Encuentro inesperado

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Todos estaban saludando a la realeza que pasaba en su caravana esa tarde. Entre ellos estaba los ahijados de Flora.

Cuando pasó la carroza, la princesa del reino, hizo que se detuviera, y un sirviente llamó a la directora del Orfanato. Acto seguido, ésta mando a buscar a los ahijados de la hechicera y todos se subieron al carruaje junto con ella.

Aquellos niños iban disfrutando del paisaje muy entusiasmados, estaban bien educados pero aún así hablaban emocionados y gritaban eufóricos. Algunos hasta saludaban e imitaban los gestos de la realeza saludando a la plebe.

Llegaron al jardín del palacio y les esperaba un espectáculo, aquel paseo no parecía acabarse entre fuentes, plantas, decoraciones, árboles talados como animales, pero sobre todo, un laberinto, no uno cualquiera, sino que al fijarse con cuidado, se podía ver un rosal, sólo que en vez de ser rosas rojas o blancas, era doradas.
- ¿Son realmente doradas o son amarillas?- preguntaba Lorena a sus hermanas.

El bullicio que había en la carroza de los niños se acabó por completo, pues se quedaron atónicos mirando el extenso jardín lleno de rosas doradas.

Al llegar a la puerta del palacio, salió toda una caravana de sirvientes para recibir a la princesa que venía en una de ellas muy escondida

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Al llegar a la puerta del palacio, salió toda una caravana de sirvientes para recibir a la princesa que venía en una de ellas muy escondida. Esta no había salido a saludar ni nada, sino más bien no se había pronunciado en todo el viaje.

Todos se pusieron en hileras para atender a la monarca, incluso los niños y la nodriza que los acompañó, y para su encanto, los niños pudieron ver que la princesa estaba vestido completamente de oro. Sus vestidos, joyas, zapatos y corona eran todos dorados, su tiara era de las mismas rosas que florecían en su jardín.
- No digo yo si serán reyes, con un jardín floreciendo oro puro- dijo Lorena al oído de su hermana Letizia- después se recogió enseguida al notar que la princesa se volteaba hacia ellos.
- Niños...... síganme.

La nodriza los agitó para que obedecieran enseguida, y los 18 niños la siguieron. Continuaron y llegaron a un gran salón, estaba hermoso, sus columnas eran de marfil, adornadas con los diamantes famosos de bosque mágico. El techo era sumamente alto y estaba completamente pintado y decorado en dorado.
Siguieron caminando y llegaron a un salón donde había una mesa enorme de larga, estaba completamente servida, y la princesa llegó a su centro y se sentó.
- Adelante, siéntese y sírvanse. - les dijo a los niños.

Todos corrieron a sentarse en cualquier sitio, y a probar todo tipo de exquisiteces, carne, fruta, pasteles, cakes tan altos que parecían llegar al techo, panes, pudines, etc.
- ¿Quién se come todo esto?- preguntaba Ion a Esteban, intrigado por la cantidad de comida servida en la mesa.
- ¿Qué harán con la comida que sobra?- le respondía

La princesa se levantó y dándole golpecitos a una copa les llamó la atención.
- Me imagino que se preguntarán por los he traído así nada más a mis palacio..... bueno, tengo entendido que la gran hechicera del bosque mágico los ha adoptados a todos ustedes. Ella como siempre..... ayudando a otros con su magia. ..... bueno, me gustaría que les hiciera llegar una carta.

La nodriza que estaba presente se sorprendió y miró a todos los niños, al parecer no tenía idea de lo que ocurría.
- ¿Quién puede dársela?- preguntó la princesa.
- Yo alteza- dijo Letizia que era la más grande.
- Yo también- dijo Laura
- Y yo...
- Y Yo....- Comenzaron a responder los niños.
- Se la daré a la más grande-

Diciendo esto vino un mayordomo y se la entregó a Letizia.
- Se la daré en cuanto la vea majestad- dijo la joven inclinándose.
- Excelente...... disfruten de la cena.

Los niños comieron hasta no poder más y cuando la princesa estuvo satisfecha se los llevó a lo que parecía una sala de juego en un jardín. En este había una orquesta tocando música, la princesa se sentó junto con sus damas de compañía e invitó a las más grandes y a la nodriza a sentarse junto con ellas. Allí les sirvieron una taza de café y se pusieron a conversar. Los niños se dedicaron a jugar en las hamacas, con pelotas y esas cosas. Para su sorpresa el príncipe Alejandro llegó y los acompañó.
- Príncipe Alejandro- dijo la nodriza que parecía algo nerviosa e incómoda, se paró e hizo que las jóvenes también lo hiciera y se inclinaran ante él.
- Está bien, disfruten de su café...... así que estos son los ahijados de Flora.
- Eso parece- dijo la princesa.
- Se lo tenía bien guardadito.
-Ya sabes cómo son los secretos en este reino, especialmente en los alrededores del bosque mágico.
- Sí, esas hadas son muy chismosas.
-¿Puedo quedármelo?- interrumpió Laura a la princesa.
- Laura- dijo la nodriza- no es momento para recoger pajaritos heridos.... Ella vive haciendo eso.
- Bueno, si lo cuidas y lo curas, supongo que estará bien- contestó la princesa.
- Mire.... Alteza..... dijo Ricardo.... Estaba tirada en el jardín- le dijo a la aristócrata entregándole una rosa dorada.
- Quédatela si quieres, crecen todo el tiempo en el jardín laberinto.
- ¿Son doradas de verdad?- preguntó la nodriza.
- Mírela usted misma. ...... son un regalo de nuestra amiga en común.

Todos se quedaron contemplando la rosa dorada, incluso otros niños que estaban cerca se juntaron a apreciarla y se la rotaban para tocar sus pétalos suaves y dorados, que al recibir la luz del sol, brillaban como oro puro.

Así pasaron un día encantador. La princesa fue realmente atenta y complaciente con los niños, quería dejarle ver a Flora que era su amiga y que estaba dispuesta a apoyarla. Sabía que se ganaría su confianza y aprecio cuidando y atendiendo a sus ahijados. Así que se esmeró en mimos y regalos.

Al llegar la noche los niños esperaban a su hada madrina, que tan solo llegó por la ventana fue recibida por todos mostrando sus obsequios. Hasta que por fin le contaron todo lo que habían hecho durante el día.

Y al final, Letizia le entró la carta a Flora.
Al hacerlo, todos se quedaron mirando como a la expectativa de que ella le contara lo que decía. Flora los miró y comenzó a leer:

Estimada Flora:

Jamás podré explicarte lo agradecida que estoy por haber ayudado a mi hermano ante el tirano que casi me arrebata la vida y nuestro reino. Tampoco el haber convertido este lugar tan próspero y menos aún, por los maravillosos regalos que nos has dado. Y lo más hermoso y sorprendente de todo, que los has hecho con amor y valentía, sin pedir nada a cambio.

Quisiera anunciarte que la magia queda legalmente permitida en este reino. Tú nos has demostrado que lejos de hacer daño, se puede utilizar para el bien de todos. Estoy en deuda contigo, y debes saber que tienes una amiga y aliada en este reino.

Atentamente: La princesa de tu reino.

- Waaaooooo!- exclamó Lorena- esto se está poniendo bueno.
-Felicidades hada madrina- le dijo Esteban- ya no tienes que ocultarte.... ni los demás.
- Pero si jamás lo he hecho.
- Bueno, es cierto.
- Pero me alegro muchísimo, la verdad. Siempre he sentido algo de miedo.
- ¿Miedo? .... ¿Tu?- preguntó Laura muy sorprendida.
- Sí, yo también siento miedo mi preciosa Laura.

Flora guardó la carta en su bolso sin fondo, y se sentó a contarles su típico cuento para dormir, para después desaparecer, con la luz de la luna.

Cuentos del Hada MadrinaWhere stories live. Discover now