capitulo 5

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—Kellen, te busca una amiga —dice quién me hizo ingresar.

El rubio me da un vistazo, notado que estoy ahí. Frunce el ceño.

—No es mi amiga —murmura, al mismo tiempo que baja el volumen y se aproxima.

Esas cuatro palabras bastan para hacerme sentir mal. Se sienten como un golpe directo al valor que junté para venir hasta aquí.

—Olvidaste esto en casa —le extiendo la chaqueta, que él de inmediato sostiene.

—¿Viniste hasta aquí a traer esto? —cuestiona y nuevamente siento el dolor de <<cometiste un gran error al venir>>. Podría estar en casa, segura en mi cama, descansando.

—Pensé que la necesitarías.

<<Oh, vamos. Que excusa más estúpida, Dara>>.

—Estábamos teniendo un poco de diversión. ¿Por qué no te quedas un rato? —Azael interviene, pero el rubio lo mira como si fuera a asesinarlo.

—Sí, quédate —otra chica habla, sonando amable y compasiva.

—No. No puede quedarse —cerciora Kellen, que responde por mí. Y en parte, tiene razón. No puedo quedarme porque, para empezar, no debería estar aquí. Este no es mi lugar. No sé en qué pensaba cuando decidí que esto era una buena opción para comenzar a tomar riesgos.

—Es verdad. No puedo —fuerzo una sonrisa que dicta <<está bien, no pasa nada>>, recojo los restos de dignidad que aún conservo y decido marcharme.

La puerta se cierra tras de mí, desciendo los escalones al inicio de la entrada y emprendo a caminar de regreso, decepcionada y con ganas de echarme a llorar, porque en el fondo, creía que esto valdría la pena. Creo que romanticé demasiado la frase <<quien no arriesga, no gana>>.

—Dara. Hey, Dara —reconozco su voz al instante. Ese sonido levemente rasposo y profundo, que me desestabiliza como lo haría una catástrofe natural.

KELLEN

Distingo a Dara en medio de la sala con mi chaqueta entre las manos y pienso que estoy alucinando. Luego, pienso que se volvió completamente loca, del mismo modo que enloqueció mi hermano cuando la invita a quedarse.

De inmediato, me niego a esa estupidez. Cualquier persona con sentido común sabría que dejar que se quede, es una mala idea. Podría meterme en problemas con sus padres y, luego de comprobar por mí mismo los comportamientos extraños que tienen, preferiría evitarlos.

Sin embargo, los que me rodean no están de acuerdo y me lo hacen saber a través de las diversas expresiones. <<Solo estaba siendo amable, ¿no te das cuenta?>> cuestiona Azael; incluso Tali me clava una mirada que emana desaprobación <<¿Es qué no tienes corazón?>> larga la chica, molesta.

Pongo los ojos en blanco, frustrado porque todos se han puesto de su lado –y se suponen que son mis familiares y amigos. Tragándome el orgullo, arrastro los pies y camino para hacer lo que nunca creí que haría.

La hallo a mitad de cuadra y le grito, intentando detenerla.

Finalmente, voltea y se limpia el rostro con el dorso de la mano.

Mierda, creo que hice llorar a la rarita y de algún modo, no se siente bien.

—¿Para qué me buscas?

—Puedes quedarte. Si todavía quieres —propongo y ella se encoge de hombros. Listo. Ya la invité. ¿De verdad tengo que insistir? No puedo creerlo—. Quédate —vuelvo a pedir, esta vez con más seguridad. Minutos atrás, me parecía una buena idea verla marchar. Ahora, me empieza a picar la curiosidad. Ella aparenta ser una verdadera caja de sorpresas—. Aunque primero, tienes que responder algo.

ImpurosWhere stories live. Discover now