Capítulo VIII. Veriska

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El beneficio de estar en campo en un país tercermundista y machista es que solo hace falta ropa muy ordinaria para que una mujer sea casi invisible. Una sudadera ancha, jeans anchos y zapatillas corrientes son más que suficientes para que nadie voltee la mirada por una joven morena. Soy como una rosa envenenada que emerge en el fango y los cerdos ni siquiera notan la diferencia.

Ocultar las curvas de mi cuerpo es un asunto de estricto rigor para no ser notada. Inspiro sensualidad, pero bajo estas anchas y vulgares ropas parezco más bien regordeta. No soy muy alta, soy de estatura pequeña. Eso ayuda a a mi intención de no ser notada. Mi rostro tiene rasgos delicados y redondeados, pero la capucha de la sudadera ayuda a ocultar esa poca belleza que quizás pueda ser notada, lo dudo. En este país, a una mujer primero le miran el culo y luego el rostro. Si lo primero no llena las espectativas jamás se fijarian en lo segundo. Lo repito, una rosa envenenada en el fango.

Veriska, ese es mi nuevo nombre, camino cabizbaja por las calles inundadas del drenaje del centro de Lima. Busco una mujer, o un recipiente de mujer para ser más exactos. Una prostituta callejera. Esta ramera sobrevivió a un tiroteo en un local nocturno y ha cobrado cierta notoriedad al ser entrevistada por un canal local que se dedica enteramente a contar historias sobre escándalos sexuales, chismes faranduleros y cualquier idiotez que la gente ignorante de este miserable lugar esté dispuesto a tragar. Evidentemente, la historia de una prostituta sobre hombres demonios luchando en una discoteca son de interés para ese tipo de programas. La cultura de hoy es la burla del ayer.

La entrevista fue bajo una sombra que pretendía ocultar su identidad, pero cualquiera, con algo más que alcohol en las neuronas, podía adivinar que se trataba de la prostituta que recibió un roce de bala a la altura de la cabeza. Su fotografía había sido publicada en internet mucho antes de que cualquier medio local si quiera la mencionará. No sería importante si no fuera por que es una de las sobrevivientes de aquel tiroteo. La perra logró tomar una secuencia de fotos con su barato teléfono. Es la puta responsable de que en la red circulen imágenes de los implicados en el tiroteo y sobre todo el rostro del socio de mi nuevo padre. Curioso, una ramera que alquila amor falso morirá por publicar la verdad.

Pagará por ello, las fotos ya estaban en la red, lamentablemente la energía estática no afectaba a las cámaras de los teléfonos celulares cuando toman fotografías. Si hubiera optado por grabar la pelea solo hubiera tomado unos segundos y luego estática, pero la mujerzuela optó por tomar fotografías. Tal vez, solo por un error en sus dedos dentro del nerviosismo del tiroteo, tal vez por algo más, quien sabe. Uno puede toparse con muchas sorpresas en este oscuro mundo. Da igual, las imágenes ya circulaban la red, no había forma de detener aquello, pero si que se podía silenciar el hocico de esa perra. Es posible que nadie le creyera, los desvaríos de una prostituta nunca llegan a oídos importantes, pero las imágenes sí tenían un discurso sin prejuicios salvo por lo fantástico del contenido. Un hombre de poncho disparando contra otro que no era más que un borrón en la imagen. Los entendidos dirán que se trata de un efecto de luz y enfoque de movimiento, pero yo sé la verdad. Era el cazador, el exterminador, el purificador, el inmortal. Esta aquí, en la ciudad, y ardo en deseos de ver sus ojos, de sentir su fuerza, de entregarme a él y matarlo. Matarlo una y otra vez a placer. Esos son mis deseos, ahora no importan, tengo un objetivo.

Encontrar a una ramera en las calles de Lima es bastante fácil. Basta con saber el nombre que usa en su oficio y cualquier tipo que encuentres en las calles podría decirte que cuadras frecuenta. El problema con esta prostituta es qué, aunque muy conocida, no salía a las calles debido a su reciente fama. Ahora atendía en su propia habitación alquilada o por lo menos esa fue la información que obtuve al ser abordada por dos adictos pretendientes a violadores.

Esa es la desventaja de ser una mujer en el campo en un país machista y tercermundista como este. Basta tener un agujero entre las piernas para que las más inmundas lacras intenten ultrajarte, aunque ni si quiera te miren. Claro, eso también representa una oportunidad para interrogar a los infortunados que intentaban abordarme sin saber lo que realmente soy.

El Maldecido Inmortalحيث تعيش القصص. اكتشف الآن