CAPÍTULO I

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Había llegado al extremo. No podía seguir así un día más, soportando lidiar con personas que le amargaban no solo el hígado sino la vida... Su madrastra con quien la convivencia a esas alturas se había vuelto intolerable y sumado a ello la continua presencia de las amigas de ésta en la casa destilando mala vibra y antipatía hacia ella, secundándola, le estaban a punto de volver loca.

Por entonces se le había ocurrido a Irene que lo mejor para el futuro de todos era irse a vivir a París. Todo desde que supiera que en el buffet de abogados donde laboraba su padre había una plaza de trabajo para cubrir en el país europeo. Era algo que tenía entre ceja y ceja y manipuladora como se había dado cuenta que era desde el primer día en que la conociera, sabía que no iba a dejar tranquilo a su progenitor hasta lograr convencerlo de que aplicara, aun cuando él se encontraba dudoso de abandonar su tierra natal. Y si lo lograba obtendría un doble premio, pues no solo conseguiría llegar a vivir en el país de sus sueños sino también deshacerse de ella, quien ese año se graduaba de Preparatoria y se encontraba realizando postulaciones para ingresar a alguna de las universidades en Ohio, el estado donde residían.

-Ya deja niña de hacer tanto drama ¿Acaso no hay universidades en Francia?- le había interpelado un día de forma despectiva, regocijándose de llevarle la contraria respecto a sus ideas de mudanza –Además, qué mejor lugar para estudiar Artes Liberales que la propia París. Por favor, un poco de sentido común niña-

-¡Sí, pero mi madre, mis amigos y toda mi vida están aquí en Estados Unidos!- le había restregado Sarah –Pero al final es inútil discutir contigo porque el motivo que en realidad te mueve es llevarte a mi papá lejos. ¡Mantenerlo lo más apartado posible de mí!- después de analizarlo mucho había llegado a esa conclusión, puesto que su progenitor en muchas cosas prefería consultarle a ella, y se lo sacó en cara con su indomable rebeldía. Algo que provocó que la rubia mujer se pusiera roja como tomate de la rabia contenida y que por ende no se midiera después en hacérselo saber a su padre a la hora de la merienda, cuando él regresaba a casa.

Sarah obtuvo así un fuerte regaño por su parte que terminó en una gran discusión.

-¡Sarah!, me he enterado que te has portado de forma muy grosera con Irene y lo peor es que este comportamiento viene ya de tiempo- el Sr. William había empezado reclamándole.

-Papá ¿es que no lo ves? ¡Ella te está manipulando para lograr sus propósitos!- Sarah trató de hacerle ver aunque no tuvo éxito

-¡Basta!- gritó al final el abogado dirigiéndose a ambas -¡¿Es que acaso nunca van a poder congeniar y siempre van a tratarse de enemigas?! ¡Ustedes son las mujeres más importantes de mi vida y no es justo para mí tener que soportar un problema así!- se quejó en tanto se desamarraba el nudo de la corbata sofocado por el coraje de encontrarse con aquel inconveniente al volver cansado de la oficina –Me mato trabajando y así es como me pagan- refunfuñó

-Papá lo siento, yo jamás hubiera querido que tuvieras este mal rato- condescendiente con su padre, Sarah por un momento dejó a un lado su rabia y centrándose sólo en él incluso trató de ayudarle, mas Roberto Williams con una seña de que se abstuviera de acercársele hizo que se detuviera.

-Si de verdad te preocupa mi salud hija como aparentas, ya es hora de que empieces a tolerar a Irene porque dentro de tres meses nos mudaremos todos a Francia- con una relativa calma que no combinaba para nada con su relevante resolución, y que se debía a que esa era su última palabra respecto al asunto, el jefe de familia terminó de hacer añicos los sueños y esperanzas de su primogénita, quien en ese instante lo supo perdido.

-Qué dices...- expresó apenas en un susurro del asombro mientras las lágrimas asomaban en sus bonitos ojos verdes, nublándole la vista al retroceder –Pero si hasta la semana pasada ni siquiera estabas convencido de aplicar a esa oferta-

-Pues así son las cosas, me di el tiempo de pensarlo a fondo y he llegado a la conclusión de que será una experiencia enriquecedora, tanto para mí como para todos ustedes. En especial para Toby, quien podrá crecer teniendo una visión de mundo, lo que a mí me hubiese gustado de pequeño- el hombre ya sosegado explicó

-Y es la mejor decisión que pudiste tomar querido. Te aseguro que no te arrepentirás de ello- desde detrás de él entonces se acercó su mujer con una sonrisa a abrazarle en señal de apoyo y Sarah entendió que aquello era también una manera de presumirle su victoria.

Ella solo movió la cabeza, sintiéndose de repente sola en medio de aquella casa de estilo victoriano y pronto comenzó a sentir que le faltaba el aire puesto que esté comenzó a volverse demasiado pesado, por lo que sin quedarse a argumentar más, salió corriendo de la sala hacia el exterior y agradeciendo que llevaba en sus bolsillos la llave de su pequeño Renault, coche que su padre le regalara en su décimo sexto cumpleaños, se embarcó en una espontánea travesía sin rumbo cierto, creyendo que una vez se calmara podría regresar a la casa a recoger sus cosas, para irse a vivir definitivamente con su mamá. Prefiriendo convivir con su ajetreado mundo artístico a seguir soportando su complicada vida... solo que no imaginaba que un delirio del destino pondría en riesgo su salud cambiando el rumbo de sus resoluciones.

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Continuará...

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