Capítulo 6. "-Sigue así, tienes estilo"

Start from the beginning
                                    

¿Soy yo o eso ha sonado realmente mal?

—Claro.

Todavía no vamos a meternos en el mar porque, según él, primero es mejor que me enseñe a colocarme en la arena. El sol está comenzando a salir, así que decido quitarme la ropa y me quedo con el bañador que me compré hace unos días. Recojo mi pelo en un moño mal peinado y, cuando creo que estoy preparada, me acerco a James.

Lo primero que me pide es que me suba a la tabla. Él se mantiene en la arena, a mi lado, ayudándome en todo momento. Durante los siguientes minutos se centra en explicarme cómo debo mantener la postura del cuerpo si quiero conseguir el equilibrio perfecto. Un escalofrío incómodo recorre mi piel cada vez que sus manos se posan sobre mí para ayudarme a guiar mi cuerpo. Sé que es su trabajo y que en ningún momento se está propasando, pero eso no es motivo suficiente para que decida relajarme.

—¿Lo has entendido?

—Sí —salto de la tabla a la arena—, ¿puedo intentarlo en el agua?

—Por supuesto, pero va a ser difícil.

—Me da igual —alzo una ceja—. Como mucho me romperé una pierna o me comerá un tiburón, no hay nada de lo que preocuparse.

James se ríe a la par que niega con la cabeza.

—Está bien, como tú quieras.

James arrastra la tabla de surf hasta la orilla del mar. Gracias a la salida del sol y a la huida del viento, la marea está bastante más calmada que a primera hora de la mañana. Me alegro cuando me doy cuenta de que no tengo grandes dificultades para subirme sobre ella —ahora sentada— ni para mantener el equilibrio. Con la ayuda de mis manos, avanzo hasta que James me indica que es una buena zona para intentar mantenerme de pie. Coloco las palmas de mis manos encima de la tabla, tal y como me ha enseñado, hasta que veo el momento oportuno para levantarme.

Mantengo el equilibrio durante un segundo y, después, termino cayendo de boca al agua. No recordaba lo desagradable que es cuando el agua marina atraviesa tus fosas nasales y tu garganta. Hago ese movimiento repetidas veces, pero siempre termino cayendo. Cuando ya he perdido la cuenta, logro acentuar mi record, manteniéndome durante cuatro segundos sobre la tabla.

—Sigue así, tienes estilo —me anima James, sentado sobre su tabla—. Puede que de mayor seas una gran surfista, quién sabe.

Me lo estoy pasando tan bien que necesito pasar unos últimos minutos intentando mi objetivo. Sé que no he surfeado ninguna ola, ni siquiera me he acercado, pero para ser la primera vez que pruebo algo así no ha estado nada mal. Llevamos las tablas hasta la orilla y, cuando salimos del mar, las dejamos sobre la arena. Al mirar a mi alrededor me doy cuenta de que el resto de alumnos también está recogiendo sus cosas, por lo que deduzco que la actividad ha terminado.

—Sé que es muy atrevido, pero me gustaría quedar contigo —escucho la voz de James detrás de mí mientras cojo mi mochila—. Podríamos tomar algo en un bar que hay cerca del campamento. ¿Te apetece?

—¿Cuántos años tienes?

—Veinte —se encoje de hombros—. Me has caído bien y, como mañana os vais, me gustaría charlar contigo un rato. Nada más.

—Eres un monitor y yo tu alumna —intento excusarme.

—Lo sé, por eso no puedes decirle nada a nadie. ¿Qué dices?

No sé en qué pienso cuando la idea de aceptar su propuesta no me parece tan descabellada como realmente es. Quedar con él supone que, en caso de que me descubran, me caerá una buena. No me imagino la cara de los profesores al enterarse de que me he escapado para verme a escondidas con el chico que me dio la clase de surf. Por desgracia para ellos y para mí, hoy no me apetece ser una niña buena que cumple las normas a rajatabla.

Stay AwayWhere stories live. Discover now