Capítulo XIII

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Sonó el teléfono y sin que dijera nada el recepcionista me avisó que el chofer venía con mis cosas, le dije que lo dejara subir y asintió.

Fui al baño y al verme la cara empecé a llorar de nuevo, tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar y debajo a conjunto, siempre divina yo, unas ojeras bien marcadas. No tenía ganas de ver a nadie la verdad, pero sabía que algún día me tendría que volver al mundo y no nos olvidemos que el miércoles mandaba el borrador del nuevo número a la imprenta definitivamente.

Tocaron a la puerta y abrí, era Jackson con todas mis cosas y Buster.

-Mi niño- dije cogiendo a Buster en brazos que agachó las orejas y me miraba triste.

-Señorita Green le he traído sus cosas y me tomé la libertad de comprarle unos pantalones tejanos- dijo tendiéndome la bolsa con mis cosas.

-Jackson, muchas gracias, no sé cómo agradecerte lo que estás haciendo por mí- dije y una lágrima cayó por mi mejilla.

-Tranquila, todo irá bien- dijo apoyando una mano en mi hombro- y por cierto no sé si debería decirle esto pero… bueno el señor Williams marcha a Tokyo por unos asuntos empresariales, así que no se cruzará con él en al menos una semana- dijo con una media sonrisa- y ya sabe, si necesita algo, llámeme- dijo tendiéndome su tarjeta y marchándose.

-Gracias, grité asomándome al pasillo.

Cerré la puerta y pedí el desayuno en la habitación. No tenía ganas de comer, pero Buster sí. Mastiqué con mucha pereza un trozo de tortita y al tragar me vinieron ganas de hundir la cabeza en el váter para que así como entró volviera a salir.

El domingo pasó lento, muy lento, pero decidí que por la tarde iría a mi apartamento para coger las cosas que necesitaba y llevármelas al hotel.

Pedí un taxi y dejé a Buster en el hotel, al llegar a mi piso Melissa estaba mirando una película con Roger.

-Wolf, ¿Qué te ha pasado?- dijo Roger al darse cuenta de mi cara de muerta-viviente.

-Mejor no preguntes…- dije mientras me iba a mi habitación.

Melissa acudió como un tifón e invadió mi habitación y poco después lo hizo Roger.

-¿Qué te ha hecho?- exclamó fuera de sí Melissa.

-Nada- dije yo con voz cansada.

-¿Alex?- dijo Roger.

-Mejor ni me lo nombres… Estaré en un hotel hasta el martes que es cuando más trabajo tendré por lo de la revista- dije mientras seguía recogiendo mi portátil y otras cosas como ropa interior y faldas, pantalones, zapatos y camisas.

-Ni hablar, ¿Un hotel? Pero que dices- dijo Melissa.

-Mel, lo necesito por favor- dije mirándola directamente con los ojos inundados en lágrimas.

-¿Qué pasó, cuenta por favor?- dijo Roger abrazándonos a las dos.

Al soltarme me dejé caer sobre la cama y me senté.

-Tu amigo… se estaba liando con su ex después de haberme presentado a su familia, que su padre me aceptara y de decirme que me amaba- dije mirándome la punta de los pies- y si no es mucho pedir, Buster está en el hotel- dije levantándome y marchándome con las cosas.

Me marché y dejé a Roger aún más petrificado que a Melissa, los dos como estatuas en mi habitación.

Al volver, abrí el portátil y entré en el correo electrónico para ver si tenía algún mensaje importante de la empresa. Al abrirlo, la fastidiosa ventana de noticias que sale siempre me dejó perpleja. El titular en letras negritas decía: “La feliz pareja se deja ver” y salían fotos de Alex y mías, yendo a almorzar y las del sábado por la noche.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora