CAPÍTULO IX

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Amanecer de nuevo a la vida fue como el alivio desesperado que encuentra un buzo a punto de ahogarse al lograr emerger a la superficie con su último aliento.

Sarah se despertó sobresaltada, y ni bien pudo empezar a enfocar bien donde se encontraba y las cosas alrededor comenzaron a tomar sentido, el dolor del alma le regresó como un aluvión. De tal forma, entendió que su regreso al mundo real se le tornaría el doble de insoportable.

El lugar donde se hallaba: el mismo cuarto del hospital de donde había creído salir pero en el que probablemente había permanecido en coma durante varios días mientras su espíritu soñaba que deambulaba, se divertía y amaba en Underground.

Su regreso al mundo real causó un auténtico revuelo por parte de quienes allí le acompañaban. Vio así salir a su padre y a su madrastra emocionados a buscar al doctor que la atendía, en compañía de una enfermera que al parecer se encontraba cambiándole de sueros momentos antes de que reaccionara. Y al voltear la cabeza lentamente presa de un pesado letargo, al tiempo que de a poco comenzaba a recobrar con claridad los recuerdos posteriores al accidente que casi olvidara, encontró a su madre a su lado... como nunca. Sentada junto a su cama en tanto oraba agradeciendo al cielo el inicio de su recuperación.

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Luego de haber sido revisada por los médicos, de que le dieran un buen pronóstico y le explicaran bien todos los problemas que le había causado el accidente, su padre se había despedido dulcemente de ella por ese día habiéndole pedido perdón además por su severo comportamiento. Disculpas que ella había aceptado, logrando hacer ambos las paces. Y entonces al cuidado de su madre, quien habían acordado se encargaría de quedarse con ella en las noches durante los poco que le faltaba para ser dada de alta; volvía a sentirse por ratos como la niña amada que había sido en su tierna infancia.

Su mamá, afamada estrella de Broadway que no hacía mucho había saltado también a la televisión y por ello era una mujer siempre ocupada, a la que había que sacarle cita con agenda, le sostenía en esos momentos en que recapacitaba sobre todo aquello, la mano todavía con catéteres.

"No hay mal que por bien no venga", se dijo Sarah así en su interior, contenta de no haber perdido al final de cuentas su costumbre de apreciar las cosas buenas de la vida aún a pesar de los malos tiempos... así le doliera en el corazón el saber que tendría que volver a encontrar la manera de llegar al rey de sus sueños.

-Me alegra mucho verte mamá- desde el fondo de su alma, con su voz débil en algún momento le expresó al tiempo que la bella y distinguida dama de largos cabellos oscuros iguales a los suyos, se debruzaba a abrazarla volviendo a llorar.

-¡Oh, mi niña! Perdóname por favor por descuidarte tanto... ¡Pero no volverá a suceder! Te aseguro que desde hoy tendrás a tu madre más presente en tu vida. Es una promesa-

Su progenitora visiblemente decidida, como pocas veces le había visto, decretó. Lo cual era tan asombroso, como el hecho de volver a verla después de meses. Con todo, aparte de abrir un camino hacia la reconciliación total entre ambas del distanciamiento que sus asuntos de trabajo habían ocasionado, le contó también ésta que nunca había dejado de conversarle como si pudiera entenderla y de llamarle de vez en cuando por su nombre. Le relató que era algo que le había nacido en su instinto de madre. Aquel detalle terapéutico que se le ocurriera desde el mismo momento en que le notificaran sobre su posible cuadro de coma, poco después de enterarse de lo sucedido y encontrándose todavía en New York ultimando los detalles necesarios con su agente para poder postergar sus proyectos. Y su padre, volviendo a tener confianza con ella luego de años debido a la complicada situación, le había permitido que pudiera ponerlo en práctica, acercándole su voz al oído vía teléfono de tanto en tanto desde que emprendiera el viaje a Ohio. Por lo que estaba por ende sumamente convencida de que su terapia era la que había logrado en poco tiempo los resultados esperados.

-¿Cuánto tiempo estuve así, mamá?- Sarah de tal modo necesitó saber.

-Casi cuatro días y teníamos tanto temor de que tu cuadro pudiera extenderse y agravarse, cariño- la artista contó

"Y yo pasé en el reino del laberinto toda una semana" Sarah recapacitó, recordando con nostalgia de nuevo aquella tierra mítica y mágica donde el tiempo corría desigual y que había tenido la oportunidad de recorrer por segunda vez.

-Sufriste múltiples facturas que va a llevar tiempo curar, amor, pero que las sabremos sobrellevar bien como ha pronosticado el doctor- su madre prosiguió para alentarle –Sabes, ahora que lo pienso, este acontecimiento sirvió para concientizarnos y hacernos cambiar para bien a todos... Con decirte que hasta la bruja de Irene estaba preocupada por ti. Me enteré que agobiada por el cargo de conciencia que tenía a causa de la discusión que ambas sostuvieran, que a veces gritaba tu nombre cuando venía al hospital a verte. ¡Está orate!- opinó aparte haciéndola sin querer sonreír.

Sarah entendió así de súbito lo de las voces y el por qué estas se tornaban de diferentes tonalidades e intensidad cuando las escuchaba. Todo aquello, tanta información, tanto cambio en su vida de repente por aceptar, en algún momento le resultó demasiado, que de repente volviendo a sentir dolor de cabeza, aunque esta vez más ligero, optando por mirar hacia la ventana para intentar calmarse, desde donde se alcanzaban a ver las luces de la ciudad aún a través de las persianas, se imaginó las de la Ciudad de los Goblins que a esas horas, siendo de madrugada, también debían encontrarse encendidas e invadida por la añoranza se dejó vencer por las ganas de llorar.

-No cariño- le dijo preocupada su mamá con ternura, procediendo a secarle las mejillas, pero ella no tenía ni idea de que su dolor no se debía en sí a su situación sino a la falta que le hacía aquel ser mitad humano mitad fey que había dejado en otra dimensión, en aquel hermoso mundo de fantasía ubicado con probabilidad al otro lado del universo, donde era el gobernante.


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Los meses pasaron y Sarah logró encontrarse en la decisión que le convenía en su vida. Su cuerpo empezó a sanar así como su mente y su alma a liberarse de odios y rencores, algo que debía traerle calma sólo que ésta no alcanzaba a llegar a su corazón. 

Después de superar el coma encontró la madurez que tanto había estado buscando pero con ello no pudo volver a emular el mundo del Subsuelo por mucho que lo intentó, y de tal forma, el día en que le tocó partir a la universidad, resignada a relegar a Jareth a la profundidad de sus memorias sin ya conservar la mínima esperanza de poder volverlo a ver, se asomó a su ventana a observar el anochecer y él árbol donde alguna vez recordaba haberle encontrado posado en su forma de ave. La de aquel búho majestuoso que solía acompañarle como silencioso compañero durante sus juveniles juegos en los albores de su adolescencia. Y aunque en esa ocasión no le halló, le agradeció desde el fondo del alma por todo, por la magia que le compartiera, por la alegría que le brindara y por lo mucho que le enseñara (fuese él de verdad real o no... aunque a esas alturas no le importaba), reiterándole mientras observaba la luna que ya comenzaba a aparecer en el cielo, que le amaría siempre tal como se lo prometiera.

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NOTA: A todos quienes hallan llegado hasta aquí, millón gracias. Nos vemos en el epílogo.

Belén

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