Cromosomas.

31 13 0
                                    

Pasaron las horas, no era agradable observar otra silla vacía en nuestro grupo, procuraba poner atención a cada catedra, pero era como pedirle a un ratón que no comiera el queso que se encontraba en aquella trampa, sinceramente deseaba solo estar en casa.

Llego la hora del receso después de aquellas fastidiosas horas de marketing empresarial, nos reunimos como de costumbre en la mesa habitual, surgió la idea de Rosalin de ir todos a casa de la tía Karen y sorprender a Martín con una pequeña reunión, llevándolo poco a poco a la reintegración.

Termino aquel lapso de reunión, en verdad el tiempo jamas se me había disuelto tan rápido antes de aquel plan, ya solo faltaba una hora más para terminar el día y con ello ir a casa, esperando fuera una gran idea aquella visita.

Aquel esperado sonido había llegado. Salí de inmediato del salón, detrás de mí me acompañaban las chicas, llegamos al estacionamiento. Fátima ya se encontraba esperándonos fuera, recostada en el cofre de mi vehículo.

—¿Están listos? —pregunto.

—Claro, solo pasamos al Café Gallery por los bocadillos y salimos para la hacienda—respondió Estrella.

—Me parece bien—respondí—subiendo al vehículo seguido de Fátima.

Rosalin y Estrella se irían juntas, siguiéndonos directo aquel camino trazado, al llegar a Gallery. Estrella baja de vehículo siguiéndole Fátima, quedándonos en los vehículos Rosalin y yo para esperar. Escasos veinte minutos los cuales utilice para llamarle a mi tía Karen para preguntar cómo se encontraba Martín. Me comenta que había salido a realizar unas compras pero que lo veía bien y se encontraba jugando con Yuremi antes de salir de la hacienda.

Observo que salen las chicas de Gallery, abriendo la puerta de la cajuela del vehículo de Estrella para guardar las bolsas, al terminar Fátima se dirige hacia el vehículo, sube al ver que Estrella había hecho lo propio, encabezando nuestra pequeña caravana.

Nos alejábamos de la ciudad minuto a minuto, pasamos por aquel singular camino para llegar a la hacienda, escucho a Fátima decir que le fascinaría sin duda alguna vivir por estos lugares sin problema alguno, no la contradije con dicho comentario, yo me encontraba enamorado de toda la magia y nostalgia que desprendía, aquel pueblo, era unico recorrer aquella curva de la serpiente, rodeasa de aquellos pinos.

Estacionamos los vehículos a unos metros de la casa, ayudamos a bajar las bolsas para caminar hacia la entrada.

Al llegar a casa, mi tía me aborda, me comenta que Martín se había ido, que necesitaba su espacio e iría unos días haber a uno de sus tíos, viajando a  otra ciudad, alejándose unos días de todo lo ocurrido, de todo lo que pudiese recordar aquellos momentos dolosos, no pensé que Martín actuara de tal forma, esperaba darle una sorpresa grata con la presencia de las chicas, pero al parecer la sorpresa la tuve yo.

Las chicas se mostraron desconcertadas, terminamos por sentarnos en los sillones del porche, mi tía iría por él te de menta que se encontraba preparando.

—¡No lo entiendo, el aseguro que estaría bien con nosotros! —comente—desconcertado por tal acto.

—Trátalo de entender, no es fácil de asimilar una pérdida de ese tipo respondió— cabizbaja Estrella.

—A todo esto, ¿Cómo te sientes? —pregunto Fátima—sujetándola de su mano.

En aquel momento no pude evitar sentirme egoísta, al pensar solo en mi sentir que estaba olvidando por completo a ellos.

—No ha sido fácil, saben, en todos los lugares ella logro dejar su brillo, las melodías que escuchábamos, no suenan igual, son aquel recordatorio de que ella no está, cada que hago un pequeño cambio en mi habitación encuentro notas que ella ocultaba para sorprenderme, tengo miedo que algún día deje de encontrar alguna, será el recordatorio que se ha ido del todo.

Cicatrices en mí. (book 2)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora