✧ ཻུ۪۪ 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌¡! 彡*ૢ 𝐬𝐚𝐠𝐚. [04]
❝ Nosotros estamos unidos
por algo más fuerte, y que
por más que hubiésemos
intentado evitar, nunca lo-
graremos separarnos. El
destino nos hizo est...
Finalmente habíamos llegado al restaurante en el que cocina Niccolo a los soldados eldianos. Hanji le pasó la nota a otra compañero marleyano de Niccolo para hacerle saber de nuestra visita a su espacio de trabajo.
— Oye, Artemis. —Olympia se agachó para susurrarme al oído—. Lo siento por no haber podido asistir a la tumba de Sasha, la abuela tenía que ser escoltada...
— No te preocupes, después podremos visitarla de nuevo. —le ofrecí una sonrisa calmada, ella en cambio, asintió.
Niccolo había salido del restaurante para recibirnos, se le veía confundido con cada paso que daba.
— ¿Son ustedes, chicos? ¿Qué sucede? ¿Algo urgente? —paró el paso, para después apuntar al interior—. Estoy ocupado tratando con invitados importantes en este momento.
Hanji subió las manos a los costados de su torso junto a una sonrisa nerviosa, — Bueno, está bien. Puedes volver al trabajo. Solo queremos hablar contigo más tarde.
Onyankopon notó los nervios de la comandante, así que mejor se puso en su lugar y habló.
— Sobre los voluntarios detenidos. Nos gustaría hacerle unas preguntas.
Frunció el ceño, — Bueno. Entendido.
Nos trasladó a una habitación cercana, tenía una gran mesa redonda con mantel blanco y sillas verdes, quería ponerme ahí a descansar después de haber estado tanto tiempo de pie.
— Ustedes pueden esperar aquí un rato.
— Oh, nunca supe de este cuarto. —Hanji lo analizó.
Habían muchas botellas de alcohol, lo más probable.
— Apuesto a que es una sala para los peces gordos de la Policía militar. — Connie daba vueltas en el salón.
— El vino del que habla la gente en el ejército. —con emoción, Jean agarró una de las botellas entre sus manos y la alzó ligeramente—. Escuché que sólo los oficiales pueden beber esto.
— ¿Qué dijiste? —Connie se le acercó con curiosidad—. Nosotros también somos oficiales el cuerpo de exploración, ¿no?
— Sí. Deberíamos merecer un regalo de vez en cuando. —nos la enseñó el cara de caballo.