Capítulo 2 - Ilumínalo y Verás su Valor

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Amalia parpadeó ante el molesto exceso de luz que se filtraba por las palidas cortinas.

Por un momento pensò que estaba en su hogar, que todo lo que habia sufrido habia sido solo una pesadilla, de la que pronto se olvidaria. No era la primera vez que le sucedia y siempre se entristecia al comprobar cuan dificil era olvidarse de la realidad. Tardó unos minutos en despertarse y unos segundos en darse cuenta de que se habia dormido antes de cenar, pues su estomago comenzaba a gruñir estrepitosamente. Notó que una manta la habia mantenido calentita durante toda la noche, pues pese a ser verano la lluvia habia refrescado el aire. Esa manta no estaba ahi antes.

"Tía Marie..."

A pesar de ser conciente de que su tía sabría que se habia dormido llorando, bajó para desayunar, pues asi lo indicaba su educacion.

En el camino se topó con Alfredo.

- Buen día, Fred -

- ¿Como? Ah, si, buen dia señorita Amalia. Precisamente iba a servirle el desayuno a la cama. Hagame el favor de esperar arriba.

- Pero... ¿mi tia no desea que la acompañe? -

No era posible que su descortesia llegara a tal punto.

- Sepa disculparla, señorita Amalia. La señora DeClaire no esta acostumbrada a convivir con niños...-dijo, mientras gesticulaba.

- No soy una niña, Alfredo - le dijo con toda la tranquilodad que fue capaz. Odiaba que a sus quince años de edad siguieran tratandola de niña.

Alfredo tosió, incomodo.

- Perdone. Jóvenes, no esta acostumbrada a tratar con jóvenes. Ella siempre ha vivido muy sola. Sepa entenderla. Todos en la casa esperamos que su estadia aqui consiga devolverle la vida -

¿Habia oido mal? ¿Dijo devolverle la vida? Pero si ni siquiera ella se sentia viva!

- Voy a hacer lo que pueda - dijo, sin verdadera conviccion.

- Se lo agradezco mucho. Ahora, vuelva a su habitacion. Seguramente la señorita Garay ya le ha llevado su nuevo vestido -dijo y la acompaño hasta las escaleras.

"¿Un vestido nuevo? Guau! Que bien!"

- ¡Muchas gracias, Alfred! - y no espero a oir su desconcierto, ya que salió disparada hacia su pieza.

Entró con un salto y, para sorpresa de Amalia, había una muchacha acomodando el vestido prometido por el mayordomo.

- Oh! -se sobresaltó- Disculpe mi intromision, pero vi la puerta abierta y no pensé que hubiera problema si entraba y le dejaba esto -dijo elevando la prenda junto a ella-. Soy Miriam, es un gusto conocerla. -e hizo una suave reverencia que dio un toque de elegancia a su sucio delantal.

Debajo de este se evidenciaba un jadinerito, bastante mas limpio, azul oscuro, que contrastaba con el amarillo de su blusa de mangas tres cuartos.

- Es divino! - exclamó sin dudar.

-¿De verdad? ¿Le parece?

- ¡Pero por supuesto que si! Hace tiempo que no veo algo tan original ¿Lo hiciste vos?

- Eh, si -dijo sonrojandose- .

- Me gustaria saber confeccionar vestidos como este. Pero la costura no es lo mio.

- ¿Y cuál es su talento, señorita.. emm.. -comenzó a ponerse nerviosa.

- ...Amalia -completó, la misma, sonriendole.

- Ah si! Amalia -susurró recuperando la calma.

- La pintura. Sin duda alguna. Amo pintar, es mi vida. O lo era...

El Secreto de las LuciérnagasWhere stories live. Discover now