1.-Lee Jinki.

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El día había sido algo pesado, más que nada porque una pareja de ancianos no dejaba de quejarse en la recepción de que el motel contaba con un sin fin de fallas. Que porque había muy poco papel higiénico para los huéspedes, que la puerta del garaje se atoraba, que si la cama era muy pequeña y blah, blah, blah. Resultaba demasiado cansino estar oyendo quejas sin sentido, porque Jinki estaba completamente seguro que un rollo de quinientos metros en el baño era suficiente para los cuatro personas que ese momento estaban alojadas, ya había aceitado muy bien la puerta del garaje de esa habitación y ¡Por dios! con la cama no podía hacer nada. Gracias al cielo la señora de avanzada edad había parado con sus quejas cuando su esposo le dijo que era suficiente y que solo estaba siendo muy intensa cuando su estancia sólo era por unas escasas cuatro horas, las cuales iban a pasar descansando.

El cielo estaba gris, amenazando la pronta llegada de una fuerte tormenta, y es que Jinki esa misma mañana había visto en el pronóstico del tiempo que se esperaba una muy fuerte tormenta que duraría casi todo el fin de semana. Había tomado sus debidas precauciones, durante el día había estado revisando habitación por habitación y afortunadamente no había encontrado grandes problemas que pudieran afectar a algún huésped.

Los días de tormenta resultaban demasiado buenos para el motel, ya que con frecuencia los viajeros de paso se veían en la necesidad de buscar un refugio seguro, y obviamente Omelas era la mejor opción en medio de la nada. Eran de los pocos días en los que el motel podía llegar a llenar al menos la mitad de habitaciones y Jinki esperaba que ese fin de semana de tormenta trajera muchos clientes, Omelas no estaba en su mejor momento, así que esa tormenta podría hacer una gran diferencia entre un paso hacía la banca rota o un paso hacía lo estable.
En los primeros días de verano había mandado a impermeabilizar todo el motel, así que las goteras o la humedad tan solo serían una cosa menos de las cuales preocuparse.

Omelas resultaba ser un lugar un poco sombrío y viejo, su aspecto no era exactamente como un motel moderno y lleno de excentricidades, de hecho resultaba ser todo lo contrario.
Jinki había adquirido ese pequeño lugar gracias a la herencia de su abuelo, ni quiera sabía que su abuelo era dueño de un motel hasta que murió y paso a ser de él. Al principio quiso venderlo y deshacerse de cualquier cosa que tuviera que ver con un lugar que ni siquiera sacaba para pagar sus propias necesidades, pero al saber que ese pequeño motel era el esfuerzo de toda la vida de su abuelo supo que no podía ser tan miserable de vender el único patrimonio que su abuelo pudo comprar en vida. Al principio fue duro, habían irregularidades por todos lados debido a que no había tenido un mantenimiento adecuado, no había personal, no había huéspedes, el lugar se caía a cachos y Jinki no tenía dinero para echar a andar el motel.
Moviendo sus influencias pudo conseguir un préstamo del banco, y lo primero que hizo fue arreglar todos los desperfectos, gracias a eso una o dos personas ya llegaban al motel por sí solas. Después pudo conseguir que Omelas apareciera en los sitios de internet, puso un bonito letrero junto a la carretera y de forma constante buscaba la forma de promocionar el motel.

No era la gran cosa, pero se notaba la abismal diferencia del antes y del después.

Seguramente el abuelo Lee estaría demasiado orgulloso, en donde sea que estuviera, por ver qué Jinki había logrado darle un buen futuro a ese pequeño Motel.

Ya estaba casi cayendo la noche, la lluvia había empezado siendo un pequeña llovizna que no llegaba a ser amenazante para nadie, a penas y se podían sentir las pequeñas gotas rozar en la piel. En la recepción se encontraba Jinki acomodando latas de refresco en la máquina expendedora, una muy bonita máquina que una compañía de refrescos le había ofrecido con tal de ponerla en el lugar más transitado del Motel para así tener ventas, no era un problema, de hecho resultaba ser la cosa con más vida en aquel lugar con sus llamativos colores y la luz blanca que emanaba desde dentro de la máquina expendedora.
No había mucho personal en Omelas, normalmente Jinki se encargaba de arreglar los desperfectos, atendía en el mostrador de recepción y ayudaba a los huéspedes con sus maletas ¿Para qué tener personal cuando el trabajo era tan poco, al no haber muchos huéspedes? Hwang Jiho era la única empleada que tenía, una bonita chica de veintiún años que se encargaba de limpiar las habitaciones y lo más cercano que Jinki tenía a una amiga.

La lluvia seguía siendo tan poca cuando el sonido de la puerta principal alertó a Jinki, quien de inmediato dejo las latas de refresco faltantes en una caja y corrió al mostrador ansioso al ver entrar lo que sería su primer cliente en esa noche de tormenta.

Al parecer se trataba de un chico, de piel bastante blanca y cabello negro, cargaba con una pequeña mochila colgando de su espalda y un paraguas negro en sus manos.

--Hola...-- Murmuró él adolescente. Sacudiendo su paraguas y avanzando a paso indeciso hacía el mostrador.--Uhm...yo quiero una habitación, por favor.-- Su voz era suave y baja, él se notaba un tanto nervioso y rascaba su brazo con algo de vergüenza.

--Mucho gusto.-- Jinki sonrió.-- Por supuesto.

Jinki saco su carpeta e inicio con el registro del adolescente.

Le causaba algo de curiosidad, ese chico no se veía mayor de los veinte años y su apariencia no era exactamente la de un viajero. Llevaba pantalones de mezclilla rotos por las rodillas, botas Timberland y una playera sencilla negra, su mochila era demasiado pequeña para ser una mochila de viajero y su ropa era demasiado incómoda para ser un explorador del bosque. No venía con un auto, algo ya demasiado extraño ya que normalmente los huéspedes venían en auto y más siendo un Motel de carretera.

--Muy bien.-- Jinki le extendió la llave del cuarto número 8.-- Está es la llave de su habitación.

El chico la agarró mientras hacía una pequeña reverencia, empezando a caminar en la dirección que Jinki le indicaba.
Y antes de que se marchara totalmente Jinki volvió a hablar.

--¡Bienvenido a Omelas! Espero que su estancia aquí sea la mejor.

El adolescente se limito a hacer otra reverencia murmurando un suave Gracias.

Omelas.[YOONKOOK]Where stories live. Discover now