Hora de la verdad (parte 1).

100 16 5
                                    

AVISO: este capítulo contiene muchos saltos temporales xD
.
.
.
8 de enero:
El sonido del despertador retumbó en sus oídos. Extendió el brazo para apagar el tortuoso aparato y se quedó por más de diez minutos acostado mirando el techo.
—¡Ulquiorra! —La dulce voz de una mujer le hizo apartar por fin la mirada —¿Puedo entrar?
—Sí —Contestó y dejó escapar un bostezo.
—Samuel-kun está afuera, trajo tu nueva guitarra —Dijo la mujer al entrar —¡Ah! Y el desayuno está listo.
Él se levantó a toda prisa, emocionado e ignorando el mareo que casi lo hace caer. Bajó corriendo las escaleras y se encontró con uno de sus mejores amigos.
—¡Hey, chico! —Saludó el joven castaño y de ojos casi negros —¡Bonita pijama! —Se burló al ver la camisa manchada de blanqueador y el pantalón con un agujero en la pierna derecha.
—No viniste aquí a criticar mi ropa —Defendió su preciado conjunto —Entregamela —Demandó señalando la guitarra.
—Sí, sí —Abrió la funda y sacó el instrumento —Le llegó esta mañana a mi viejo —Modeló ridículamente la guitarra negra con detalles dorados.
Ulquiorra regresó corriendo a su habitación y bajó nuevamente con dinero en la mano y se lo entregó a Samuel.
Págame en la tarde —Samuel se negó inmediatamente a recibir el dinero —Si Henri se entera que tengo dinero, me lo robará y tendré problemas con el viejo.
—Cierto —Guardó los billetes en su cartera, recordando los constantes ataques de Henri hacia Samuel desde el inicio del bachillerato, es decir, tres años consecutivos.
—¿Ese idiota sigue molestándote? —Preguntó la madre de Ulquiorra interfiriendo en la plática —Se cree la gran cosa desde que se emancipó, quiere verse como un adulto, pero termina comportándose como un delincuente.
—No se preocupe por mí, Renata, me inscribí en boxeo, y en la graduación estaré preparado para cobrarme todo lo que me debe.
Ulquiorra soltó una risa de burla y Renata sonrió, aunque no le creyó nada.
—No deberías comportarte como él. En fin, Ulquiorra, se te hará tarde para las clases. Samuel-kun, ven a desayunar en lo que Ulquiorra termina.
.
.
.
10 de enero:
Se encontraba recargado en un muro, tomaba un jugo mientras esperaba el final del receso. Miró con aburrimiento a una chica acercarse, evitó hacer contacto visual con ella.
«Pasa de largo, pasa de largo... »Pensó como si fuera capaz de entrar a su mente.
—Eres Murciélago, ¿verdad? —Preguntó la chica parándose frente a él.
«Maldición ».
—Sí —Contestó él llevándose su bebida a los labios.
—¡Por fin! —Exclamó levantando los brazos en dirección al cielo —Pensé que jamás te encontraría. Ya fui a ver a la mayoría de tus compañeros y jamás acertaba, eres muy escurridizo.
—¿Qué quieres?
Em... Veo que eres el típico chico de pocas palabras, bueno, no importa. Necesito un autógrafo tuyo —Dijo juntando las palmas.
—No.
—Por favor, por favor —Sacó una fotografía donde aparecía él con su grupo.
—No doy autógrafos, y es extraño que tengas una fotografía mía.
—¡Es de una amiga! De hecho, el autógrafo no es para mí, es para mi amiga, le da vergüenza acercarse a ti.
Ulquiorra se dio la vuelta y comenzó a alejarse de la chica.
—¡E-espera! —Guardó cuidadosamente la fotografía en su mochila —¡No me dejes así! ¡Solo quiero tu firma, tampoco te estoy pidiendo la luna! —Pero era demasiado tarde, Ulquiorra ya había desaparecido de su campo visual.
.
.
.
11 de enero:
Frente a él apareció una fotografía que raramente ya había visto antes, levantó la mirada para encontrarse con aquella chica rubia y de ojos marrones.
—¿Tú otra vez? —Habló fastidiado.
—Si, mira, sólo necesito un autógrafo —Susurró ella sonrojada —Solo uno y te dejaré en paz.
—Ya te he dicho miles de veces, yo no doy autógrafos, y no vas a ser la excepción.
—Es como si firmaras un contrato, pero sin clausulas y quedará solo entre nosotros —Ulquiorra la ignoró —Es para Karina, apuesto a que no quieres hacerla llorar.
—Ella no me interesa, es más, ni siquiera la conozco... ¡Un momento! Estoy casi seguro que te inventaste a esa amiga para obtener la estúpida firma, te da tanta vergüenza pedirlo para ti que pusiste esa tonta excusa de la amiga.
Al principio la joven se sonrojó, después comenzó a reír a carcajadas.
—¡Claro que no, tonto! —Se sujetó el estómago por el dolor —Mi amiga si existe, ¿debo traerla para que me des la firma?
—¡Qué no! Y tampoco quiero que vengas tú.
.
.
.
22 de marzo:
—¡Basta! Deja de insistir.
—Eh, tranquilo —Se sentó a su lado dejando la bandeja de su almuerzo en la mesa —Esta vez vine a hacerte compañía.
—No necesito tu compañía.
—Deja de estar tan a la defensiva, he visto que siempre te sientas solo en la hora del almuerzo, o simplemente no entras a la cafetería.
—¿Sabes que es tétrico que me digas eso? Prácticamente me estás revelando que has estado espiandome.
Ella sonrió.
—Más o menos es cierto, digamos que he pasado mucho tiempo buscándote en los pasillos.
—¡Eh, murciélago! ¿Quién es tu novia? —La voz de Samuel los hizo poner una mueca de desagrado. El castaño se sentó frente a ellos, dejando ver un pequeño moretón en su mejilla.
—No somos novios —Aclaró Ulquiorra —¿Y que te pasó en la mejilla?
—Henri me quito mi almuerzo, y traté de resistirme —Se quejó al sentir su estómago gruñir —¡Ya verá ese idiota!
—¡Aw! El niñito vino a quejarse con sus amigos —Una voz chillona se alzó a su espalda, Samuel sintió que su vello se erizaba. Ulquiorra vio con terror la mano del chico acercarse a la cabeza de Samuel, pero para su alivió (o no) solo se limitó a sacudir su pelo en un gesto de falsa ternura —Ya, ya, no llores, te traje una manzana, ¡disfrútala! —Y dejó frente a él una manzana mordida.
—Ese tonto si que se aprovecha de ti —Dijo La chica tomando la manzana y la lanzó por una ventana —Puedes comerte esto —Le entregó su bandeja con su almuerzo —No lo he tocado.
—¡Eh! —Exclamó Samuel sonrojado —No, no, no, no es necesario.
—Insisto —Le dedicó una radiante sonrisa.
—¿Y que comerás tú? —Preguntó Ulquiorra con curiosidad.
—Karina siempre deja algo para mí, así que, veré qué me deja.
Hmm, me siento apenado por esto, en serio, no tienes que hacerlo.
—Anda, apuesto que lo necesitas más tú qué yo, además, puedo ayudarte con Henri.
—¿Ayudarme?
—Ven a verme en en gimnasio después de clases, los dejo chicos —Se levantó —¡Oh! Por cierto, me llamo Laura —Se rascó la cabeza —Tenemos tanto tiempo de hablar, Ulquiorra, pero jamás te había dicho mi nombre. Esta vez si que me voy, ¡Chao!
Ambos vieron perplejos cómo se iba ella.
—Es increíble —Susurró Samuel.
Ulquiorra volvió la mirada hacia él.
—Acabas de conocerla.
—¿Y qué? Es increíble, me dio su almuerzo y me ofreció ayuda.
—¿Y vas a reunirte con ella?
—¡Pues claro! Así que, no es tu novia, ¿crees que tenga una oportunidad con ella?
—¿Yo qué sé? Pregúntale a ella.
.
.
.
16 abril:
—... Por favor, Ulquiorra —Imploró —¿Quieres que me ponga de rodillas?
