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Otra noche más llegaba y el hada madrina estaba lista para contar su historia de dormir, solo que notó algo raro en los pequeños, como si intentaran ocultándole algo. Ella se hizo la distraída y no dijo nada. Se sentó tranquilamente en su sillón esperando a que se acomodaran, y cuando ya lo hicieron, notó que una de las jóvenes ya estaba tapada cabeza y todo.
- Letizia ya está durmiendo?- preguntó Flora a sus ahijados. Quienes no dijeron nada. O al menos los más pequeños. Pero las jóvenes afirmaron dudosamente.

La hechicera no dijo nada más, sin que continuó con su historia y cuando se retiró del cuarto de los niños, siguió hasta su cueva y allí sacó su espejo mágico, conjurando un hechizo.

Contigo todo lo veo
Contigo nada se escapa
Muestra ya lo que deseo
Y así todo se aclara

El espejo mostró a la joven bailando en una fiesta del pueblo. Estaba feliz, sudada y agitada por la danza. Igual lo estaba el joven que la acompañaba, quien parecía correspóndele el sentimiento.

La joven ya tenía 18 años, casi 19, aún estaba en el orfanato por insistencia de Flora que siempre traía buenas recompensas a la directora para que cuidara bien a sus niños.

Ella necesitaba saber si podría confiar en la joven, o si solamente sería una escapada de muchas. Así que esperó a que el baile se terminara, pero le costó toda la noche, pues la doncella regresó a su cama al día siguiente.

Y ese mismo día, volvió a ocurrir lo mismo, pero esta vez, la hechicera no se quedó de santurrona, sino que fue hasta el lugar donde bailaban, y se sentó en una de las sillas del lugar. Así que cuando Letizia bailaba con el muchacho, tropezó y cayó al ver a su hada madrina observándola desde una de las mesas.

Flora la saludó con la mano derecha, y esta se quedó parada sin saber qué hacer. El joven vio a Flora y miró a la muchacha, entonces la hechicera le hizo una señal con la mano para que ambos se acercaran.
- ¡Hola hada madrina!
- ¿Hada madrina?- preguntó el joven.
- Sí, así le decimos a nuestra tutora. Javier, te presento a Flora, mi tutora.
- Hola señora, es un inmenso placer conocerla.
- Gracias, el placer es mío…… y díganme, ¿Esto es en serio?
- Por supuesto -dijo el joven en seguida.
- Entonces cuando pensabas hablar conmigo.
- Tan pronto tuviera la oportunidad madam.
- Bueno, te escucho.
- ¿Aquí?
- ¿No es un buen lugar?
- Ah, si…. Ah, no, la verdad me gustaría un lugar mucho más tranquilo.
- Muy bien.

Flora se levantó y los tres se retiraron hacia las afueras del salón, allí había un parque y se sentaron a conversar.
- Verá señora… eh, estoy muy enamorado de su ahijada y me gustaría…..eh, bueno, pedir su mano en matrimonio. – la joven intentaba contener la sonrisa, sus ojos brillaban de emoción, como una jovencita enamorada. Flora la miraba algo burlona.
- Tú también eres muy joven, ¿Cómo piensas sostenerla?
- Si, esa era una de las razones por las cuales no había hablado con usted….. aún trabajo en eso.
- ¿Hada madrina?- preguntó la joven.
- ¿Siiiiii?- contestó sabiendo lo que venía.
- Tu nos dijiste que siempre estaría ahí para ayudarnos, sobre todo cuando más te necesitaríamos, nos has dado tanto que me parece un abuso pedirte algo más, pero…. Acaso puedo …….
- Claro que puedes… eres mi ahijada ¿No?
- Si
- Bueno, eso te convierte en una de mis hijas. Puedes pedirme lo que desees y yo te ayudaré siempre que esté a mi disposición.
- Gracias, gracias……- dijo la joven abrazándola. … ¿Nos ayudarás a casarnos y ser felices?
- Los ayudaré a casarse, pero la felicidad la tendrás que lograr ustedes mismos…. ¿Tus padres te autorizan?- le preguntó dirigiéndose a Javier.
- En realidad……. no- dijo el joven mirando a Lorena y ambos bajaron la cabeza.
- ¿Por qué?
- Porque Lorena es huérfana, no tiene quien la represente.
- ¿En serio?
- O al menos ellos lo ven así.
- Bueno, habla con tus padres y dile que Lorena sí tiene quien la represente, y que me gustaría conocerlos.
- De verdad señora.
- Por supuesto. Es lo único que tienes que conseguir, yo me ocuparé del resto.
- Gracias hada madrina- dijo Lorena.
- Si, ahora a casa jovencita.
- Jajajajaja, - se rieron los tres.

Los jóvenes iban cogidos de la mano y riéndose felices por el camino. Y cuando llegaron al orfanato, notaron que Flora ya no estaba por todo eso. Javier se sorprendió pero Lorena no. Y dándose un beso, la pareja se despidió.

Pasaron algunos días y la familia de Javier invitó a Lorena y a su tutora a pasarse el día en la casa. Y a eso de las 11:00am llegaron las dos a la reunión familiar. Primero salió la joven y saludó a la familia y al joven, y aunque todos estaban ansiosos por ver a la novia de Javier, les daba muchísima curiosidad ver a su representante.

Con mucha calma y dándose importancia, salió Flora, disfrazada como siempre de una señora algo mayor, pero adinerada y refinada. Vestía de azul oscuro, sus atuendos llevaban diamantes y joyas combinadas con sus zapatos y demás. El carruaje también se veía lujoso y Lorena también vestía hermosas galas.
- ¿Dónde me dijiste que vive tu novia?- le preguntó la madre a Javier entre dientes, mientras veía salir a la nuera.
- En el Orfanato madre.
- No sabía que en el orfanato la gente vestía con diamantes y ciertos lucros.
- Podrías sorprenderte.
- ¿Y ella viene siendo?
- Su tutora- contestó el joven dejando a la madre como aquel que se ha cansado de repetir cien veces lo mismo, y salió a coger la mano de la novia y de Flora.

El joven ayudó a bajar a las dos mujeres que quedaron frente a frente a su familia sin decir una palabra. Estaban como en shock, y así se quedaron varios minutos, pues ninguno sabía qué decir. 
- Bienvenidas- dijo por fin la madre de Javier.
- Gracias, es un placer estar aquí con ustedes- respondió Flora.
- Pasen por favor- dijo el padre.
- Gracias- respondió Flora otra vez.
- Todos entraron a la casa y se sentaron a tomar un té y a conversar.
- Y bueno, me dijo Javier que es la tutora de Lorena- comenzó la madre del novio buscando conversación.
- Así es- dijo Flora- como sabrá, mi ahijada es huérfana de madre y padre, así que no tiene a nadie que haga por ella excepto yo.
- ¿Puedo preguntar cómo se conocieron?- dijo el padre.
- Por supuesto, me la encontré en el bosque, perdida y abandona.
- ¡Oh por Dios!- exclamó la madre.
- La vi perdida entre los árboles y no pude dejarla ahí, no podía ocuparme de ella exactamente, así que la llevé al orfanato, pero continué ayudándola económicamente y lo sigo haciendo hasta ahora.
- ¿Y si se casa? ¿Continuará haciéndolo?- preguntó la madre.
- Por supuesto, es como mi hija…….. por cierto, les tengo unos pequeños presentes.

Flora sacó de su maletín algunos regalos para la familia del prometido. A la madre le regaló un collar, con aretes y pulso, todo combinado. Al padre un reloj dorado y a su hermana lo mismo que a la madre pero más sencillo.
- Estos son regalos muy refinados- dijo la madre intentando no demostrar mucho su felicidad. ¿Es usted de la monarquía o algo parecido?
- No exactamente, pero me va bien……….. Pudiéramos decir.
- Con permiso- dijo una señora- la cena ya está servida.
- Oh, vamos a cenar- dijo la madre muy contenta.

La cena fue muy acogedora, la familia se veía feliz y complacida y los dos jóvenes más aún. Al terminar, ambos se despidieron y cuando subieron a la carroza, vieron asomarse como un par de alas, seguidas por unas manitos y cabecita pequeña que al parecer curioseaba desde la puerta. La familia de Javier se quedó fijando la vista y medio que dudosos, mirando a la criatura que al darse cuenta que la observaban se escondió rápidamente.

Pocos días después se organizó una boda en el mismo orfanato, fue magnífica, la joven se lució con un hermoso traje blanco de velo, la edificación se vistió con rosas blancas y rojas. Y todos con sus mejores galas.

Y al final, los hermanos lloraban porque una de sus hermanas se iba del hogar. Cosa que jamás les había pasado hasta el momento. Ni tampoco a Flora, pues aunque sabía que podía ir a verla cuando quisiera, sentía que le quitaban uno de sus bebés.

Cuentos del Hada MadrinaWhere stories live. Discover now