CONSECUENCIAS

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Los siguientes seis meses pasaron en silencio que ocasionalmente se interrumpía por alguna carta de Naruto. No es que Sakura no hablara, era que no había ningún cambio en su rutina, nada que pudiera alterarla, nada que hiciera un poco de ruido en sus días. La tranquilidad de seis meses fue demasiado pesada. Un día tras otro, el Hospital y su casa, mejorando, aprendiendo, corrigiendo; en ocasiones salía, pero eso no era suficiente, apenas un pequeñísimo giro. No es que la estuviera pasando mal en Suna, sonreía y había días en lo que se divertía mucho, pero estaba cansada y decepcionada.

La médico no quiso detenerse a analizar nada de lo que estaba sucediendo; cuando perdió la esperanza de volver,los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, el tiempo fue sólo eso, tiempo que avanzaba. La médico también avanzó, pero en silencio.

Sakura terminaba su turno en el Hospital de Suna, el día siguiente descansaría así que tenía una sonrisa tranquila y satisfecha en el rostro. Le gustaba el entrenamiento, pero hasta ella aceptaba que necesitaba un descanso, últimamente quería descansar todo el tiempo, todo el día, acostarse en la cama y dormir. No había mucho que pudiera hacer, su tiempo en Suna se estaba agotando, ya le habían enseñado todo lo que correspondía a sus técnicas médicas, sólo estaba allí terminando de entrenar a un equipo médico, y eso ya ni siquiera era necesario.

Se estiró para intentar relajarse un poco.

-Te echaremos de menos, Sakura-san- comentó una de las enfermeras mientras Sakura se quitaba la bata -Gracias por el entrenamiento, nos ha ayudado tanto.

-Todavía no te despidas, Linn-san- pidió la médico con una sonrisa -Me quedaré un poco más aquí.

-Lo sé, pero sólo por algunas semanas.

-Bueno, bueno, pero aprovecharemos todo el tiempo que nos quede. ¿Aún sigue en pie la oferta de salir a cenar?

-Por supuesto, Sakura-san, nos encantaría que viniera.

-Perfecto, debo dejar unas notas en la oficina y las veré en unos minutos en la entrada del Hospital.

La médico se encaminó hasta su oficina con calma, era ya de noche, siempre acostumbraba salir a la misma hora. Las sombras, los rincones oscuros, o el viento que parecía quejarse y sacudir los vidrios para llamar la atención, no la inquietaba en lo más mínimo. Sus pasos resonaron en los pasillos, rompían el silencio y ocasionaban un eco al que también estaba acostumbrada. Llegó a esa gran oficina que el Kazekage le había insistido aceptar a pesar de las muchas objeciones de su parte, simplemente era demasiado, pero Gaara no aceptó ninguna de sus razones, por lo que ahora ella estaba allí y hasta se había acostumbrado a esa lugar. Encendió la luz y miró a su alrededor, estaba completamente sola.

Se sintió avergonzada, no merecía esa enorme oficina, ni todas las atenciones del Kazekage, no era tan buena, ni tan talentosa, y la prueba era que la Hoja no la consideraba apta para volver, después de todo lo que había hecho y hacía por mejorar, no era suficiente. No había logrado impresionarlos ni ganarse su regreso a Konoha, sus habilidades ni siquiera impresionaron a Kakashi, ni por haber ayudado a sus compañeros.

No se merecía nada de eso, ni la oficina, ni el reconocimiento, ni el respeto, ni tampoco lo quería, su único deseo había sido volver a Konoha y enorgullecer a su sensei, a su maestra, a sus padres, y sobre todo, a Naruto.

Ver esa oficina, estar allí le revolvió el estómago. Pronto volvería a Konoha, inevitablemente, en cuestión de semanas, aunque no se sintiera preparada. No es que no quisiera volver, pero temía que cuando la Quinta estudiara su progreso, se decepcionara como su sensei. De todos modos no podía quedarse eternamente en Suna, tarde o temprano se enfrentaría a sus maestros.

LOS CAMINOS A TIWhere stories live. Discover now