– No sé a qué te refieres. Ella era parte de la misión y ahora simplemente es un daño colateral del que tengo que encargarme.

Pero no tardé ni dos segundos en arrepentirme de haber dicho aquello puesto que Nora apareció por la puerta de la cocina y vi como una lágrima caía por su mejilla. Detrás de ella vino Scarlett que supuse también había escuchado parte de la conversación.

– ¡Nora, espera! – me levanté de la silla rápidamente al ver como ella corría y salía a la tormenta de nieve que acontecía en el exterior.

– Jonathan dejalá, irá al establo, querrá estar sola. – Scarlett me puso una mano en el hombro para frenarme –Me lo ha contado todo.

Sentí como mi cara palidecía y me dejé caer en la silla de nuevo, ahora no había vuelta atrás. Si ellos lo sabían corrían un grave peligro.

– Me ha contado lo de las visiones y cómo la han mantenido presa en esa cárcel y también que trabajabas para su padre. ¿Has tomado alguna buena decisión en los últimos años Jonathan?

– Al parecer no– susurré. Me llevé las manos a la cara y después suspiré con fuerza. – No me pidáis que os lo explique todo ahora ¿vale?

Colton y Scarlett asintieron y después ella anunció que iba a empezar a hacer la cena, guiso de carne con zanahorias al horno, una receta que estaba seguro había aprendido de Colton, puesto que era de las preferidas de nuestra madre.

Cogí un par de mantas y una de mis sudaderas que Colton guardaba en un baúl en la entrada y salí por la puerta hacia el establo, la nieve me quitó prácticamente toda la visión, pero sabía a dónde dirigirme.

Los caballos mantenían el espacio caldeado y apenas entraba aire por las paredes, atravesé el gran portón rojo que daba entrada al establo y lo cerré tras de mí para que no pudiese colarse ni un copo de nieve.

– ¿Nora? – me pasé una mano por la frente para quitarme los copos que se estaban derritiendo con el contacto de mi piel.­– Escucha Nora, no quería decir eso ¿vale? Se suponía que no podían saber nuestro secreto, puede que ahora tengan que huir como nosotros.

Entonces la vi aparecer detrás de un montón de paja y leña, estaba tiritando. Me dirigí a ella con paso decidido y la observé durante un segundo antes de colocarla una de las mantas por encima, tenía los ojos rojos y llorosos y su piel parecía más pálida que nunca.

– Pensaba que formábamos un equipo ¿sabes? – dijo mientras le castañeteaban los dientes, no movió ni un músculo mientras le pasaba la manta por los hombros. Al tocarla pude notar que estaba rota de dolor, y era por mi culpa y mi gran bocaza.

– Y lo somos ¿vale? Lo somos. Cuando supe que tu padre pretendía llegar más allá con los experimentos y todo este rollo de los "Deja Vus" al pasado, quise pararle los pies.

Ella me miró con los ojos muy abiertos y no dijo nada, así que decidí continuar.

– Al principio me pareció buena idea, Harry y sus colegas habían descubierto como recuperar los recuerdos de personas que no vivían en este mundo ¿y quién no querría participar en algo así? Pensaba que por fin estaba haciendo algo útil con mi vida hasta que me ofrecieron ser una especie de huésped para los recuerdos del soldado Damian Schneider.

Di un paso hacia a ella pero retrocedió pegando su espalda contra las maderas recopiladas formando un pequeño muro, vi como su pecho subía y bajaba rápidamente, tenía la respiración agitada.

– Pero no me dijeron que Damian y yo estaríamos presos en mi cabeza para siempre. Tu padre comenzó a hacer experimentos con mucha más gente, gente que no tenía nada que ver con nosotros ni con la base. El problema era que no todo el mundo conecta tan fácilmente con los recuerdos de un muerto y él quería encontrar a la persona perfecta que conectase con los recuerdos de Adele Winchester.

Nora abrió de nuevo los ojos y se dejó caer en el suelo, me puse de cuclillas ante ella y posé las manos sobre sus rodillas.

– Pero yo nunca estuve sometida por mi padre, no hasta ahora, él no pudo meterme esos recuerdos en la cabeza. – dijo en un susurro, su expresión me daba a entender que estaba confusa y al mismo tiempo ciertas cosas empezaban a encajar en su cabeza.

– ­Eso es lo que yo tampoco he conseguido aún descifrar, lo único que sé es que cuando nos encontramos en aquel museo y te vi a ti y después a Adele reflejada en el espejo, sentí que ya nos conocíamos de antes. Después todo se torció mucho y tu padre se enteró de que eras tú la persona idónea para albergar la memoria de esa espía británica.

– ¿Esto es todo? – Preguntó.

– Hay mucho más, sobre todo respecto a por qué quiere Harry que tengamos metidos en la cabeza a estas dos personas, pero creo que por hoy es suficiente. – Ven. – la dije volviéndome a erguir y ofreciéndole una mano.

Ella la aceptó y tiré de ella para ayudarla a ponerse en pie. La conduje en silencio hasta unas escaleras de madera que conducían a la planta de arriba del establo, donde había aun más hierbajos y paja acumulada para los caballos. Extendí la manta que me quedaba sobre el suelo y la pedí que me entregase la que le había colocado en los hombros para hacer del suelo algo más confortable.

– ¿Quieres dormir conmigo aquí señorita Jones? –pregunté haciéndole una reverencia. Intentaba que todo aquello sonase más a una disculpa y no tanto a una invitación, no se me daba bien pedir perdón.

Tampoco tenía claro si me dejaría allí plantado y volvería al calor de la habitación en la que había dormido toda la semana.

– ¿Me estas invitando a quedarnos en este sucio y viejo establo toda la noche? – ella sonrió y en seguida supe que lo había conseguido.

– Mmm creo que esa es mi intención sí.

Nora se tumbó y yo hice lo mismo, me quedé mirándola durante unos segundos y después me armé de valor para poner mi mano sobre su hombro, empecé a hacer círculos con los dedos hasta llegar a su cuello y después subí a sus labios.

– Nora Jones, tienes el pelo más bonito que he visto jamás

– Y tú eres un chico demasiado problemático, además ese pelo tan irritantemente perfecto me pone nerviosa, no sé si querré quedarme a tu lado...

Fruncí el ceño e inspeccioné su rostro delicado y suave, estaba seria, pero de pronto soltó una carcajada que me hizo entender que estaba de broma. En esos segundos sentí como mi corazón había empezado a latir más rápido que de costumbre y supe que era el momento.

Me acerqué a ella hasta que estuvimos a escasos milímetros el uno del otro, después Nora sonrió y pegó sus labios a los míos, haciéndome sentir como jamás lo había hecho nadie, pasé mis manos por su cintura y ella colocó las suyas en mi cuello, no me importó que estuvieran heladas. La abracé con fuerza y la insté a que pusiese su cuerpo encima del mío y después nos quedamos sin aliento, aunque no fue difícil volver a recuperarlo. 

En la piel de Adele ✔️Where stories live. Discover now