—¿Que no te cansas nunca?
—No, no hasta que me des lo que quiero —Le extendió la fotografía que estaba cada día más arrugada.
—Maldita sea —Susurró y le arrancó la imagen de las manos, la chica sonrió satisfecha. Él busco un marcador en su mochila y se dispuso a firmar la fotografía, hasta que...
—¡Ulquiorra-kun está dando autógrafos! —Ambos miraron a la dirección de donde provenía el grito, y se asombrado al ver como un grupo de decenas de chicas corrían hacia ellos.
—¡Ulquiorra-kun, sigo yo!
—Firmame primero.
—Por aquí, Ulquiorra-kun.
—Mierda —Susurró viendo a todas las chicas rodearlo.
Estupidas chicas —Murmuró ella y tomó de la mano a Ulquiorra —Será mejor irnos.
Ambos corrieron por los pasillos, buscando un lugar privado. Al final decidieron meterse a los vestuarios del gimnasio.
—¿Podrías dejar de tocarme, mujer?
—Perdona, no creí que te diera miedo tocar a otros.
—No me da miedo, solo no me gusta que me toquen los desconocidos.
—Oye, llevo casi cuatro meses viéndote para conseguir esa firma, ya no soy una desconocida.
—No me importa. Toma —Le regresó su fotografía.
—¡Muchas gracias! ¡Hey! —Exclamó al ver que él no había firmado nada —No has firmado esto.
—No, y no lo haré, ya viste lo que provocas.
—Pe-pero —Él se marchó dejándola sola en los vestuarios —¡Maldita sea! Estuve tan cerca.
—Estuviste tan cerca de obtener tu objetivo —Escuchó una voz grave —Pero yo acabo de obtener el mío —Y un sonriente peliazul se paró frente a ella y le tomó una fotografía —Gracias, ese idiota y tú me acaban de dar una buena exclusiva.
—¿Eh? —Corrió tras él peliazul gritando —¡Grimmjow! ¡No mal intérpretes las cosas!
.
.
.
20 de abril:
—¡Esta vez no podrás decirme que no!
—No.
—Por favor, te he estado pidiendo ese autógrafo porque quería regalarselo a ella —Puso a una chica rubia frente a Ulquiorra —Iba a ser un regalo para esta preciosura por su cumpleaños número 18 —Dijo apretando las mejillas de la chica —Hace unos días me lo das, hasta que esas idiotas nos persiguieron, y después Grimmjow publicó esa tontería de que salíamos...
—¡Carajo! —Gritó interrumpiendola —¿Qué buscan con insistir? ¿Para qué quieres un autógrafo que con el tiempo se volverá basura en tal vez dos años? No sirve para nada, no te ayuda en nada y sólo me hace molestar —Se dirigió a la chica rubia —Y para colmo tienes que pedirle a alguien que te ayude porque no eres lo suficientemente valiente para hacer las cosas por ti misma, ¿que ganas, mujer? Déjenme en paz, no me busquen, y larguense.
—¡Oye! Tampoco tienes porque hablarle así —Laura lo tomó del brazo —¿Quién te crees? ¿Piensas que sólo por formar parte de una banda mediocre te da el derecho de menospreciar a la gente?
—¿Y a ti que te importa? Yo le hablo a la gente como se me da la gana —Y sin previo aviso un puño se impactó contra su nariz. Su vista se nublo y cayó de sentón. Sintió que alguien se sentaba a horacjadas sobre su estómago.
—Laura-san, por favor, cálmate —La rubia la sujeto del brazo para hacerla levantar, pero Laura se soltó en un movimiento rápido.
—Alguien va a enseñarte lecciones de empatía, cariño —Lo tomó por el cuello de su camisa —Y tienes la mala fortuna de que sea yo quien lo haga.
Una multitud de estudiantes se junto a su alrededor incitandolos a pelear.
—No vale la pena enfadarse por esto, así que, muevete —Le dio un empujón en el pecho, pero ella no se movió ni un milímetro.
—¿No vas a defenderte, cobarde?
—No voy a pelear con una mujer —Un nuevo puñetazo, pero esta vez en los labios.
—¿Me crees débil por ser mujer? Levantate y arreglemos esto como es debido, machito prepotente.
—¡Laura! —Un grito llamó la atención de todos los estudiantes —¡Te has ganado un buen castigo! —La docente la tomó del brazo y la hizo levantarse de Ulquiorra —Y tú, Ulquiorra, no creas que saldrás impune.
Los padres de ambos adolescentes llegaron a dirección, unos se mostraban indignados y los otros apenados.
—Será un mes de castigo —Decía la directora —Laura, serás expulsada si vuelves a meterte en problemas, ya sea con tus compañeros o con docentes. Ulquiorra, no puedo decir lo mismo para ti, ya que hasta ahora eras buen alumno, pero ten en cuenta que no me doblegare si vuelves a provocar problemas.
—Entendido.
—El maestro Luciano los verá al terminar las clases. Pueden retirarse.
Los jóvenes salieron con sus respectivos padres, y en el patio comenzaron a discutir.
—¡Dios mío! ¿Cómo pudiste comportarte como un delincuente? Te eduqué para que seas un hombre respetuoso, no un vándalo.
—Mamá...
—No respondas, Ulquiorra —Demandó su padre.
Emm... —Se acercó la madre de la chica —No le dejen caer todo el peso de la culpa al chico, estoy casi segura que mi hija fue la que provocó todo —Ulquiorra asintió dándole la razón, mientras que Laura no espero a quedarse callada.
—¿Que yo empecé? Él fue quien se comportó como una bestia, le gritó a Karina, obviamente no me iba a quedar de brazos cruzados.
—Laura, no lo empeores —Dijo el padre —Es una lástima conocernos de esta manera, señores...
Cifer —Contestó el padre de Ulquiorra —Somos la familia Cifer. Ulquiorra, disculpate con la señorita —Lo tomó del hombro y lo condujo frente a Laura.
—También tienes que disculparte, Laura —Dijo la madre de la chica haciendo lo mismo que el hombre.
Ambos jóvenes se miraron molestos, y finalmente hicieron una reverencia.
—Por ahora es suficiente, regresen a sus clases —Dijo la madre de Laura —Nos veremos después.
Los jóvenes se volvieron a adentrar al instituto, mirándose con rencor.
—¿Qué? ¿Quieres más de esto? —Preguntó ella levantando su puño.
—¡Pff! Por favor, tengo más decencia que tú.
—¡Oh! ¿Le llamas decencia insultar a una chica que te admira? ¿Es decente menospreciar la fuerza de una chica?
—La única razón por la que pudiste golpearme es porque no me defendí, pero si quisiera hacerlo, jamás podrías tocarme un pelo.
La estridente risa de Laura resonó en los pasillos.
—Arreglemos eso entonces, tú y yo, después del castigo, a puño limpio.
—¿Me retas a pelear? Podrías arrepentirte de tus palabras.
—¿Aceptas, cariño?
—Es un trato.
.
.
.
—Ulquiorra, no creo que sea buena idea —Dijo Samuel cargando la mochila del pelinegro —Me preocupas.
—Bah, le daré una lección a una indecente.
—No, no lo...
—Veo que estás listo —Laura se acercó a ellos con una sonrisa irónica —Hay un parque por aquí cerca, lo suficientemente lejos para que el instituto no pueda sancionarnos si nos descubren, y es bastante privado, así no tendremos a decenas de idiotas gritando a nuestro alrededor.
—Me parece perfecto, te sigo.
—Aun puedes arrepentirte —Dijo ella a medio camino.
—Sí, yo creo que es lo más factible —Aprobó Samuel.
—No te tengo miedo, niñita.
—Uh, eso me dolió, bastardo.
Llegaron al dichoso parque. Para suerte de ambos, estaba bastante vacío, más que nada por la hora. Laura dejo su mochila bajo un árbol, y amarró su cabello en un moño alto, se quitó los collares y pulseras que tenía puestos.
—¿Quieres proponer las reglas? —Preguntó ella mientras se quitaba la falda, quedándose en shorts.
—Si sientes que te duele, la frase clave es "te lo imploro" —Contestó él con orgullo. Laura extrañamente sonrió apenada.
