Capítulo 5: Atreverse a más

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Gaby y Diego han terminado su amorío. Creo que él busca una relación seria y a ella no le interesa. Es extraño esto, generalmente es al revés. De todas maneras me alegra tener una amiga como ella: fuerte, decidida, que sabe lo que quiere y que, por sobre todo, sabe disfrutar de la vida. Sinceramente no puedo dejar de admirar su actitud. Ella siempre me dice que en su otra vida debió ser hombre y que yo probablemente debí ser monja, lo que no me hace mucha gracia.

Gaby insiste en que yo miro con otros ojos a Benjamín, que debería darle una oportunidad, pero yo simplemente no lo creo así y prefiero que no sea así. Aunque debo reconocer que me encanta estar con él, es un chico lleno de alegría, con el que comparto mucho dentro del trabajo y que, últimamente, se ha vuelto indispensable para mí.

Sé que dicen que la amistad entre hombre y mujer no existe, pero yo sí creo que él puede ser solo mi amigo. Hay varios años de diferencia entre Benjamín y yo, tenemos una visión de la vida muy distinta y él, definitivamente, no se fijaría en alguien como yo. Además, hay un punto muy importante, no me gustaría perder la amistad de alguien como Benja.

A mi hija le simpatiza la idea de que tenga un nuevo amigo y que salga con él, dice que tengo que disfrutar la vida, sobre todo ahora que estoy sola. Tal vez hasta ella sea más madura para pensar que yo y eso me encanta.

Al final acepté la salida de este sábado con Benja y sus amigos. Gaby ahora que está sola no tuvo problema en sumarse a nuestra salida y para mí mejor. Sé que es anticuado pensar así, pero no quiero ser la única mujer en un grupo donde casi todos son desconocidos para mí.

Benja, antes de salir del trabajo, me dijo que quería verme linda, que me arreglara. Opté por hacerle caso, es más decidí que ya era hora de mostrar mi pequeño tatuaje. Me coloqué un vestido con la espalda descubierta, de color azul oscuro. Recogí mi cabello y me maquillé, como hace mucho tiempo no lo hacía. Observé aquellos pequeños cambios en el espejo, sintiendo que era otra mujer, llena de confianza y de una actitud que había estado dormida hace muchos años.

A las once en punto, Benjamín estaba parado en la puerta de mi casa esperando que abriera. Me puse un abrigo y salí.

La noche estaba algo fría, pero el aire fresco me hacía sentir mejor. Tomamos un taxi y nos dirigimos a una discoteca que estaba en las afueras de la ciudad, no sin antes pasar a buscar a Gaby que, como siempre, estaba deslumbrante. A pesar de eso, esta noche no me sentía menos que ella, sabía que tras aquel abrigo había un vestido que resaltaba mi cuerpo, que mostraría una nueva faceta de mí.

Al llegar a la discoteca dejé mi abrigo en la guardarropía y de inmediato las miradas curiosas de Gaby y Benja acariciaron mi cuerpo.

—Estás increíble amiga —dijo Gaby.

—Increíble es poco —agregó Benjamín —quiero verte mejor, ven, date una vuelta —pidió.

Tomó de mi mano y la alzó sobre mi cabeza haciéndome girar. De repente sentí que sus miradas se posaron sobre la mariposa que volaba en mi espalda.

—Oye ¿Cuándo te hiciste eso? ¿Por qué no me habías contado nada?—. Antes que pudiera responder algo siguió hablando—. Está hermoso el tatuaje, me encanta.

—Es lindo —afirmó Benjamín.

Después de un rato conversando sobre el tatuaje, decidimos irnos a una mesa y pedir unos tragos. Los amigos de Benja no tardaron en llegar. Luego de un par de copas, Gaby se fue a bailar con uno de los chicos que había llegado. Pasaron un par de canciones y vi a mi amiga colgada del cuello de su compañero de baile, besándolo apasionadamente.

Segunda oportunidadWhere stories live. Discover now