El profesor de ciencias

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El hombre se dignó a mostrar su rostro luego de que fuera amenazado con despedazarlo en el mismo sitio en el que se encontraba. Salió de entre unos estantes que adornaban el salón, poniendo sus manos a los lados de sus hombros mostrando que ningún objeto punzante yacía en sus manos.

— Aquí estoy, Suárez. No hace falta que sigas gritando —la joven tragó saliva mientras lo observaba a los ojos. Ella tenía miedo. Mucho.

Luego de un breve momento en el que pudo calmar sus ansias de golpear el rostro roto del hombre, habló esta vez más calmada.

— Profesor-

— Alumna —interrumpió él, con un tono sarcástico en su voz haciendo que la joven frunciera el ceño con asco—. ¿Alguna pregunta?

— ¿Por qué lo secuestró?

La joven seguía estática mientras observaba al hombre. Quería hacer más preguntas, hacer que confesara por los grandes pecados que había y estaba haciendo. Éste se dio media vuelta y siguió escribiendo en la pizarrita de plástico, una ya vieja y rayada que había que cambiar.

— Sobre la materia, alumna. Sobre la materia —escupió con frías palabras.

— Entonces, ¿por qué con cloroformo? —el profesor sonrió levemente—. Es un tóxico, ¿cierto?

— Es un compuesto químico, incoloro y de olor fuerte. Puede obtenerse habitualmente en la industria farmacéutica, utilizando hierro y ácido sobre tetracloruro de carbono.

— No responde a mi pregunta cómo yo quisiera que lo haga.

— Entonces repita la pregunta.

El ambiente del lugar había sido frío durante las horas que habían estado allí, dando clase. Los pocos cuerpos que había se encontraban entre moscas carnívoras que eran frecuentes, moscas cadavéricas podrían ser. Estas que comían los cuerpos en descomposición, también hay gusanos, bichos en general, las moscas...

— ¿Por qué utilizó cloroformo en concreto?

— Se consigue fácilmente —dijo unos minutos después de un breve silencio.

De un momento a otro, el sonido de la sirena sonó algo roto, haciendo que no se pudiera apreciar bien la melodía que sonaba. Una de piano. El profesor se giró hacia su alumna y tras un leve movimiento comenzó a acercarse a ella lentamente hasta estar frente a ella. Alzó sus brazos que sujetaban una vara metálica y lo último que pudo escuchar ella fue un:

"Se ha terminado la clase".

Relatos de un marinoWhere stories live. Discover now