APARICIÓN INESPERADA

Zacznij od początku
                                    

Vi que tardaba en contestar y deduje que debía ser porque estaba admirando de nuevo mi trasero.

Sin pensar en las consecuencias abrí la puerta y apunté el mango de la ducha directamente a su cara, mojándole por completo mientras él se daba la vuelta sorprendido y se alejaba.

—¡Seguro que eso te aclara las ideas! —grité mientras imaginé que se perdía por la puerta que comunicaba a su habitación.

No sabía si había llegado a verme o no desnuda, pero lo cierto es que se había marchado y el baño estaba hecho un asco.

En el momento que volví para proseguir con mi ducha de nuevo sola, no podía dejar de pensar en una sola cosa; ¿Cómo habría sido si Alexandre se hubiera adentrado conmigo?

«Adriana te estas flipando» medité.

Pero fui incapaz de no imaginar ese cuerpo desnudo junto al mío mientras el agua caía fusionándonos en solo uno.

De pronto me descubrí bajando la temperatura del agua hasta que era realmente fría porque sentía un calor abrasador consumiéndome por dentro.

—La madre que me parió —pensé dejándome caer mientras apoyaba las manos en la pared—. Si estoy así el primer día, ¿Qué me esperan los siguientes ciento cincuenta y dos? Y encima sin traerme el consolador porque pensaba que volvería en un par de días — gemí ahogándome en mi propia pena.

Alexandre no volvió y sinceramente mejor que no lo hiciera porque en ese momento no sabía si le estamparía un guantazo en la cara por su descaro o me tiraría a su garganta en plan leopardo en celo teniendo en cuenta el calor indecente que me había provocado.

«Esto es un desastre. Un desastre que no va a funcionar» pensé dando vueltas por mi habitación tratando de calmarme.

Bien, analicemos la situación.

Estoy casada con él y si me largo no es que se esfume sin más, de hecho saldrá en la prensa y ni el congo belga me servirá para escapar, así que no hay escapatoria.

Por otro lado tener una aventura con el que se supone que es mi marido no parece mala idea.

¿Problema?

Siempre hay problemas cuando se prolonga más de una noche y yo tenía que estar cinco puñeteros meses.

Ni un día más.

Me tiré sobre la cama dejando salir un suspiro y cerré los ojos envuelta en la toalla. Debería secarme el pelo o pondría todo perdido, eso me recordó que tenía el baño hecho un Cristo, pero en ese momento necesitaba relajar mis músculos ante la tensión sexual acumulada.

«Toc toc toc»

—Vamos, no me jodas que es él otra vez porque esta vez si que mando a la mierda todo y me tiro sobre él —refunfuñé mientras miraba a la puerta que comunicaba con su habitación, pero el ruido se repitió y comprobé que no venía de allí.

«Adriana contrólate» medité mientras cogía aire y lo expulsaba lentamente.

Se trataba de un pequeño tentempié, cortesía de Alexandre que había dado indicaciones para que lo sirvieran en mi habitación.

Tras ponerme uno de los camisones que había en el armario, arreglar como pude el desastre del baño y secarme el pelo. Me senté en uno de los silloncitos mientras destapaba la que sería mi cena. Tenía cientos de mensajes de mi amiga preguntándome sobre que había sucedido y ciertamente casi había olvidado que debía llamarla. No lo hice, no tenía ni la menor idea de si alguien podría estar escuchando así que decidí responderle por mensajes contándole todo lo que había pasado.

Estuve entretenida hablando con Clara hasta bien entrada la madrugada, momento en el que me quedé sobada con el teléfono en la mano y rodeada de cojines para sentirme acompañada.

El estruendo de un fuerte golpe me hizo dar un salto de la cama.

—¡No he sido yo mamá! —grité inconscientemente.

—¡Oh!, ¡Te aseguro que has sido tu jovencita! —gritó una voz que reconocía pero que no era de mi madre.

En ese momento desapareció el sueño que tenía y contemplé a mi hermana mayor mirándome fijamente con ambos brazos en jarras.

¿Qué demonios hacía Celeste allí?, ¿Por qué estaba en Madrid?

Y de pronto recordé que no estaba en Madrid, que estaba en Bélgica y que estaba casada con el primo de Bohdan.

¡Ay mierda!, ¡No ha sido un jodido sueño!

—¡Anda hermanita!, ¿Qué tal están mis sobrinos? —dije poniendo una sonrisa inocente.

—¡Diecisiete años Adriana!, ¡Tenías diecisiete años cuando te casaste con Alexandre! —gritó haciendo caso omiso de mi pregunta provocando que toda la habitación temblara.

«Genial. Seguro que la ha escuchado medio palacio»

Si amigos míos, esta es mi hermana, la gran Celeste Abrantes.

Si amigos míos, esta es mi hermana, la gran Celeste Abrantes

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.
De Plebeya a Reina Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz