara solo a Alexandret en esa misión que se había empeñado en emprender. Ya que era imposible que cambiara de opinión, lo ayudaría. Lo haría sin importar nada.

Lee balanceó su peso de una pierna a la otra con nerviosismo. Alexandret ya llevaba dos minutos en el hielo y fue cuando Nolan pronunció el conjuro que le permitiría proyectarse en otro lugar. Esa proyección en realidad era incorpórea: nadie podría verlo ni tocarlo, pero él sí los vería y, con suerte, eso serviría para ubicar un fragmento de la piedra de Cumbria.

—¿Alexandret? —preguntó Lee con cierto temor de que el muchacho no respondiera. Incluso se imaginó los titulares: "Los hermanos Jamerson enjuiciados y decapitados por el asesinato del príncipe de Macrew". Se estremeció ante ese pensamiento—. ¿ALEXANDRET?

La alarma creció en su interior al no recibir una respuesta inmediata, pero varios segundos después llegó la contestación de Alexandret.

—¿Qué? —inquirió y a Lee le sonó fastidiado.

—¿Te sientes bien?

—Sí, eso creo. Un poco mareado.

—Seguro que se te pasará en cuestión de segundos.

—¿Qué es lo que ves? —intervino Nolan, como siempre más pragmático y menos sentimental. Lee sabía que al igual que ella, Nolan se preocupaba mucho por Alexandret, pero su hermano era capaz de dejar a un lado los sentimientos, que según él no tenían valor práctico, y enfocarse de lleno en la situación. Lee siempre envidio esa cualidad de Nolan.

No hubo respuesta por parte del muchacho y Lee miró a Nolan con pánico. Abrió la boca para decirle que abortaran esa peligrosa misión, pero Nolan le adivinó el pensamiento y le indicó con un gesto que se tranquilizara.

—Alexandret, respóndeme —exigió con un tono calmado—. ¿Dónde estás?

—No reconozco el lugar. Hay mucha gente y es un espacio abierto.

—De acuerdo, ¿qué más ves?

—A... ella.

Nolan y Lee intercambiaron miradas; ambos con el ceño fruncido y una expresión de confusión. ¿Ella? ¿A quién se refería? Lee estaba tan perpleja que ni siquiera se sentía capaz de hablar. Se suponía que estaba buscando el lugar dónde podía estar el primer fragmento de la piedra de Cumbria, pero Alexandret había empezado a hablar de una mujer.

La dinastía ElvishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora