El féretro de cristal

25 11 0
                                    


Una vez más Flora visita a sus ahijados para contarles un cuento de hadas antes de dormir. Entra con la luz plateada de la luna y comienza a caminar entre las camas de los niños y jóvenes, quienes la saludan amablemente. Pero como ya es una costumbre para ellos que ella los visite todos los días, siguen acomodándose como si nada pasara.

Mientras caminaba observó que ya dormía una de las jóvenes, Lidia. Flora se quedó mirándola atentamente, pero luego notó un gran silencio a su alrededor y se volteó a ver qué pasaba. Y es que todos los niños habían cesado sus actividades para detenerse a mirar a su hermana junto con la hechicera.
- ¿Por qué la miras así Hada Madrina?- preguntó Laura.
- Es que se ve hermosa- dijo la Flora- además, me da una idea del cuento que le haré hoy.
- Siiiiii- dijeron los niños y se acomodaron en sus camas.

La joven seguía durmiendo plácidamente. Desde su sillón, Flora podía verla respirar y notaba su peculiar belleza. Lidia tenía sus cabellos muy negros y largos, era muy blanca, tanto que se le veían sus mejillas coloradas y sus labios más rojos de lo normal. Y con estos pensamientos, la hechicera comenzó a contar su historia.

Érase una vez, un príncipe decidió viajar el mundo buscando una doncella especial para casarse. Y así recorrió muchos reinos pero ninguna le convino, incluso no le preocupaba si esta mujer sería una princesa o plebeya.

Fue cuando escuchó los rumores de que en un bosque encantado dormía una doncella muy hermosa en un féretro de cristal, custodiada por unos enanos muy celosos de su cuidado.

El príncipe cabalgó días y noches hasta llegar al lugar y mientras lo hacía veía cómo algunos animales se comportaban algo extraño ante su presencia, como si quisieran alejarlo de alguna cosa importante para ellos.

Por fin, llegó a un muro de enredaderas, las pasó y fue cuando vio en una pequeña colina, a una hermosa doncella durmiendo plácidamente.

El príncipe se quedó encantado por su belleza y lentamente se fue acercando al féretro de cristal, hasta que escuchó una voz que le decía:
- No des un pasó más o morirás.
- ¿Qué?.... ¿Quién habla?- preguntó el príncipe mirando a todas partes.
- Te lo advierto, te clavaré una flecha en el mismísimo corazón.
- Oh no por favor, no haré nada malo, solo quiero ver de cerca a…..
- Si, si, si, ya lo sé, y después querrás llevártela, pero primero tendrás que pasar por todos nosotros.
- ¿En serio? Pero si sólo estás tú.
- No me digas

Diciendo esto comenzaron a aparecer muchísimos animales, venados, cisnes, garzas, pájaros, ardillas, mofetas, todos los animales pequeños del bosque se le abalanzaron al príncipe y lo mordieron, arañaron, les rasgaron sus ropas. Este ante tanto atraco salió corriendo, cogió su caballo y cabalgó bastante lejos.
- ¡!!Jm!!!! ese ya no volverá más- dijo el enano refunfuñando.

Y realmente el príncipe no tenía intenciones de volver, había conocido a varias doncellas y ninguna le había gustado, y una que la defendieran miles de animales y además dormida, no iba a ser la elegida.

Sin embargo, mientras se curaba los arañazos y se daba un buen baño en un lago cercano, notó que no podía quitarse la imagen de la joven. Mientras comía su cena se quedaba como hipnotizado al recordar su figura.
- Y ¿Cómo era hada madrina? Tan hermosa era- preguntó Laura.
- Bueno, era tan blanca como la nieve, sus cabellos tan negros como ébano y sus labios tan rojos como la sangre.
- Waooooo- dijeron a coro los niños.
- ¡!!Como Lidia!!!- gritó Ion mirando a su hermana durmiendo. Todos los demás niños miraron también.
- Shuuuuuuuu- dijo Flora ante el grito- y si, parecida a ella- la hechicera continuó.

El príncipe se acostó a dormir y mientras lo hacía recordaba a la hermosa joven, por lo que terminó soñando con ella. En su sueño, este se acercaba a las enredaderas, entonces veía a un gigante frente a la entrada, quien se agachaba a verlo como juzgando, pero en vez de atacarlo le abría las yedras para que pasara, entonces se acercaba a la joven y mientras la observaba, esta abría los ojos rápidamente.

Cuentos del Hada MadrinaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant