No importaba dónde tocara a Jimin, o dónde le tocara el rubio a él, no era suficiente. Nada era suficiente. Se sentía frenético, hambriento de más, cada vez más del otro. Su mano, la que acariciaba el torso de Jimin, se escurrió haci el frente, tomando entre su índice y pulgar el pequeño y duro pezón, girándolo y estirándolo a su antojo.


Jimin liberó la boca de la contraria y, hechando la cabeza hacia atrás, gimió con fuerza. El sudor ya perlaba la frente de ambos chicos, haciendo su piel resbaladiza. Namjoon aprovechó esa interrupción para apoderarse del suave y tentador cuello con su boca. Besando, mordiendo y succionando la sensible piel, haciendo temblar más al chico entre sus brazos, haciéndolo gemir más alto con esa hermosa voz.


Jimin se apartó de él, interrumpiendo a Namjoon de hacer ese camino de marcas rojas y púrpuras que se estaban formando sobre la delicada piel. En un movimiento rápido, el rubio se sacó la camisa, dejando su torso al descubierto para Namjoon, quien lo veía como la persona más hermosa que había visto en su vida.


Para Namjoon, Jimin se veía hermoso así. Con la respiración agitada, la piel perlada de sudor, el cabello revuelto, los labios hinchados y en su cuerpo preciosas marcas de posesión. Se veía tan hermoso y tan suyo, que el pensamiento mismo lo asustó. El hilo que los unía se sentía caliente y brillaba de un rojo cada vez más intenso y hermoso. Solo entonces, Namjoon se dió cuenta que el hilo reaccionaba al deseo que ambos sentían. Había reaccionado por Jimin al principio, pero ahora era por ambos. Como si el deseo que sentía uno, empujara al otro para luego alimentarse del deseo de ambos y construir algo más grande y sensual.


Jimin le sonrió, pero no de forma sensual o sexual. Fue una sonrisa tierna y serena, una sonrisa de absoluta confianza que hizo a Namjoon sentirse cálido por dentro. Se sentía como si esa sonrisa desvaneciera todas las inseguridades del moreno. Como si en lugar de amordazar la voz en su cabeza, la erradicara por completo. Por esa razón, Namjoon le sonrió también, atrayendo con más suavidad el cuerpo de Jimin hacia el suyo, rozando con dulzura la pequeña nariz del contrario, haciéndolo reír de deleite, para después besar esos preciosos labios con lentitud, con cariño, no tan ansiosamente como antes.


Namjoon no se dió cuenta entonces, pero su hilo, que lo conectaba con Jimin, se tornó de color rosa, mientras ellos estaban distraídos dándose pequeños besos juguetones aquí y allá antes de atraparse mutuamente en un beso profundo, muy diferente al primero que se habían dado, donde todo era lujuria desenfrenada, el chasquidos de sus bocas al chocar y sus respiraciones agitadas. Ahora era suave, lento y amoroso. Un beso donde sus bocas se reconocían como la pieza faltante de la otra, con las respiraciones al compás de la contraria y el deseo de ser uno más marcado, más elemental.


--Jimin...


Suspiró Namjoon en los labios del otro, introduciendo su segunda mano dentro del pantalón corto de Jimin, quien le dió la bienvenida con un gemido. Jimin se separó una vez más, solo para quitarle a Namjoon la camisa roja, dejándolos piel contra piel de la cintura para arriba y rápidamente se fundió en otro beso. Las manos de Namjoon tomaron firmemente ambas nalgas y empujaron las caderas de Jimin con más firmeza sobre su prominente erección, rozandolas ambas, estimulando sus cuerpos con lentitud.


--N-Nam... Ah... Y-yo-


El irritante sonido del celular de Namjoon llenó la habitación, sorprendiendolos a ambos, que se quedaron estáticos en sus lugares por un segundo, rompiendo la burbuja sensual que los envolvía. Namjoon sacó lentamente las manos del pantalón de Jimin, casi con renuencia, para tomar su celular. El moreno sintió a Jimin tensarse sobre su cuerpo y con un suspiro fastidiado, levantarse de su regazo, para rápidamente cruzar la sala e ingresar a su habitación, cerrando la puerta con fuerza.


