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*Atención, este capitulo contiene flashbacks del capitulo ocho, podrían incluir escenas fuertes sobre temas muy sensibles

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*Atención, este capitulo contiene flashbacks del capitulo ocho, podrían incluir escenas fuertes sobre temas muy sensibles. Se recomienda discreción.*

Micaela. 24 de noviembre, 1981.

Terminamos de beber el vino entero, Kamilo y yo estábamos lo suficientemente borrachos como para darnos cuenta de lo que hacíamos y decíamos, y Ángel... es Ángel. Solo nos miraba sonriente mientras negaba con la cabeza varias veces. La noche había caído rápidamente, y los tres nos habíamos terminado por recostar en el pasto frío. Podía notar como bajaba discretamente la mano, para tomársela a Kamilo, y luego acercarse a él y decirle algo en un susurro, y ambos reían.

De pronto me sentí fatal.

Sola y sin compañía.

- Iré por agua. - Ángel se levantó, y nos dejó a Kamilo y a mí, mirando al cielo y las estrellas en silencio.

Podía sentir como las palabras se acumulaban en mi boca, estaban a punto de salir, y como mis ojos se rellenaban de lágrimas al recordar el dolor que Brandon me hizo pasar. Había dejado morados en mis muñecas por el forcejeo, y mi espalda estaba llena de morados con su mano marcada, al igual que mi pecho y mi culo. Este juego de ser la chica que solo busca a su hermanastro por sexo, empezaba a hacerme sentir fatal, ni siquiera me dignaría a aceptarle de nuevo una noche así.

Por la mañana me miré al espejo, y los recuerdos de cómo me agarraba, de cómo me nalgueaba, de cómo me jalaba con brutalidad del cabello... no quería más eso. Porque había querido borrar sus marcas que había dejado en mi cuerpo con mis manos, como si fuesen borradores de lápiz. Lloré toda la mañana.

- Kamilo... - Dije al fin, no podía guardarlo más.

- ¿Mmm? - Emitió un sonido, sin abrir los ojos.

- Tengo que decirte algo... - Con tan solo cuatro palabras, pude oír como mi voz se quebraba.

A pesar de estar borracho, Kamilo se sentó a mi lado y puso atención. Abría los ojos tan grandes como un cerezo.

Las lágrimas salieron de repente, y comencé a llorar.

- Perdón, yo... - Intenté justificarme, pero fue inútil.

Me tomó por los hombros y me llevó hacía él.

- Está bien, yo estoy aquí para cuando estés lista.

Y eso bastó, para hacerme romper en llanto. Mojando su camiseta escolar y su chamarra de mezclilla. El me sobó los brazos con suavidad y me besó la cabeza, como un padre.

Ángel llegó, pero se quedó unos segundos de pie y luego me examinó, pude sentir su mirada azul sobre mí. Para que segundos después, se sentara a mi lado izquierdo, y me abrazara.

Querido Ángel | COMPLETAWhere stories live. Discover now