—Sí a ti te duele, solo basta con que digas "para".
—Hecho.
Ambos se pararon frente a frente.
—Dios mío, no quiero ver esto —Susurró Samuel tapándose los ojos con ambas manos.
                ... 5 minutos después ...
—¿Por qué no me dijiste que ella practicaba Muay Thai? —Preguntó Ulquiorra molesto, tirado en el suelo y con con la dignidad deshecha.
—¿Pues tú como creías que me ayudó con Henri?
—No lo sé, ¡tal vez habría tenido idea si me lo hubieras dicho!
—Ah, creo que olvidé decírtelo.
—¡¿Crees?!
—Levante y limpiate la sangre, ya veo a tu madre matandonos por esto.
—¿En dónde está tu gimnasio?
—¿Mi gimnasio?
—Donde prácticas boxeo, voy a inscribirme y en la graduación me vengaré.
—¿Ahora reciclas mis planes?
—¡Contesta!
—Ya, ya, te llevaré.
.
.
.
23 de abril:
—¿Que qué? —Ambos exclamaron frente a la directora.
—El profesor Luciano no podrá cuidarlos todos los días, así que, decidí que terminarán su castigo con la psicóloga en servicios escolares. Doctora Gissel, los dejo en sus manos.
—Ya verá que la relación de ambos mejorará, señora directora —Los tres esperaron a la que la directora cerrara la puerta para comenzar la "sesión" —Bien, trabajaremos en su conducta y relación, así que, ¿quién quiere comenzar a platicarme como empezaron los problemas entre ambos?
Los jóvenes se miraron con resignación.
.
.
.
9 de julio:
—¿Que quieres pelear?
—Eso dije.
—No es un buen momento, Ulquiorra-kun.
—¿Por qué?
—Acabamos de graduarnos, déjame disfrutar este momento.
—La ceremonia terminó, podemos hacerlo ahora, en el mismo lugar que la primera vez.
—Hay varias razones por las cuales no quiero.
Dimelas.
—En primer lugar, este vestido es hermoso y caro, lo pagué con mis tres primeros sueldos, no quiero arruinarlo. En segundo lugar, me caes bien y no quiero echar a perder ese sentimiento, y en tercer lugar, no hay razón para pelear.
—¡Claro que la hay!
—¿Cuál?
—...
—¿Te escucho?
—Así podremos dar por solucionados nuestros problemas.
—¿Qué problemas? —No hubo respuesta —¿No será acaso que quieres pelear porque la primera vez destruí tu orgullo al ganarte?
—Claro que no, no tiene nada que ver.
—No me dejarás en paz hasta que acepte, ¿cierto? Te veré ahí a las 4 p.m.
Ambos llegaron en la hora establecida, se miraron y se pararon frente a frente.
—Supondré que las reglas serás como antes —Declaró ella.
—Sí.
             ... 10 minutos después ...
—Estoy muerta —Susurró Laura tirada en el suelo y con la respiración agitada.
—Yo igual —Respondió Ulquiorra en las mismas condiciones.
—Eso fue un empate, ¿no?
—¿Ambos caímos al mismo tiempo? Entonces sí.
—¿Estás satisfecho?
—Para nada...
—¡¿Qué?! —Se levantó casi de un salto, Ulquiorra la imitó.
—Todo este tiempo estuve esperando el momento de alcanzarte, no me importaba si perdía, simplemente no quería parecer ridículo como aquella vez.
—Entonces...
—Sí, creo que si heriste mi orgullo en ese momento, pero...
—¿Pero?
—Sonará tonto, pero con ese mes de castigo contigo me hizo verte de otra manera, supongo que te aprecio, creo que simplemente dejé de querer demostrar que yo también podía ser fuerte.
—¿Entonces mi lección de empatía resultó exitosa? —Ulquiorra entrecerró los ojos —Nos vemos luego, Ulquiorra.
.
.
.
Cómo pueden leer, este es un capítulo del pasado de Ulquiorra xD ¿Qué les pareció? Por cierto, tendrá una segunda parte 🤭

Buscando MamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora