Mía

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POV Wanda

- Tócate para mí. - Escuché y gemí. Nunca había hecho aquello para alguien más. Natasha lograba no solo excitar mi cuerpo, jugaba con mi deseo y con mi mente. Era insanamente sexual y erótica. - Hazlo mi amor, deseo verte disfrutar y no hay nadie a parte de ti que me pueda mostrar qué te gusta o cómo te gusta. Muéstrame. - Dijo una vez más y asentí en cuando una sonrisa torcida apareció en su rostro.

Comencé a acariciar uno de mis pechos y a jugar con mi pezón mientras mi otra mano descendía hasta mi centro. El calor que irradiaba la zona era notorio y la humedad que había generado Natasha también. Ella miraba fijamente y sonriendo en una expresión entre deseo y malicia que lejos de asustarme, me excitaba más. Me hacía sentir poderosa, deseada y amada.

Al primer contacto de mi mano con mi clítoris sentí un espasmo contraer mi cuerpo y tuve que controlar el gemido que aquello provocó. Llevar mi humedad desde mi entrada hasta mi punto más sensible había requerido cierre los ojos con fuerza. Hacerlo frente a ella lo hacía más excitante aún.

En cuando comencé a jugar con mi entrada escuché también ella jadeó y saber que pese a no estarnos tocando aún nos afectábamos, me daba aún más valor. En cuanto mi mano se empezó a mover mis jadeos hicieron acto de presencia y los gruñidos por su parte, también. Parecía un animal encerrado que anhelaba la liberación.

- Maldita sea, Natasha... - Gemí fuerte cuando sentí una ráfaga de placer cruzaba mi cuerpo y eso fue suficiente para que ella terminara de sacar la última prenda de su cuerpo y saltara sobre mí. Darme placer no era algo que suela hacer pero desde que había comenzado a estar en esta encrucijada de sentimientos y deseo por ella, las pocas veces que lo había hecho, solo podía pensar en ella. Incluso más de una vez cuando ella volvía a su casa y mi hija descansaba yo acariciaba un poco mi cuerpo pensando en ella y en la inmensa necesidad que había despertado en mí.

- Si te vas a correr, va a ser conmigo dándote placer. - Dijo tajante y asentí. - Por favor. - Dije y me sorprendí de lo automático de mi ruego. Estaba sometida de una forma deliciosa y placentera.

Ella cogió una de las almohadas y me ayudó a ponerla bajo mi espalda baja para elevar un poco más mis caderas hacia ella. Antes de hacer contacto con mi centro me miró y ciertamente no reconocí sus ojos pero adoré conocer ese otro lado de ella. Era hambrienta, felina, sexual, desinhibida.

Cuando comenzó a atender mi clítoris, mi entrada, mi centro en sí, me perdí. Sea lo que sea que su maldita lengua hacía, solo me permitían sentir, no pensar... Y sentía la zona pélvica contraída, los dedos de mis pies curvados por el placer, tenía la columna algo flexionada, no podía abrir los ojos y mis manos estaban anudadas con la sábana de la cama. Un gemido ronco cruzó mi garganta y sentí afectó un poco mi cuerdas vocales. ¿Qué demonios estaba haciendo conmigo? Ni siquiera estaba usando sus manos aún, solo era su boca y lo irracionalmente habilidosa que parecía ser.

- Natasha! - Volví a gemir en cuanto sentí su lengua dentro de mí. No veía mas que el movimiento de su rostro y su cabeza ahí, pero sentía y la forma en la que curvaba su lengua en mi interior y al sacarla hacia círculos en mi entrada, comenzaron a hacer el sudor y unas ligeras lágrimas en mis ojos, aparecieran. Cuando por fin llevó una de sus manos a mi centro fue para tocar mi clítoris otra vez y aquello mas lo que hacía con su boca, me envió directamente a saltar desde el abismo. - Natasha!!! - Sí, era oficial ahora lo único que sabía decir era su nombre.

Sentí la ráfaga de placer cruzarme entera y mis caderas azotarse contra ella, no podía controlar mi cuerpo, estaba a su disposición y voluntad. Los espasmos le dieron igual, no sabía de mi y sentía cómo succionaba mi placer. Aquello lejos de ser un alivio había hecho en cuestión de segundo me vuelva a correr.

Quería cerrar las piernas, sentía esa maldita necesidad y ella me lo impedía, con la mano que quedaba libre me mantenía quieta y los músculos en su jodido brazo se marcaban. Lo último de lo que había sido consciente mentalmente hablando era de mí arañando su brazo y sosteniendo fuerte de su cabello y atrayendo otra vez su cuerpo a mí.

En cuanto me besó y sentí mi sabor llevé mis manos a su trasero y ella con una de sus manos seguía estimulando mi sexo. La toqué como ella a mí y gemí sobre sus labios. Estaba tan mojada como yo, se sentía tan bien tocarla así, hacerla gemir sobre mis labios y gemir sobre los suyos.

Mientras que yo seguía jugando con su centro ella se decidió a introducirse en mí. Habían sido dos dedos de golpe y aquello me había hecho acelerar mi movimiento en ella. Ella golpeaba en mi interior a un ritmo diferente al que yo la tocaba, pero igual de desesperante y excitante. Ella gemía en mis labios pero yo tenía que morder entre momento los suyos para controlarme. Cuando pareció encontrar el punto de placer que buscaba, todo se hizo borroso otra vez. No había dejado de tocarla pero ciertamente dudaba le estuviese provocando el placer que ella a mí.

Ambas buscamos nuestras miradas y vi sus ojos tan vidriosos como los míos. Había deseo sí, estaban completamente dilatados, pero también había amor, tanto que parecía irreal. Aquello me alzó hasta el precipicio y me soltó de golpe. El placer era tanto que me había tenido que sostener de ella y que para callar un poco el grito que había producido en mí, mordí su hombro.

Daba igual, no tuvo compasión y en medio de ello, con la humedad corriendo entre nuestros cuerpos, unió nuestros centros. - Siento que si no me corro también me voy a enloquecer. - Dijo sobre mis labios y mordí mi labio viendo cómo se comenzaba a mover. Ella seguía controlando, me proporcionaba placer buscando el suyo también y sin dejar de besarme. En cuestión de minutos ambas nos estábamos corriendo a la vez y éramos un desastre sudoroso, húmedo pero absolutamente feliz.

Ella cayó a mi lado y la sonrisa en mi rostro así como en el suyo, lo decía todo. Nos cubrimos ligeramente con ma sábana y nos miramos. La risa se abrió paso y nuestras manos aún permanecían unidas.

- Creo que encontré mi actividad física favorita. - Dije y escuché su carcajada. - ¿Por qué me escondías todo ese talento? Siento que le debes orgasmos a mi cuerpo. - Le hablé cambiando de posición y quedando acostada con mitad de cuerpo sobre ella.

- No sabía que tenía un talento a decir verdad. - Me miró divertida y me sonrojé aún más si eso era posible. - Y por los orgasmos no te preocupes, esto solo es un descanso y nos quedan aún muchas noches para disfrutar. - Me respondió y besé su hombro.

- Creo que eso dejará marca. - Noté lo que había hecho. - Wanda las marcas físicas son nada al lado de las que acabas de dejar en mi mente y en mi alma. - Se giró y quedamos una frente a la otra. - Quizás pienses que es producto del placer aunque espero que no, pero debes saber que te amo, creo llevo más tiempo del que imaginas haciéndolo y tenerte aquí, conmigo y que hayas accedido a ser mía y a hacerme tuya, es en definitiva lo mejor que me ha pasado en la vida. - Dijo y sentí mis ojos humedecerse.

- Maldita sea, te amo, claro que te amo y sé que no es un efecto post sexo. - Le dije y ella me besó. Cuando nos separamos solo pude sonreír. - Aunque déjame decirte que fue un muy buen sexo, el mejor. - Acoté y ella sonrió. No obstante, antes de que dijera algo más el radio-bebé, sonó.

- Voy yo y solo porque estoy agradecida no haya sido diez minutos antes. - Dijo y me reí. - Te amo. - Dijo otra vez y sonreí. - Te amo más, no tardes. - Respondí y me besó antes de salir.

Natasha me amaba... a mí, solo a mí. - Ay Dios mío... - Exclamé y me tumbé boca arriba en la cama. Eso era sentirse feliz ¿verdad?

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Bien, eso es lo mejor que pude hacer. Espero les haya gustado. No estoy segura de si mañana publicaré, quizás sí, pero muy probable en esta hora también.

Agradezco que lean y agradezco aún más si votan. Jaja, y duda: ¿sí quedó bien?

Real e Ideal  - Scarletwidow / WandanatWhere stories live. Discover now