Se que no soy una chica normal. Al fin y al cabo, ¿qué persona ha sido entrenada desde niña para defenderse y para matar?
No me acuerdo de lo que pasó aquella noche oscura, ni porque a partir de ahí todo se me ha borrado. Lo único que quería eran re...
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Amber Lee sabía algo.
Aunque ni ella misma sabía el que.
Lo que había que hacer ahora, era quitárnosla del medio.
Amber solo era un pequeño bache en nuestro camino.
Estaba en el pasillo, cerca nuestro, y hablaba sin saber nada, pero sabiendo algo.
–¿Dónde está Jonshon? Lo sabéis perfectamente. –pregunta Lee.
–No sabemos nada. –dice Ludo.
–Nos vamos, no quiero escuchar tus paranoias. –digo con el mensaje de vete a la mierda subyacente.
Seguíamos el pasillo en silencio hasta que llegamos a nuestra habitación y conseguíamos estar sin que nos oyera nadie, o eso es lo que creíamos.
Me duché y me dejé el pelo suelto, cayendo por mis hombros, y cuando preparé los libros, vino Axel.
–Después de las clases tengo algo que enseñaros a las dos.
Asentí y fuimos a la clase de venenos.
Recorrí el mismo trayecto que ayer hasta llegar a la enorme puerta abovedada de la clase. Allí nos esperaban todos, llegábamos justas de tiempo.
Me senté al lado de Ludo, en el mismo sitio que ayer, y abrí el enorme libro de venenos.
La clase pasó normal, sin ningún tipo de descontrol ni nada por el estilo. Elle y Félix de vez en cuando me miraban y poco más.
Salí de la clase camino a la siguiente; historia
Sigo a Luka y a Axel, los cuales no se habían inmutado en todo el camino, así que, para romper el silencio, Ludo se decidió a hablar.
–¿Que es eso que nos quieres enseñar? –preguntó Ludo.
–Un secreto, algo de lo que si ahora hablas, ya no será un secreto. –dijo Axel en un tono seco.
Así que no hablé para no molestarle.
Llegamos a la clase de historia. La historia me gusta, solo que se escasas cosas de familias de este estilo. Mi padre me hablaba de ellas, solo que yo la mayoría del tiempo no le hacía caso, ya que pensaba que esa información no me serviría para nada. Algo de lo que ahora me doy cuenta que me equivocaba.
Me siento en el mismo sitio que ayer, y me acomodo.
Miro de reojo a Elle y Félix, que están a mi derecha, y a Lyv y Amber, a mi izquierda, y me pregunto porque Félix y Elle me odiarán tanto. Lyv y Amber al fin y al cabo tienen razones para odiarme, a Lyv por ganarla y a Amber por haber matado a su amiga.
La mirada de Axel me dice que tengo que dejar de mirarlos y me reclino en mi silla.
El profesor Harrison hace girar un globo terráqueo antiguo sobre un estante de madera. Tiene los hombros echados hacia atrás y la barbilla levantada, lo que le da una presencia imponente. Mira al globo terráqueo y no a nosotros.
