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Bakugo chasqueó la lengua, encontrándose nuevamente con una imagen de (Nombre) en el suelo, sin poder pararse. Y ella, captando el tono irritado y molesto de Katsuki no pudo evitar pensar en sus palabras. De forma casi literal había representado una piedra en su camino esa vez, deteniéndolo de golpe e impidiéndole lograr su objetivo que no era más que correr para calentar el cuerpo. Una sensación extraña invadió el pecho de la joven, sintiéndose molesta consigo misma por dejar que la voz y palabras de Bakugo le hicieran sentir lo peor del mundo por el simple hecho de querer expresar sus sentimientos en un cuaderno; ella no quería que nada de eso pasara, ella solo esperaba resguardar sus sentimientos hasta graduarse, se resignó a ello desde la primera página que escribió, sin embargo, Bakugo terminó por enterarse de todo, aunque no sabía si ya descubrió su otra identidad.

—Siento no poder dormir hoy y buscar una forma de entretenerme fuera de casa para terminar aquí, representando una piedra en tu camino —soltó con molestia desviando la mirada de su figura, observando un árbol a la lejanía que dejaba caer sus hojas lentamente con el paso del viento.

Bakugo le miró confundido, dejando que la sorpresa se asomara ligeramente en sus fracciones. Él en ningún momento le reclamó por meterse en su camino, ni se molestó en pensar en reclamos que llevaran expresamente aquellas palabras que (Nombre) manejó con desagrado. Le observó, su rostro no estaba en su dirección, solo miraba algo que no fuera él, su mandíbula estaba tensa, reprimiendo los quejidos adoloridos por el golpe que se llevó; su diestra sobaba la zona golpeada lentamente y notó en el suelo un pequeño cuaderno con varios garabatos sobre bocetos que no lograba descifrar si no los observaba detenidamente y a una menor distancia. Suspiró.

—Vamos —estiró su mano a ella, recibiendo una mirada recelosa como la primera vez que le ayudó a levantarse.

Sus ojos carmesí, reguardando miles de llamas que podrían quemar a cualquiera que los viera, observaron los zafiros de (Nombre), que contrastaban al albergar un gran océano y una próxima tormenta que no podría imaginar en esos momentos. Parecían en calma, quizá esa que se tiene después de la gran tormenta que pasó al lado de su madre los días posteriores a su llegada a casa. Se veía cansada, pero no como otras veces y eso, sin pensarlo, representó un mínimo alivio para el rubio cenizo.

—¿O quieres quedarte en el suelo? —cuestionó un par de segundos después, capando la atención de su compañera de clase.

Ella simplemente hizo un ligero puchero que no fue visible para Katsuki, sus orejas lobunas se ladearon ligeramente, debatiendo en sus adentros si debía acepar, una vez más, su mano para ponerse de pie.

—No estoy aquí para perder mi tiempo, orejas —Bakugo demandó una rápida decisión y terminó por sentir el tacto cálido de (Nombre) al poco rato.

Tiró de ella poniéndola de pie sin dificultades para agacharse a recoger el cuaderno y dejar que la mínima curiosidad que sentía le permitiera ver los dibujos al aprovechar que estaba abierto. Trató de ocultar su ligera sorpresa al ver la caligrafía de la joven, siendo una completamente reconocible tras leer todas y cada una de las hojas del diario; confirmando algo que ya sabía desde hace unas semanas.

—Gracias —murmuró la joven antes de quitarle el cuaderno con algo de fuerza, evitando que observara sus intentos fallidos de dibujos; ya tenía suficiente con 'permitir' que leyera su diario como para dejar que ahora observara los dibujos que llegaba a realizar—. No te quito más tu tiempo, Bakugo —finalizó lo que pudiera ser una pequeña charla para caminar de regreso a casa.

Inició su caminata con paso medianamente veloz, deseando alejarse cuanto antes de él tras apreciar la vestimenta que utilizaba su compañero de clase '¿Cómo es que todo lo que usa le queda malditamente bien?' se preguntó (Nombre) centrando su vista al frente para no mirar atrás, sobre todo a él. Un ligero bostezo la invadió obligándola a llevar su diestra al rostro para cubrir su boca, no evitó generar una ligera queja por el sueño que ahora llegaba a ella, llamando la atención del rubio que retomaba su paso con un trote más lento.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora