5.

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Sábado y domingo Emma no se había presentado en el parque. El sábado estaba demasiado cansada para siquiera levantarse de la cama y el domingo era para pasarlo en familia, como todos los domingos.

El rubio tampoco se había presentado ese fin de semana, aunque en realidad Emma no tenía forma de saberlo.

Para el lunes, Emma no sólo tenía energías renovadas, sino que tenía nuevas esperanzas y objetivos. Esa tarde frenaría al rubio, se disculparía por su actitud y le preguntaría su nombre. Con suerte, se quedarían hablando un rato más y luego ella le pediría su Facebook, o Twitter, o número de teléfono. No esperaba que él se enamorara a primera vista como creía que a ella le pasaba. Pero era una intriga indescriptible y Emma sabía que no moriría sin haber tenido una conversación con él.

Así que ese lunes se presentó más temprano de lo normal debido a la emoción y los nervios. Bobby estaba algo cansado ese día, así que se limitó a recostarse a los pies de Emma y dormir. Ella chequeaba su reloj a cada rato, viendo como el tiempo pasaba cada vez más lento. Dicen que cuanto más ansías un momento, más larga se hace la espera. No mienten.

Se hicieron las seis, y no había rastros del rubio. A Emma le pareció extraño, pero, ¿quién sabe? Se podría haber atrasado. Se hicieron las siete treinta, Emma debía volver a su casa. Del rubio, ni noticias. Quizá solamente había tenido planes más importantes que correr o tenía que estudiar o cualquier cosa relacionada.

Pero el rubio no se presentó el martes ni el miércoles, y Emma comenzaba a preocuparse aunque él con suerte sabía de su existencia. Jueves, viernes, y seguía sin saber nada. Esperaba que él se hubiera ido de vacaciones a mitad del año, y que sea algo así. Sin razón para preocuparse.

Pero otra semana vino y se fue, con Emma en el pasto con Bobby y el rubio en algún lugar lejos de ella. Emma estaba preocupada. La semana anterior hasta había pensado que él había cambiado de parque por ella, pero ahora la preocupación era más seria. Y Emma no tenía forma de saber qué le había pasado. No tenían amigos en común, ni siquiera iban a la misma secundaria.

¿Por qué se preocupaba tanto por alguien que no conocía? No sabía su nombre, su edad, sus gustos, su secundaria, nada. Así que ese viernes, el último día de la segunda semana, tomó una decisión.

Iba a seguir yendo al parque, por supuesto. Pero a la otra punta, para no tener que verlo si volvía. Iba a olvidarlo. Y cuando Emma se proponía algo, nada la frenaba.

Exquisito dolor ➳ l.hWhere stories live. Discover now