Lleva el cabello recogido en una cola alta; viste un pantalón vaquero que le ajusta ligeramente la cadera y una camiseta manga larga que oculta sus pechos y las curvas de su cintura. Lejos está de ser la que me acompañó al Éxtasis, se pidió un trago y quiso fumar un cigarrillo. Parecen dos personas totalmente diferentes y eso me pone, no estoy seguro del por qué, pero lo hace.

—Eh, si... Ya... Ya tengo todo casi listo— titubea, estoy seguro de que la tomé por sorpresa.

Ella a mí también.

—Muy bien. Kellen te ayudará —su padre le hace saber—. Tengo que ir a una reunión de la iglesia, pero tu madre está abajo, por si acaso.

Interpreto eso como un <<te estamos vigilando>>.

Abraham estrecha mi mano para despedirse y se marcha escaleras abajo.

Observo a Dara bajar la mirada y balancearse sobre sus talones. Silencio incómodo.

—¿Vamos a lo nuestro? ¿O quieres seguir aquí de pie haciendo nada? —irónico, interrumpo la tensión. Consigo que ella pose la mirada sobre mí; sus labios permanecen ligeramente abiertos y debo admitir que, si pudiera besarla otra vez, lo haría.

—Sí. Esta es mi habitación —larga, señalando el ingreso tras ella—. Mi cama es la primera. Hay que moverla.

—Nunca pensé que conocería tan rápido tu cuarto —bromeo. Me fijo en su cama, tendida a la perfección. Por encima, lleva un cobertor de flores un tanto infantil. Pienso en burlarme, pero al instante se me hace demasiado cruel. En su lugar, me dejo caer sobre el colchón—. Me gusta. ¿Cómo se llama este? —pregunto, sosteniendo un animal de peluche.

—Es Bambi. ¿No viste la película?

—Ah, sí. Bambi. Ahora que lo pienso, se parecen. Quizá empiece a llamarte Bambi.

Dara sonríe y rueda los ojos. Punto para mí. Conseguí restar un poco de seriedad.

—Kellen... ¿Podemos comenzar?

Aunque estoy cómodo, me pongo de pie.

—Tu cama está muy bien, pero estaría mejor si estuvieras en ella —sigo provocándola y, al mismo tiempo, diviso como sus mejillas se tornan rojizas.

Tampoco puede evitar que las comisuras de sus labios se eleven lado a lado, aunque de inmediato se esfuerza por reprimir el gesto.

—Hablo en serio. Mi mamá está abajo. Podría estar escuchando —dice en voz más baja.

—Podemos hacerlo en silencio.

—Kellen, ya basta —su expresión vuelve a ser neutra, mientras se dispone a cargar una de las cajas—. Ayúdame con la otra.

Resoplo por lo bajo y hago caso a su indicación, sosteniendo un cajón que está bastante pesado. Dara se adelanta, guiando el camino, a pesar de que se muy bien hacia donde nos dirigimos. Hacemos lo mismo tres veces, vamos por las cajas y las depositamos en la misma habitación. Sin embargo, la última se resbala de mis manos al llegar y sobre el suelo, se desparraman un montón de papeles, carpetas y libretas.

Agotado, también me dejo caer, sentándome sobre el piso y apoyando la espalda en la pared. Curioso, recojo una libreta solo para husmear que clase de cosas guarda la rarita.

Echo un vistazo a algunas hojas donde me encuentro con recortes de dibujos infantiles, parece que Dara es una fanática de las películas animadas de disney. También hay textos, pero son demasiado extensos para leer y los salteo. Sin embargo, me detengo en la última hoja que está escrita.

ImpurosWhere stories live. Discover now