No entendía que había puesto al rubio tan molesto. Tal vez la interrupción lo había puesto de mal humor. Él también se sentía frustrado, con su dura erección latiendo y doliendo atrapada dentro de sus pantalones. La pantalla de su celular brillaba todavía con el nombre de Yareli y en el último timbre contestó, respirando profundamente.


--¿Hola?


Namjoon hizo una mueca, al escuchar su propia voz tan profunda, más de lo normal, y se aclaró la garganta con discreción. Con su mano izquierda, presionó su erección un poco, tomando respiraciones lentas, para bajar la prueba de su deseo por compañero de apartamento. Para ser honesto, por primera vez, Namjoon encontró las llamadas de Yareli molestas. Y por primera vez también, vió un halo oscuro rodear el hilo atado a su dedo. ¿Por qué era que cambiaba tanto su hilo ahora? ¿Qué significaban esos cambios?


--¡Joonie! ¿A que no sabes lo que pasó? ¡Yoongi me invitó a salir! Estoy tan nerviosa, ¿qué debería hacer? ¿Le digo que sí?


Namjoon suspiró, pasando una mano por su cabello húmedo. No quería saber todas estas cosas, sentía todavía su corazón punzar de dolor de saber que Yareli lentamente estaba encontrando su lugar al lado de su pareja destinada. Su erección había bajado completamente ahora, pero ahora se sentía mal por dos razones completamente distintas.


Por un lado estaba Yareli, el amor de su vida, un amor unilateral, que lentamente lo estaba haciendo a un lado por alguien más. Y por otro lado estaba Jimin, quien sabía que era su pareja destinada, la persona que encajaría con él, en todas las formas posibles. Que estaba destinada a ser su complemento perfecto, pero alguien a quien no conocía del todo, todavía.


Sentía ése cariño, esa fuerte atracción hacia Jimin, que lentamente iba creciendo con la convivencia mutua. Y al mismo tiempo sentía ese añejo amor por Yareli. Ese amor que había sentido por tantos años y que le dolía soltar.


--Namjoon, ¿estás ahí?

--Sí, aquí estoy.


--Entonces, ¿Crees que debería aceptar? Sé que no lo conozco mucho pero algo dentro de mí me dice que es correcto. Lo siento tan familiar que da miedo. Estoy siendo tonta, ya lo sé. Pero de verdad, siento como si lo hubiese conocido toda mi vida que...


Namjoon sintió como si su corazón se estrujara un poco ante las palabras. Él también había sentido lo mismo con Jimin. Esa pertenecia aterradora. Como si todo encajara en su lugar solo por hablar con esa persona. Asustaba lo mucho que quería soltar el amor por Yareli para entregarle su todo a Jimin, aun sin conocerlo. Asustaba mucho saber que alguien más tenía tanto impacto sobre sus emociones y su corazón. Y al escuchar a Yareli, se preguntó si Jimin estaba sintiéndose tan asustado como él, por todos esos sentimientos tan nuevos y tan extraños.


Le dolía soltar el amor que le tenía a Yareli, pero tal vez era lo mejor. Ella había encontrado esa persona perfecta para ella y él mismo había encontrado su mitad perfecta también. ¿Por qué seguir haciéndose daño por algo que nunca sería? A la larga, solo confundiría más sus sentimientos, los de Yareli y lastimaría a Jimin.


--Creo que deberías aceptar a Yoongi. Quiero decir, la invitación de Yoongi.


Le interrumpió Namjoon, mirando una vez más su hilo, encontrándolo un poco más oscuro ahora. El negro tragando un poco más del hermoso color rojo. La conversación con Yareli terminó unos minutos más tarde, con su mejor amiga feliz y con un doloroso peso menos en su corazón. Se sentía un poco vacío, pero se sentía bien, porque sabía que ese vacío pronto lo llenaría Jimin con su cálida personalidad.


Namjoon se levantó con una sonrisa del sillón, apagó la muy olvidada televisión y dió un paso en dirección de la habitación de Jimin y se detuvo antes de llegar a su puerta. Tal vez era mejor darle su espacio. Si el color que cubría su hilo en ese momento era una indicación de los sentimientos de Jimin, lo mejor era dejar que se calmara primero, para después hablar con él.
Todavía no sabía que le diría, pero algo se le ocurriría.


Todo estaría bien ahora.





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