Capítulo 21 [Buen viaje]

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ANÓNIMO

Esta mierda me está jodiendo la puta paciencia, como es posible que a tres de mis mejores hombres se les esté convirtiendo una tarea imposible el matar una estúpida niña, porque no es más que eso, una niña.

— ¡¿Qué es lo que se les hace tan difícil, montón de inútiles!? —la furia me está calando hasta los huesos— ¡¿Se les tragó la lengua la idiotez o qué?! ¡Respóndanme!

Los tres se miraron el uno al otro y saqué mi arma, apuntándolos.

—Señor, ya-ya estábamos a punto de matarla. Pero una niña se interpuso...

— ¡¿Y que mierda tiene que ver eso?! ¡Si mataron a la niña que mierda les costaba disparar una vez más y acabar con el trabajo!

—Señor, segundos después los hombres del Señor Anton empezaron un tiroteo y no tuvimos otra opción que escapar...

—No sabíamos que el señor Anton llevaría más hombres de los previsto. Nos demoró el dejar inconscientes a los guardias, lo cuales no eran solo los seis con los que lo habíamos visto en la entrada, fueron...

—¿Y a mí que mierda me importa? Necesito a la chica no su montón de escusas—aprieto la mandíbula, sintiendo la adrenalina correr por mis venas mezclado con el fastidio y la rabia.

—Pero señor...

Saco el arma y volteo disparando un solo objetivo con certeza, la cabeza de Connor.

—Esto que están viendo, no es nada para lo que le tocara al siguiente que me vuelva a fallar en otra misión—aprieto la mandíbula, conteniendo las ganas de matar al dúo de idiotas que queda delante de mí— ¿Quién fue el que mató a la niña? —cuestiono.

—Fue Adler, señor—responde uno.

—Ahora serás tú el que queda a cargo—sonríe con suficiencia y adelanta un paso—no acepto fallas, porque te juro que lo tuyo no será una muerte rápida, serás la comida de los cocodrilos y créeme que una muerte así, no es de las más gustosas—se le borra la sonrisa, traga grueso y prosigo—quiero que me traigas toda la información referente a Janelle Bullrich y Anton Strauss, ese par me tienen arto, quiero todo, padres, abuelos, hijos, allegados y todo lo que se le parezca. ¡Me oíste!

—Si señor, es un placer para mi servirle— asiento y doy la vuelta para irme. Esto no es complicado, pero se está demorando. Y eso no me gusta.

Janelle Bullrich

Marzo 24

Despierto sintiendo algo lamerme el rostro. Con los ojos cerrados comienzo a acariciarlo, es Rufus. No quiero despertar aún, es tormentoso.

Después de un rato de estar absorta en mis pensamientos abro los ojos y me quedo observando hacia arriba. Vuelvo a cerrarlos con fuerza conteniendo el llanto, no quiero llorar, ya no más, ella no se merece verme así, no le habría gustado.

Me levanto y observo por un momento la cadena de luna que se encuentra en el velador, la cojo en mis manos y me lo pongo junto a la de Anton. Me baño y me visto con un vestido acampanado, pero no mucho, junto con unos tacos. Me miro en el espejo y me veo mal, estoy llena de ojeras, mis ojos hinchados y pálida, me maquillo un poco y sonrío notando como te puede cambiar completamente el maquillaje.

Ayer no fui con Anton a su departamento porque hoy sería el último día que podría estar en mi casa, por primera vez no cuestionó, ni tampoco me contradijo y agradecí por eso, no sé cuánto tiempo me iré, sé que Anton dijo dos meses, pero sé que no será solo ese tiempo—a mí me costó prácticamente dos años.

Respiro hondo y salgo de mi habitación. Por un momento me detengo en la habitación de ella, donde siempre se quedaba, entro y en su cama esta su ropa, ya no tiene sangre, mi madre debió haber enviado a lavar, ni siquiera su fragancia se encuentra en él. Los labios me tiemblan y una que otra lágrima resbala por mi rostro. Sacudo la cabeza apenas su rostro asoma en mi mente y salgo, cerrándola con cuidado la puerta.

RULER Libro I  (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora