El libro

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Una vez más el hada madrina visitaba a sus amados tesoros. Esta vez los sorprendía apareciendo ya sentada en su sillón. Y es que mientras ellos esperaban a que apareciera con la luz de la luna, ella los observaba vestirse, taparse, conversar, o sea, todo lo que hacían mientras la aguardaban.
- ¿Eh?- exclamó Luis- mirando a la hechicera tomar una taza de té. - ¿Desde cuando estás ahí?-
- Desde hace un rato- dijo Flora.
- ¿Cómo?, no te vimos llegar- dijo Lorena entre sonrisas.
- Bueno, soy una bruja después de todo.
- Jajaja- sí, es cierto.
- ¿Listo para su cuento?
- ¿Hada madrina?- preguntó Leticia- ¿Yo podría hacer un cuento?
- Por supuesto mi niña y ¿Cuál sería ese?
- Recuerdas el libro que me obsequiaste.
- Ya lo creo.
- Bueno…. resultó ser mágico…. Claro.
- ¿Quiénes contarnos qué pasó?
- Sí, me gustaría.
- Adelante… ven, siéntate aquí.
- ¿En tu sillón?
- ¿Por qué no? …..hoy tú serás la cuenta cuentos.

Flora le cedió el sillón a su ahijada mientras se acostaba en su cama y se tapaba con sus sábanas. Los niños pequeños se emocionaron y se lanzaron como locos hacia la hechicera, acurrucándose junto con ella, hasta que todos quedaron en silencio esperando a que Leticia les contara.

¿Recuerdan el libro que nuestra madrina me regaló? Bueno, resultó ser que cuando lo fui a leer, estaba en blanco. Esto me sorprendió muchísimo, pues no era precisamente lo que me imaginaba, así que continué ojeándolo, y pude ver que en su centro había una orquídea seca de tan solo tres pétalos. Cuando fui a tomarla, la flor resplandeció y comenzó a ponerse rosada y verde, como si el tiempo volviera atrás y la planta cobrara vida de nuevo.

Luego toqué las páginas y me tuve que secar las manos pues al tocarlas, parecía que estuvieran mojadas, fue tan raro. La flor continuaba rejuveneciendo hasta llenarse de rocío. Entonces, como si fuese a florecer, se levantó en el centro del libro y resplandeció, cayendo un pétalo en el mismo. Por curiosidad lo tomé y fue cuando me vi en el bosque mágico.
- ¿En el bosque mágico?- dijo Esteban.
- Si, estaba en el bosque mágico con mi vestido favorito.

Comencé a caminar por el césped y las flores. Se veía algo diferente, no había ni hadas, ni duendes, estaba todo vacío. Llegué a un arco de flores, me llamó la atención porque este estaba iluminado por rayos de sol, parecía bueno….. mágico.
Como se trataba de un regalo de mi madrina no sentí nada de miedo, y simplemente lo crucé. Y al hacerlo, me vi en un escenario con miles de personas aplaudiéndome como locos. Yo me asusté y me retiré de un salto hacia atrás, y me encontré de nuevo en el bosque y su tranquilidad. Volví a cruzar el arco y ahí estaban, la gente aplaudiéndome. Era tan raro.

Fue entonces cuando cobré valor y volví a cruzar el arco, pero esta vez estaban todos en silencio, como confundidos por mi reacción.
- ¡Canta de nuevo! – gritaba mi público.
- ¿Cantar? ¿Qué desea que cante?
- ¡La Zarzuela! ¡Zarzuela! ¡Zarzuela!- me gritaban a coro.
- Pero yo no sé cantar.
- Jajajajajaja- creían que bromeaba.

Entonces la música comenzó a sonar y yo le seguí la rima. Y para mi sorpresa cantaba ópera.
- Nooooooooo- se mofaban los niños.
- Sí, es cierto, lo juro. Cantaba como una gran artista.

Los niños miraban a la madrina y ella sólo se reía y decía: ¡Increíble!
- ¿Y qué pasó después?- dijo Ion.

Luego de que cantara como una cantante de ópera, aparecí de nuevo en el bosque mágico

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Luego de que cantara como una cantante de ópera, aparecí de nuevo en el bosque mágico. Miré a mi derecha y vi el libro en el tronco de un árbol caído, iluminado y hermoso, la flor estaba viva aún, pero se le volvió a caer un pétalo de la orquídea, quedando sólo una, así que supe que sólo me quedaba otra sorpresa.

Escuché entonces unas risas de jóvenes, estaban jugando y divirtiéndose. Las seguí y me condujeron a un lago. Me quedé maravilla  al ver que se trataba de sirenas de agua dulce. Estaban tirándose agua, me vieron y dejaron de jugar.
- Llegas tarde- me dijo una de ella.
- ¿Tarde?
- Sí, daremos un paseo- y diciendo esto se lanzaron al agua.

Yo las seguí y al sumergirme, mi traje se veía enorme hasta que comenzó a recogerse hacia mí, sentí que mis piernas se unían como si fueran una, y al fijarme tenía la cola de una sirena del color de mi vestido.
- No puede seeerrrrrr!!!!- se reía Esteban y con él los niños.
- Es cierto.
- Lo estás inventando todo- dijo - - Lorena entre burlas.
- Lo juro.
- Seguro lo soñaste Letizia- seguía su mejor amiga.
- ¡No, es verdad!
- Ya niños- interrumpía las burlas Flora- sigue, ¿Qué paso después?

Las sirenas me tomaron de la mano y me llevaron a nadar, me asusté un poco pues cada vez era más hondo, no veía nada, pero sentía sus manos y eso me tranquilizaba. Entonces, cuando realmente estaba en total y absoluta oscuridad, ellas comenzaron a brillar, era una luz fluorecente que lo iluminaban todo. Seguimos nadando…
- ¿Y respirabas bajo el agua?- preguntaba Esteban burlón.
- ¡Yaaaa!- protestaban los niños.
- Si, respiraba bajo el agua.

Vi a lo lejos una luz y a medida que me acercaba veía mucho más luces y entonces, se revelaron todos.
- Una ciudad bajo el agua- dijo Miranda sorprendida.
- No en realidad, solo eran sirenas. Estaban entre los corales del mar, recolectando y cazando, como una manada.

Las sirenas continuaban guiándome,  y a medida que nadaba con ellas era como si me presentaran a los demás, quienes me regalaban cosas, como una flor marina o un caracol; parecía una bienvenida. Entonces vi el libro con la orquídea en el agua, brillaba por sí sola, y tras un segundo de estar mirándola, se le cayó otro pétalo.

Por alguna razón cerré mis ojos, y entonces me encontré en una habitación, se veía muy lucrativa y hermosa, como de una princesa. Me levanté y vi que estaba en piyama. Me quedé sentada en la cama, estaba algo confundida, y fue cuando sentí unos toques en la puerta.
- Sí, dígame.
- Princesa, puedo entrar a servirle el desayuno.
- ¡!¿Princesa?!!!!- exclamaron los niños.
- Ajá- continuaba Letizia.

Tras consentir el permiso, entraron varios sirvientes a mi habitación, ellos me asearon, me vistieron y me dieron el desayuno en la cama

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Tras consentir el permiso, entraron varios sirvientes a mi habitación, ellos me asearon, me vistieron y me dieron el desayuno en la cama. Salí de allí como una glamurosa aristocrática, y me pasé el día disfrutando de una vida de realeza.
- Waooooo!!- eso sí que fue un regalo.- dijo Lorena- ¿Podrías prestarme el libro?
- Nooo, yo lo quiero.
- Yo también.
- ¡!Oyeeee!!!

Los niños discutían por el libro de Letizia mientras Flora la miraba sonriente.
- ¿De veras te pasó todo eso?- preguntó la hechicera.
- No, lo inventé, jajajajajaja
- ¡¿Qué?!- exclamaron a coro.
- El hada madrina sí me regaló un libro, pero no lo viví yo, es uno de los cuentos que hay en él. jajajajajaj

Los niños se quedaron sin habla, mientras Letizia se reía y  Flora los miraba a todos sonriendo.
Bueno, fue una buena historia- por fin exclamó el hada madrina- - No obstante, creo que deberían leer el libro.
- Haaaa!!- exclamaron todos y comenzaron a buscar el libro como locos.
- Pero, será mañana, porque ahora hay que dormir-  rectificó Flora.
- Aaaaaaaaa- protestaban la mayoría.

Letizia se acomodó en su cama.
- ¿Te gustó el cuento hada madrina?- dijo la joven.
- Si, estuvo muy bonito. Creo que tengo a mi sustituta. Descansa tesoro….. ¿Aún tienes el libro?
- Sí, aquí está- dijo la niña dándoselo.

Flora lo abrió y tocó el centro del libro, hablando en voz baja, como susurrando. Para luego dárselo a la joven. Letizia la miró intrigada, y luego lo guardó en su mesita de noche.

Flora se acercó a la vela que siempre tenía iluminada para contar la historia, miró a los niños con una sonrisa pícara y la apagó. Pero se quedó una lucecita encendida….. la del interior del libro.

Cuentos del Hada MadrinaWhere stories live. Discover now