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Colores blancos y rosados adornaban el delgado cuerpo del joven Uzumaki. En sus cabellos rubios pequeñas flores provenientes del jardín, sus mejillas con un leve rubor rosa que combinaba perfectamente con sus labios rosados natural. El espejo reflejaba su falda hasta los muslos rosada y una blusa algo ancha de color blanco que le dejaba descubierto su hombro mostrando su pálida piel. Unas medias blancas hasta sus suaves muslos, con pequeños lazos negros que favorecían sus delgadas piernas y mientras iban bajando terminaban en unas pequeñas zapatillas blancas.

Se sonrió al verse tal y como le gustaba, se abrazo así mismo mientras daba un pequeño giro que le levantaba levemente la falda, riendo en el proceso.

Se miro sus uñas las cuales estaban pintadas de blanco y azul por cortesía de su mejor amiga o tal vez la única amiga, Sumire. Una de las pocas personas que sabían de su secreto y la única persona que a pesar de todo, no lo veía jamás como un fenómeno, se podía decir que hasta lo trata mejor.

—Como la quiero'ttebasa.— Pensó para si mismo con sumo aprecio y afecto, sus labios siempre tenían una sonrisa al pensar en ella.

Se dió media vuelta para ver la hora en su reloj, eran las 6, es hora de volver a la realidad antes de que llegará su padre.

Con desgano se fue quitando la ropa con cuidado para guardarlo en lo más profundo de su armario y aprovecho para sacar sus pantalones negros y su camisa blanca de cuello ancho que ya era típica en el. Busco unos guantes para ocultar el adornado de sus uñas por simple vergüenza, era normal ver a sus amigos con las uñas pintadas pero igual prefiere prevenir.

Se metió en su cuarto de baño quitando el poco maquillaje que le quitaba a su madre cuando está salía de casa, solo era un poco. Se quitó los adornos de su cabello para evitar cualquier sospecha.

Salió del baño mirándose de arriba a abajo en el espejo de cuerpo completo comprobando verse como debería, como el honorable hijo del Séptimo Hokage, el chico que todos en la aldea admiraban por su gran eficacia en las misiones.

Lo gracioso y triste, es que si supieran su secreto lo odiarían, si lo descubren le tendrían asco, ni lo llamarían por su nombre y usarían apodos insultantes e hirientes, el ya sabe lo muy cruel que pueden ser los habitantes de su aldea, no era el único con este problema.

Sus ojos decayeron quitando el poco brillo que le quedaban, era lo peor del mundo por ser una vergüenza para su aldea, para si mismo y más importante...

Para Naruto.

Odia ser tan blando, odia tener gustos tan afeminados. Odia ser el mismo.

Se colocó su chaqueta negra con magenta que le había regalado su madre hace unos meses. Ella era la otra persona que sabía de sus gustos, el mismo se lo contó hace algunos meses. Se lo tomó bien, mucho mejor de lo que creyó. Al menos no lo mira con asco, pero le prohibió ser así en público.

Ella no quería manchar el apellido Hyuga por el, ni tampoco quería que su padre se enterara al asegurar que se decepcionaría, ¿Y como no? Sería una tragedia para el y para cualquier otra persona de Konoha, el hijo del honorable héroe de guerra siendo un completo marica.

Hinata le prohibió ser quien es inyectando en su ser una inseguridad y odio a si mismo. Obligandolo ha ocultar su corazón entre las sombras, ha dudar sobre si vale la pena su existencia todas las noches, claro que el suicidio no está en las cosas que quiere hacer, el mismo miedo que le tiene a la vida se lo tiene a la muerte. 

°Solo Es Una Falda°NaruBoru°Where stories live. Discover now