Volvería a su entrenamiento médico y demostraría cuanto era capaz de mejorar y lograr. Podría ser que no fuera tan talentosa, pero no se daría por vencida. Comenzó a desempacar, en su mayoría era ropa. Estar en su habitación le trajo un poco de calma, era un ambiente conocido, reconocía esas paredes, la cama, las cortinas, todo lo que estaba allí y que se quedó esperando por ella un año y medio. Seguramente su madre había organizado algunas cosas que ella dejó fuera de lugar al pensar que volvería pronto, o por lo menos, que no tardaría tanto. Durante los primeros días en Suna, Sakura no dejaba de pensar en la ropa que se quedó sin guardar, la cama destendida y la ventana abierta; bueno, su madre había guardado su ropa, tendió su cama y cerró la ventana.

Era bueno volver a casa, por primera vez, desde que estuviera en Konoha sonrió mientras abría la ventana para dejar que un poco de aire entrara y refrescara el ambiente. La vista desde su ventana era como la recordaba, el mismo paisaje con el que soñó cuando estuvo en Suna; sus ojos recorrieron las calles buscando a su sensei, sería una costumbre difícil de erradicar. El clima también era diferente, más fresco, incluso tenía un poco de frío. Debía acostumbrarse a Konoha de nuevo, con todo lo que implicaba.

Era consciente de que estaba pensando demasiado en tonterías para no pensar en su sensei, en la incomodidad de verlo, ni siquiera podía pensar en tener una misión a su lado y aun así deseaba verlo. Aunque se negara a admitirlo, además de desilusionada, seguía molesta.

Estaba decidida a quedarse en casa algunos días hasta que la Quinta la requiriera, evitaría hacer público su regreso hasta que no pudiera ocultarlo, porque aunque estaba decidida a mejorar, necesitaba un descanso.

Se dejó caer en la cama y sin desearlo se durmió. Tenía tanto frío.

...

La Quinta sonreía mientras observaba a Sakura trabajar, mientras la jovencita le explicaba algunas de las técnicas que había aprendido. Había pasado una semana desde que ella regresara y el descanso le había caído de maravilla, se le veía tranquila, realmente tranquila, con una ligerísima chispa de optimismo en los ojos jade y una sonrisa en los labios rosas.

Y no, no había visto a su sensei en toda esa semana, quizá por eso estaba tan tranquila. No sabía nada de él y era mejor así, tampoco tenía intenciones de preguntar. Su plan era fingir que no compartían el mismo espacio, y hasta ahora estaba funcionando.

-Has hecho un extraordinario trabajo, Sakura. No podría estar más orgullosa de ti- la médico sonrió tímidamente con la ligera esperanza de que tal vez sí iba por un buen camino -No volverás al Hospital, no por ahora; volveremos a tu entrenamiento físico, ¿de acuerdo? No puedes descuidar tus habilidades de batalla, no si deseas volver a las misiones.

Sakura estaba a punto de responder algo, pero entró Shizune.

-Tsunade-sama, un grupo regresó herido, puedo ir yo misma si usted me lo permite.

-No es necesario, Shizune, necesito que te quedes aquí. Sakura, te encargarás tú- la seguridad con la que habló la Hokage le dejó en claro a Shizune que confiaba en su alumna para atender a los ninjas heridos, y a la propia Sakura, le imprimió la confianza que necesitaba -Ahora vete, no pierdas tiempo. Entrenaremos otro día.

-Sí, maestra.

-Debió impresionarla, Tsunade-sama- comentó Shizune cuando se quedaron solas, los pasos de Sakura pronto dejaron de oírse.

-Tiene un futuro brillante, pero necesita recuperar la confianza, esto le ayudará y por lo que pude comprobar, no es realmente un reto para ella- contestó la Quinta con una sonrisa, una verdadera sonrisa que entusiasmó a la propia Shizune.

LOS CAMINOS A TIWhere stories live. Discover now