C A P I T U L O 49

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C a p i t u l o 49 "Desayuno a la cama"

Maratón 2/3
Harry Styles

Habían sido meses terriblemente complicados durante la ausencia de Isabella, pero ahora, después de toda la espera, yo simplemente no podía creer que se encontrara acostada a mi lado.

Temía profundamente que esto fuera un sueño y me encontrara dormido o en algún punto intermedio.

Me dedico a observarla o mejor dicho, a contemplarla, porque tal como le dije la noche anterior, ella era como un bello ángel que ahora mismo reposaba tranquilamente dormida entre las suaves nubes.

Algunos pequeños suspiros salen de sus labios y una sonrisa tonta se asoma en mis labios cuando veo que hace unos tiernos pucheros; estaba seguro de que si ella supiera que suele hacer este gesto, se detestaría con toda el alma.

Isabella odiaba realmente los pucheros.

Miro la hora en mi celular y agradezco que solo sean las 8:00 a.m.

La hermosa chica que está recostada sobre mi pecho parece completamente perdida en sus sueños y, tomando en cuenta todo por lo que tuvo pasar el día anterior, comprendo que aún debe estar exhausta.

¿Qué se supone que deba hacer ahora?

¿Debería poner café y granola en una bandeja y traerle el desayuno a la cama?

¿Sería buena idea despertarla con todas aquellas palabras que aún no le he dicho y con unas cuantas caricias para demostrarle cómo me siento?

Con cuidado de no despertarla, la recuesto sobre la almohada, la cobijo con sus impecables sábanas blancas y antes de ponerme de pie, dejo un beso en su frente.

Salgo de su habitación y no puedo evitar soltar una pequeña risa al notar el desastre de ropa que dejamos en el departamento.

Primero paso al baño para lavar mis dientes con el cepillo que Isabella siempre tenía reservado para mí y después me dirijo directamente hasta donde se encuentran mis boxers y una vez que los tengo puestos, me ocupo de recoger del suelo tanto sus prendas como las mías; las doblo y las dejo sobre uno de los sofás, para después, caminar a la cocina y asaltar el refrigerador de mi mejor amiga.

Hago una búsqueda imparable y finalmente, decido prepararle hot cakes y picar alguna fruta; de igual forma, aprovecho las naranjas que están en el frutero y le preparo un jugo fresco y natural, tal como a Isabella le gusta.

No podía mentir, estaba aterrado hasta la coronilla.

Temía que Isabella despertara y me pidiera que me fuera de su departamento.

No tenía idea de si esto había significado algo especial para ella, porque en lo que respecta, para mí, hacerle el amor lo había sido todo.

Durante este tiempo había aprovechado para poner mi mierda en su lugar, o al menos, tratar de darle el mayor orden posible.

Era lo que todos en esta vida merecíamos.

En un principio, cuando supe que el viaje de mi mejor amiga se alargaría, mi mente se encargó de hacerme malas jugadas y además, de hacerme creer que probablemente eso era una simple excusa para seguir evitándome. Pero conocía a Isabella y sabía que había trabajado lo suficiente en ella como para huir de lo que ocurría entre nosotros.

Tardé un poco en entender el porqué de su partida, evidentemente sabía que se trataba de trabajo, pero era una obviedad que había algo detrás. Pero conforme pasaron los días pude comprenderlo y la respuesta era la más sencilla: simplemente necesitaba su espacio.

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