C A P I T U L O 23

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— ¿Así cómo?

— Deja de fruncir el ceño, te saldrán arrugas — dice y sorpresivamente deja un beso justo en la zona de mi frente donde se encuentra esa expresión facial — ¿Me vas a decir que ocurre?

— No es nada, de verdad

— Permíteme dudarlo — hace una pausa — Incluso en las llamadas que hemos tenido te he escuchado distante

— Harry, lo siento...

— No, no tienes que pedir disculpas de nada — me regala una sonrisa con el fin de tranquilizarme — Yo debo disculparme por no estar tan atento contigo, ya sabes, como en los viejos tiempos

— Tienes muchas cosas en que ocuparte — reposo una mano en su hombro — La boda, la oficina, tu compromiso...

— Pero ante todo eso estás tú — me interrumpe — Tú eres lo más importante, Isabella

Ambos nos quedamos en silencio y noto como sus ojos examinan cada detalle de mi rostro, pareciera que busca respuestas que le indiquen el porqué de mi comportamiento.

— Cuando venía de camino vi algo que probablemente pueda gustarte — dice y se acerca a su auto, abriendo la puerta del copiloto

— ¿Me tienes un regalo? — pregunto extrañada

La respuesta no la recibo con sus palabras, sino con lo que sostienen sus manos cuando se gira nuevamente en mi dirección.

— Harry...— digo lentamente

— Sé que no es mucho, pero, no lo sé — se encoge de hombros y me entrega un hermoso ramo de girasoles

— Son preciosos, Harry — susurro impresionada

— Recuerdo que cuando nuestras madres recién pusieron la florería, cada semana solía tomar un girasol de los jarrones y...

— Me lo dabas antes de entrar a las clases — termino por él la historia

— Así es — dice con una pequeña sonrisa — ¿Sabes por qué te daba un girasol? — pregunta y yo solo niego con la cabeza — En alguna ocasión, mi madre me dijo que esta flor significaba amor y admiración — hace una pausa — Y obviamente siento ambas cosas por ti, pero, también suelen ser sinónimo de felicidad, de positivismo y vitalidad, e Isabella — levanta su vista para mirarme fijamente — Desde el primer momento en el que te vi, le diste sentido a mi vida. Fue como si me iluminaras — confiesa — Así que, si tanto me gustan los girasoles, es simplemente porque me recuerdan a ti

Muerdo mi labio inferior para contenerme y no ponerme a llorar frente a él.

Últimamente me he sentido tan perdida y extrañamente abandonada, esto, a pesar de estar rodeada de tanta gente, así que, traer a mi esta clase de recuerdos y escuchar este tipo de palabras, llegan a conmoverme de sobremanera.

Y más viniendo de él.

— Te quiero — es lo único que puedo decir en un ligero susurro

— Y yo te adoro, amor — se acerca a mí y presiona sus labios en mi frente dejando un largo beso — Vamos, tenemos que ir al bar — con una de sus manos toma mi bolso y con la otra sujeta mi mano

— Pensaba ir primero a mi departamento, mi blusa se manchó de café y quiero cambiarme, además los pies me duelen mucho con estos tacones

— Entonces vamos primero a allá y luego vamos con los chicos. Les avisaré que llegaremos tarde — dicho esto, me ayuda a subir a su camioneta y luego le da la vuelta a esta para él también subir

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