CAPÍTULO 3

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Perth caminaba de un lado a otro delante de la puerta trasera de la casa de Off, retorciéndose las manos y luego agitándolas cuando empezaban a sufrir calambres.

Saint se había ido.

Saint se había ido.

Saint se había condenadamente ido.

Él se acababa de ir.

Ni una palabra.

Ninguna nota.

Ni un mensaje.

Ninguna llamada telefónica.

Saint sencillamente había preparado una pequeña bolsa, dijo que iba a hacer unos recados, y nunca había regresado. Y Perth se iba a volver loco.

Había pasado la mayor parte de los últimos tres años asegurándose de que Saint estuviera a salvo, y ahora ni siquiera podía hacer eso porque el hombre se había ido. Esto era casi peor que cuando el Profesor los tenía. Por lo menos entonces, Perth se aseguraba que Saint continuaba recibiendo sus medicamentos siempre y cuando Perth jugara a la pelota con el Profesor.

Con Saint fuera en el mundo por su cuenta, Perth no podía estar seguro de nada. No sabía si Saint estaba tomando sus medicinas, cuándo iba a necesitar más, si estaba comiendo bien, o incluso si tenía un lugar caliente para dormir.

Él no tenía ni idea.

Y Perth estaba en agonía. No podía creer que Saint simplemente lo hubiera dejado así. Había pensado que tenían algo especial. Ahora, estaba empezando a preguntarse si todo había estado en su cabeza.

Tal vez Saint no lo quería ahora que tenía la oportunidad de la libertad sin alguien como Perth. Perth había hecho cosas, cosas malas, y él lo sabía. Pero las había hecho para mantener a Saint a salvo.

Seguramente Saint vio eso, ¿no es así?

Justo ahora Perth no estaba seguro de nada. Dudas que nunca había tenido antes, comenzaron a introducirse en su mente. Las inseguridades estaban surgiendo.

 ¿Por qué Saint simplemente se levantó y lo dejó? ¿Saint no atesoraba la relación que compartían tanto como lo hacía Perth?

El sonido de un vehículo entrando en el camino de entrada llamó la atención de Perth. Con el corazón latiendo en su pecho, Perth corrió hasta el borde del patio, esperando que Saint estuviera regresando a él.

Era Zee.

Perth no tenía ni idea de lo que se apoderó súbitamente de él, pero estaba tan enojado, y sencillamente sabía que toda esta situación era culpa de Zee. Si Zee sólo los hubiese aceptado a él y a Perth, entonces nada de esta miseria estaría pasando.

Perth sintió la necesidad de lastimar a Zee tanto como él lo había hecho. Corrió por el camino de entrada cuando Zee aminoró la marcha de su camioneta hasta detenerla. Tenía la puerta abierta antes de que el motor incluso se apagara. Comenzó a golpear a Zee, a gritarle.

—¡Tú hiciste esto! —Perth gritaba mientras golpeaba con los puños el ancho pecho de Zee, apenas notando que Zee no trataba de detenerlo —Saint todavía estaría aquí si no hubieras sido un hijo de puta.

—Perth…

—¡Tráelo de regreso! ¡Quiero a Saint de vuelta!

—Perth…

—¡Te odio! —Los gritos de Perth lentamente se convirtieron en sollozos cuando dejó de golpear a Zee y se desplomó contra él—Te odio —gritó —Hiciste que Saint se fuera.

ʜᴏᴍʙʀᴇ ᴇɴ ᴇʟ ᴍᴇᴅɪᴏ//𝒁𝒆𝒆𝑷𝒆𝒓𝒕𝒉𝑺𝒂𝒊𝒏𝒕Where stories live. Discover now