You're Always On My Mind (Fred Weasley Fanfic)

En las cenizas (parte II)

<Tú>

Tras minutos agonizantes y de terror, llego a alcanzar mi varita. Se escuchan gritos desesperados por todas partes, gritos pidiéndo auxilio.

Al tocar mi varita y sin decir palabras me desato instantáneamente. Me levanto y empiezo a correr fuera de la habitación. Abro la puerta y miro como la gente corre desesperada a mi alrededor con mucha dificultad. En el aire se ve simplemente humo y cenizas. Corro por las escaleras empujándo gente sin parar. En el piso de abajo se ve aún peor, hay paredes rotas y depronto empieza a caer el techo.

Horrorizada empiezo a correr escaleras abajo.

¿Por qué no desaparezco? Porque no puedo hacer una desaparición ante muggles (ley del código de magia número 365, declarada el año anterior). Hay un gran estruendo y simplemente sé que no creo sobrevivir, estoy en uno de los últimos pisos y para salir tendría que bajar apróximadamente 50 escaleras. Miro a todos lados, ahora se ven solamente escombros por el hotel.

Hijos de puta éstos tenebrosos. Los escombros están en llamas, así que vuelvo a bajar más escaleras. En el piso de abajo veo cuerpos, cuerpos sin vida de pobres muggles que solamente venían como un día cualquiera a una estadía normal.

Maldigo a los magos tenebrosos por lo bajo y sigo bajándo las escaleras. Estoy sola, miro para todos lados y no hay ningún muggle corriendo por ningún lado. Frunzo el ceño y toso porque las cenizas llegaron a mis pulmones.

Era un silencio atroz, solamente se escuchaba agua correr, seguramente se habían roto un par de cañerías. No sé por qué me detengo en frente de los escombros, pero agradezco haberlo echo, porque el techo empezó a derrumbarse por las escaleras, me aparto casi corriendo para que no me caiga nada encima.

Depronto se escucha un pequeño grito.

-¡Mamá!-abro los ojos de par en par. Era una niña, que por lo que denotaba la voz era pequeña.-Mami!-me guío por la voz y busco desesperada a la niña. Ella empieza a toser.-¿Mami, dónde estás?-grita la niña.

-Oye!-la llamo.-¿Cómo te llamas, pequeña?-pregunto tosiendo.

-Emma.-responde la niña entre lloriqueos. Sigo sin verla.

-Muy bien, Emma, ¿dónde estás? Háblame, no pares de hablarme.-digo agudizando el oído. La niña empieza a llamarme.

-Estoy aquí. Es que quería ir al baño antes de irnos a casa.-dijo llorándo.-No sé dónde está mamá.

-No te preocupes, Emma, ya la vamos a encontrar.-digo acercándome más a la voz derribándo a los escombros. Siento un dolor agudo en mi pierna. Sin quejarme siquiera miro lo que pasó: un vidrio afilado me cortó la pierna, haciéndome una herida profunda. Me duele demasiado, pero no le hago caso.-¿Emma?

-¿Cómo te llamas tú?-preguntó ésta con voz insegura. Derribé un par de escombros más y ahí estaba la niña, era de piel de color, con el pelo lasio y tenía una falda rosada y una camiseta de tirántes color blanca. Corro hacia ella y la agarro entre mis brazos.

-Me llamo __________.-digo buscándo una salida.-Vamos a salir de aquí, Emma, tú estate tranquila.

-¿Qué ha pasado?-preguntó la niña asustada.

-Un atentado terrorista.-dije enojada. Empecé a caminar denuevo por los escombros, empujándolos con el brazo derecho, con el izquierdo estaba abrazándo y sosteniendo a Emma.-¿Cuántos años tienes, Emma?-pregunto para que hable, necesitaba que hablara, necesitaba saber que no se desmayaría ni que... ni que moría.

-Tengo cuatro.-murmuró ella. Se escuchó un estallido y me abrazó con más fuerza. Yo la agarré con más fuerza, tratándo de sacarle el susto. Tengo que admitir que tengo cierto Don Maternal aveces.