Capítulo 39 [Último momento]

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Anton Strauss

Presente-Octubre 19

Estos momentos son los que más me joden. Saber que están tan cerca de ella me desespera, me hierve la puta cabeza y la impotencia de no poder encerrarla en un lugar seguro. Me carcome la mente y el alma. Aunque ahora estuviéramos en un complejo en medio de los Ángeles, eso no me convence en lo absoluto que la tendré cien por ciento segura.

—Megan abre la puerta, por favor—grita Janelle, abrumada.

Hace días su hermana no había salido de la habitación y maldita mierda que la inútil de Megan se ponga depresiva ahora no me servía en nada.

La aparté y pateé la puerta logrando que así se abriera. Y ahí estaba, sentada en la cama mirando hacia la ventana.

—Megan.

Janelle corrió hacia ella y se inclinó en el suelo para poder ver el rostro de su hermana. Ella no reaccionaba. Pero no era ella quien me importaba, era la tristeza y el dolor de ver en pedazos a la mujer que amo.

Está dispuesta a hacer lo que sea por vengar este desastre que Orel está causando. Tuvimos que volar directo a Los Ángeles, no nos podíamos quedar tan cerca.

La muy terca antes de llegar aquí quiso traer a dos de los idiotas de sus amigos, eso me complica demasiado lo que tengo planeado. Me negué rotundamente, pensé que lo había olvidado, pero lo que me tiene cabreado es que los encontramos saliendo del aeropuerto, ella les pagó el viaje y me desobedeció, otra vez.

Se me hace fácil mandarlos de vuelta por donde vinieron a ese par, y no por protegerlos, por mí se pueden morir saliendo de aquí que no me importa, lo que me importa es que, si ellos mueren, la que se va a seguir llevando la carga de sus muertes va a ser ella mismo y al final va a ser solo su culpa.

—Por favor, reacciona—le pedía presa del llanto.

Estoy harto de esta situación, si se muere sería un problema más y es lo que menos quiero ahora.

Me acerqué a ella y la levanté de un brazo. Cargué a Megan en mis brazos, seguido por la mirada de Janelle.

Llené de agua fría la tina y la tiré ahí, la sostuve debajo del agua por un par de segundos hasta que sentí con fuerza el jalón de Janelle con desesperación, entonces reaccionó. Comenzó a mover las manos desesperada en la tina y la alcé haciendo que vuelva a tomar aire.

—¡Anton! No seas imbécil la vas a matar—gritó Janelle a mis espaldas.

Megan intentaba respirar pero al menos ya había despertado.

—¿¡Acaso la vez muerta!? — grité sin regresarla a ver— Ahora sácala, llamaré a Sang para que le obligue a comer.

—¡Idiota! — gritó Megan desde la tina, tiritaba y sus dientes rechinaban por la fuerza con la que los apretaba.

—¡Me importa una mierda lo que yo se sea para ustedes! Pero reaccionen, no estamos para teatros de tontas depresivas y tampoco estoy para tus malditos arrebatos Janelle, cuando acabes con tu hermana, bajas.

Las dos se quedaron calladas y salí de ahí con la sangre burbujeándome de la rabia. Había revisado varias cámaras de la zona de la casa en donde mataron a los padres de Janelle. Dos me mostraron a los hombres que entraron a la casa, pero solo en minutos ellos volvieron a salir. No había duda que eran los mercenarios de Orel.

Sentí como un líquido me resbalaba por la nariz y de inmediato me fui al baño. Me miré al espejo y pude ver como la sangre salía en abundancia. Me lavé y me tomé las pastillas que Hotak me dio, al menos eso me ayudaba y el malestar de dolor en el pecho y cabeza se me pasaba en segundos. No tengo idea de lo que los medicamentos contenían, pero medicamentos normales definitivamente no eran.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora