CAPÍTULO TREINTA Y TRES

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«Joder Minerva, enfocate y sal de aqui» murmura mi inconsiente. 

Mi cuerpo está por completo desnudo y mis pezones se endurecen por el cambio de temperatura, por lo que medio a tientas, una vez que bajo de la cama, comienzo a buscar mi ropa que está desperdigada por toda la maldita habitación, el piso alfombrado debajo mío silenciando mis pasos, mientras los recuerdos de lo que pasó hace algunas horas comienzan a azotarme:



Como les conté, había cerrado los ojos para descansarlos unos cuantos segundos —que resulta fueron unos cuarenta minutos— y me encontraba en aquel maravilloso limbo en el que aún no te duermes profundamente ni estás completamente despierto. Sentí que Pierce y Lena se removían a mi alrededor, hablaban en voz baja y también se reían, sin embargo siquiera era capaz de escuchar de qué se reían o qué era lo que estaban diciendo, yo era muy feliz en mi propio mundo de fantasía después de un maravilloso orgasmo. De todas maneras me desperté cuando sentí que mis piernas eran abiertas y algo caliente y húmedo era pasado por mi centro. Me removí con incomodidad, sin entender qué era lo que estaba pasando, cuando un movimiento circular en mi clítoris hizo que mis ojos se habrán de repente. Entrecerré los ojos, intentando ubicarme donde estaba y qué demonios era lo que chupaba mi chocho cuando la vi: Lena tenia el cabello rojo un tanto revuelto, mientras que sus ojos brillaban con una sonrisa mientras lamia y lamia. Gemí nuevamente cuando inserto el vibrador que había estado usando antes Pierce dentro mío.

Demonios.

De-mo-nios.

Mis caderas se levantaron casi por propia voluntad, sin embargo una enorme mano se poso en mi vientre, deteniendo lo que iba a hacer.

—Shhh... —arrullo Pierce, con las pupilas dilatadas observando lo que hacía Lena para luego clavar sus ojos en mi. —Quédate quieta.

—Yo...

—Lo sé preciosa, lo sé —murmuro, acercando su rostro al mío para besarme suavemente.

La lengua de Pierce acariciaba la mía con delicadeza, mientras mis gemidos eran ahogados dentro de su boca. Una de sus manos masajeaba su miembro erecto, mientras con la otra me tenia tomada por la mejilla, ladeando mi rostro a su antojo para profundizar el beso. Lena seguía a lo suyo, sin embargo en lo único en lo que podía pensar, era en Pierce y en las caricias que me estaba dando.

Porque era él, demonios, era él, la manera en la que me miraba mientras me besaba, la manera en la que su mano libre comenzó a tocar mi clitoris mientras Lena me lamia, la manera en la que solo tenia ojos para mi mientras alguien más estaba haciéndome sexo oral.

—No dejes que se venga —murmuró, sus labios cepillando los míos. Tienes que estar jodiendo, ya casi estaba. —Quiero que se corra con mi polla dentro.

Bueno, podía perdonar eso. 

Lena succionó mi clítoris con sus labios, haciendo que ladee mis caderas hacia arriba, siguiendo su dulce boca cuando se separaba. Mis ojos se clavaron en los suyos, sus labios están brillantes por la humedad que creo en mi centro mientras una pícara sonrisa adornaba su lindo rostro. Lena comenzó a escalar por mi cuerpo, nuestras tetas haciendo contacto, aquel toque hizo que un estremecimiento me recorriera el cuerpo entero, antes de besarme. Sus caderas chocan con las mías y...

Por todos los santos.

Se sintio bien.

Muy bien.

Ahora entiendo lo que decía Isa sobre frotarnos.

—Mi turno —murmuró Pierce, tomando a Lena por la cintura para apartarla.

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Where stories live. Discover now