CAPÍTULO 7

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Nora

5:00 am

Me moví con cuidado entre sus sábanas para no despertarle, la habitación olía a desodorante de hombre y cierto olor a tabaco, aunque dudaba de si lo último provenía de su ropa o del piso de abajo. Mi torpeza hacía que la cama chirriase a cada movimiento.

Él estaba en el suelo, tenía un cojín de bajo de la cabeza y seguía con la misma ropa que hacía tan solo unas horas. Respiraba profundamente con los brazos entrecruzados sobre el pecho, y tenía el pelo alborotado.

Obligué a mi cerebro a dejar de observarle.

Necesitaba levantarme, tenía que llegar hasta mi móvil, donde fuera que lo hubiese dejado. Betty habría llamado a mi madre y a saber a quién más. No la había avisado, y ya habían pasado siete horas desde la última vez que la escribí. Me incorporé y saqué las piernas por el lado contrario de la cama en el que se encontraba él. Miré entre toda su ropa tirada en una silla y allí estaba mi pequeño bolso, pero mi móvil no tenía batería.

Tenía que buscar un cargador, todo el mundo tenía Iphones hoy en día ¿no? así que era bastante probable que encontrase uno por el piso. Indagué por la habitación apoyándome en cada pared para mantener el equilibrio y mordiendo con fuerza la cara interna de mi boca para aguantar el horrible dolor que sentía al caminar. Llegué hasta la puerta y muy seriamente me planteé salir al salón hasta que me di cuenta de que no llevaba pantalones y entonces el móvil se resbaló de mis torpes manos rebotando un par de veces en el suelo y él se despertó.

– ¿Se puede saber qué haces? – dijo él con voz ronca, se pasó las manos por la nuca y las dejó ahí mientras sus ojos entornados me observaban.

La vergüenza se apoderó rápido de mi ser, tan solo llevaba una camiseta amplia que llegaba hasta la mitad de mis muslos y por desgracia no recordaba habérmela puesto por mis propios medios.

– Necesito un cargador... ya sabes... para que mi madre no se piense que me han asesinado o que pudiesen estar vendiendo mis órganos en el mercado negro– dije en un susurro intentando bajar la corta camiseta todo lo posible.

Me mordí la lengua ante la estupidez de mi comentario.

Jonathan sonrió al ver mis movimientos en vano por conseguir tapar mi piel pálida y se giró hacia la pared dándome la espalda y entendí que no quería incomodarme. Qué caballero pensé... aunque la sonrisa que le había aparecido en la cara al verme tan expuesta denotaba lo contrario.

– En el salón. Al lado de la televisión tienes uno, puedes cogerlo. – murmuró mientras se acomodaba. No parecía molestarle estar durmiendo en el suelo ni tampoco sorprenderse de verme semidesnuda. – Y... Nora... no creas que no he visto antes las piernas de una chica.

– Ugh – gruñí abriendo la puerta y saliendo todo lo rápido que mi pierna vendada me lo permitía.

Encontré el cargador y en seguida enchufé mi móvil a él, estaba nerviosa y muy preocupada. Mi madre me mataría si se enterase de todo lo ocurrido, tenía que volver a casa cuanto antes. Me dirigí a la cocina para coger un vaso de agua, pero escuché un ruido.

Me giré de inmediato con el corazón en la garganta palpitándome con fuerza.

– Veo que sigues viva – dijo una voz femenina. Entorné los ojos para enfocar la vista entre toda aquella oscuridad.

Lo único que alumbraba el apartamento era la luz de la luna que se colaba entre las ventanas del salón.

– Perdón. Había olvidado que Jonathan tenía una compañera de piso, soy Nora. – me presenté.

En la piel de Adele ✔️Where stories live. Discover now