✬𝒉𝒐𝒓𝒂𝒓𝒊𝒐𝒔 𝒚 𝒍𝒂 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒂 𝒎𝒊𝒔𝒕𝒆𝒓𝒊𝒐𝒔𝒂✬

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Vera Nair

Estaba harta, no quería comenzar un nuevo ciclo escolar. El hecho de pensar que tenía que hacerlo y soportar otro año me daba asco. Sin embargo, ahí estaba, recostada sobre la cama en la soledad. Mi compañera no estaba, aunque sus mochilas sí, y aún no sabía de quien se trataba.

Tal vez no sea mala idea intentar llevar el último ciclo con calma, pero seguía pareciendo una idea imposible. Decidí despejar mi mente, tal vez ¿salir a caminar?

Casi todos los alumnos estaban en las puertas del consejo por los horarios, así que el patio me pareció una gran opción. Escogí un gran árbol y me senté con la espalda recargada en su tronco, simplemente dejando que el mundo siguiera girando. De vez en cuando pasaban estudiantes con un papel en la mano. Mis ojos se cerraron por un momento y al abrirlos tenía una sombra enfrente, escalé con la mirada para verle la cara... Yidhra.

– buenos días Vera ¿ya pastaste por tu horario? – cuestionó con falso interés, tenía esa típica sonrisa que tanto me jodía.

– ¿ya fuiste a pedirle dinero a Hastur? – contraataqué seria, su sonrisa se borró por un momento para luego idear algún comentario y volver a traerla a la luz.

– ¿ya fichaste a algún chico para follartelo? – mi cara se tensó, odiaba que tocara ese tema. Desvié la mirada a ninguna parte, no quería mirarla a los ojos, no la quería ahí.

– ¿no contestas? ¿será que ya no tienes los mismos gustos que antes? Oh... no me digas que...

– cállate, no sabes nada – quería dejar de escucharla, quería que se fuera a algún otro lugar a molestar a otra persona, apenas era el primer día y las clases ni siquiera habían comenzado, todo era un jodido infierno.

– ¿ah no? Podría apostar a que se más de ti que tus amigos... oh espera, no tienes amigos – volvió a burlarse mostrando de nuevo los dientes. Cerré mis ojos con fuerza e inhalé hondo.

– bueno, como sea, sabes que eres bienvenida en el club de mitología por si quieres cambiar de aires – sugirió, esta chica desprendía hipocresía – nos vemos – se despidió y se fue.

Una vez que estuvo lo suficientemente lejos, hundí mi rostro en mis manos y ahogué un grito para luego enterrar los dientes sobre mi piel, pensaba en su maldita sonrisa, en sus palabras, en su mirada llena de fuego y, sobre todo, en mis acciones.

Esto es tu culpa.

Tú lo pediste.

El sabor metálico de la sangre me hizo aflojar la mandíbula, me había hecho daño otra vez.


Melly Plinius

No sé cómo había convencido a Edgar de acompañarme por mi horario, pero lo había hecho, y ahora estábamos los dos sentados en una banca leyendo una lista de materias y clubes. Mi cabeza hilaba palabra tras palabra poniéndole sentido y al final de la hoja una oración que me sacó de mis casillas, "clubes obligatorios para las mujeres".

– ¿qué es esto? – le pregunté a Edgar sobresaltada sin separar la vista de la hoja y apuntando con mi dedo la oración, de reojo vi a Edgar asomándose.

– los clubes obligatorios – contestó con tranquilidad.

sí, pero... ¿por qué para las mujeres?

– los hombres también tienen si esa es tu molestia. – No, esa no estaba ni cerca de ser mi molestia.

– y ¿por qué los de las mujeres son cocina, costura o gimnasia arrítmica?

porque así lo estableció la dirección. – lo miré con confusión.

– ¿cuáles son los de los chicos? – cuestioné, necesitaba comprobar algo.

– creo que futbol, ajedrez y no sé qué otro – contestó sereno. Lo miré con el ceño fruncido.

– pero... eso es ¡ridículo! Las mujeres podemos jugar futbol y los hombres pueden cocinar.

– díselo a la directora – Edgar volvió a su hoja y dejó de prestarme atención, no pude evitar enfurecerme.

– lo haré. – Edgar volvió su mirada a mi desconcertado y luego soltó una carcajada, lo miré confusa.

– ¿qué es tan gracioso?

– es que... ¿tú? ¿convencer a la directora? – balbuceó entre risas – sabes que no eres la primera en tener esa estúpida idea ¿cierto?

– o sea que ya van varias personas que se quejan y aun no hacen nada ¿eh? – le cedí mi mirada más molesta, Edgar no se inmutó y volvió a su hoja.

– si quieres quejarte hazlo en el consejo, pero ve el lunes, hoy y mañana estarán ocupados y no te atenderán – entonces di por concluida la conversación y me retiré a la habitación. Vaya ideales machistas.


Aesop Carl

El día pasó rápido y al siguiente no tuvimos tiempo de casi nada, pasamos alrededor de 8 horas del día dentro del consejo recibiendo, firmando y autorizando horarios de todos los alumnos a nuestro nivel. Fue tan jodidamente cansado que a veces me daban ganas de quemar todo el salón con todos dentro, sin Joseph probablemente ya hubiera mandado a todos a la mierda.

Al final de la jornada quedé en verme con Eli, era muy agradable hablar con él después de tanto tiempo, después de todo, lo considero un buen amigo.

Nos terminamos reuniendo en el patio sobre el pasto un poco húmedo y la poca luz que la luna y las farolas nos ofrecían mientras hablábamos de cosas al azar, y así pasamos un buen rato.

– deberías tomar un descanso del consejo, siempre terminas demasiado estresado – opinó Eli con sus ojos fijos en la luna recostado sobre el césped.

– si me salgo del consejo, no podré volver a entrar – respondí arrancando un pasto y volviéndolo pedacitos.

pero si tú mismo has admitido que lo odias.

– lo sé, pero... me da muchos beneficios y...

– y Joseph... – completó la oración, me sonrojé un poco inevitablemente y me encogí de hombros, Eli me miró y luego rió.

– quien diría que el ejemplo a seguir de toda la escuela sigue en el consejo por la habitación conjunta que le dan con su novio – se burló.

– ay cállate – le lancé los trozos de césped a la cara y este los sacudió con su mano. – además, no es solo por eso, tampoco tengo que hacer exámenes ni entrar a ningún club, ser parte del consejo no está mal. – concluí.

– entonces deja de quejarte todo el día por eso.

La conversación cesó por un momento.

– tengo que irme, ya casi cierran las puertas – dije al cabo de un rato.

– sí, además mañana es lunes y no quiero desvelarme.

Asentí y me puse de pie, también ayudé a Eli para pararse. Ambos caminamos juntos hasta el edificio residencial y luego nos despedimos. Los pasillos que conducían a nuestras respectivas habitaciones eran contrarios, por lo que terminamos dándonos la espalda, caminé tres pasos cuando Eli me llamó para detenerme.

– oye Aesop – me di la vuelta, curioso.

– ¿sí?

– solo... ayuda a la chica con lo que ella indique – soltó. Lo miré confuso.

– ¿qué chica?

– no lo sé, pero algo me dice que te va a ayudar – Eli también se veía confuso, asentí temeroso y me fui del lugar dejándolo atrás.

No era la primera ves que Eli decía algo sin sentido, pero por alguna razón, todo lo que decía sucedía, como si tuviera una especie de don para predecir cosas o algo así. Durante el camino me quedé pensando acerca de esa chica que Eli mencionó, yo solo me hablaba con las mujeres del consejo y hacerles caso a todas sería un caos. Pudiste haber sido más específico Eli.

。゚・☆ 𝖑𝖆 𝖆𝖈𝖆𝖉𝖊𝖒𝖎𝖆 𝕺𝖑𝖊𝖙𝖚𝖘 ☆・。゚(identity v)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora