10

101 23 30
                                    

Micaela

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Micaela. 19 de noviembre, 1981.

Nuestras miradas se cruzan varias veces.

Ángel se pone de pie al instante, sin pensarlo dos veces y me echa una mirada. Kamilo sigue en el suelo por unos segundos más, un tanto pasmado, hasta que decide ayudar a recoger las hojas que están esparcidas por todo el piso. Ángel lo mira, un tanto asustado, con el rostro más pálido que otros días. Intenta decir algo, pero las palabras no salen.

Suelto un bufido un tanto exasperante.

Me acerco a Kamilo y lo ayudo a recoger las hojas. Todas cuentan sobre la empresa en la que papá trabaja, con el nombre de la empresa en grande y en color azul marino, recojo una en una, hasta que ya no queda ninguna.

Miro a Kamilo, quien me regala una sonrisa un tanto apenada, no puedo evitar ver como sus ojos están rojizos e hinchados, la debe de estar pasando realmente mal.

Me tiende las pocas hojas que pudo recoger. Y cuando me pongo en pie, siento una mano tomándome del brazo y llevándome fuera de ahí.

- Ahora vuelvo. - Suelto en dirección a Kamilo, quien parece aún no asimilar las cosas.

Ángel me arrastra hasta la cocina, donde me suelta. Puedo sentir como mi hombro hormiguea a causa de su fuerte agarre.

- Pudiste habérmelo dicho. - Menciona entre dientes, y acercándose más a mí.

- ¿Decirte qué Ángel? Ni yo sabía que iba a venir, hasta que papá me lo menciono por teléfono. - Le suelto.

- ¿Por qué no me dijiste que lo conocías?

- ¡Ni siquiera lo conozco! A parte, se portó muy bien conmigo ayer... ¿Qué quieres que te diga? A penas le he dirigido la palabra Ángel...

- ¿Ayer? ¿No ayer tenías la cena con tu prometido? - Frunce un tanto el ceño. Esta confundido.

- ¡Es él carajo! ¿Quién pensabas que era? - Suelto aún en voz muy baja, la cual solo podemos escuchar él y yo.

Su semblante cambia, su rostro entero se relaja, y ahora ya no es desesperación lo que refleja, sino terror. Siento que, si sigue haciéndome esto, alguno terminará muerto pronto, y probablemente no sea yo. Lleva su mano hacía su pecho y cae al suelo. Mierda.

Empieza a perder control sobre sí mismo y trata de atragantar a sus pulmones con grandes bocanadas de aire. Me arrodillo junto a él y lo tomo de las mejillas.

- No me hagas esto como un puto castigo Ángel, tranquilízate. - Le digo, aun en el suelo. Los ojos se me llenan de lágrimas y el pecho se me entumece, no puede morir ahora - En cualquier momento puede entrar y se asustará, por favor, cálmate de una puta vez y respira.

Me toma de la muñeca con su mano derecha y me aprieta con fuerza. Cierra los ojos e intenta tranquilizarse, aspira con dificultad el aire por su nariz, y poco a poco se calma, hasta volver a la normalidad.

Querido Ángel | COMPLETAWhere stories live. Discover now